El volcán de Cumbre Vieja en La Palma cumple 75 días de erupción sin cansarse de expulsar grandes cantidades de lava y piroclastos. Ríos incandescentes, por momentos muy fluidos, siguen alcanzando altas velocidades, aunque afortunadamente se van frenando al circular sobre las coladas antiguas, ya enfriadas.
En estos momentos, no obstante, lo que atrae todas las miradas es el cono secundario, que sigue ganando tamaño, alimentando coladas de lava que amenazan las propiedades de los palmeros.
Su actividad contrasta con el aparente cese del cráter principal, que presenta un depósito de azufre visible en uno de sus bordes. Desde el secundario, por su parte, los regueros de lava, que se asemejan a venas en la piel en la ladera, confuyen en su mayoría en una colada que discurre por el centro de terreno ya arrasado, con un frente en forma de punta de flecha que sigue rellenando huecos.
Mas al norte, sin embargo, se observan pequeños aportes amenazantes, porque forman parte de un reguero que avanza por terreno nuevo, muy lentamente, en dirección a La Laguna, donde los vecinos temen que la lava arrase con lo que queda en pie.
Por su parte, la sismicidad hoy por fin parece estar dando una tregua, tras el reciente récord de seísmos registrado. En esta jornada, han descendido notablemente, “y muy probablemente volvamos a cifras un poco más bajas de sismicidad”, según los expertos.
En cualquier caso, la efusión de lava si continúa, como prueban los planos acelerados compartidos por el Instituto Geográfico Nacional en los que muestran cómo se ha formado el cono secundario; una nueva silueta que desde el domingo sigue elevándose, asentándose sobre toneladas de piroclastos arrojados día y noche desde los nuevos focos de emisión.