En 1.806 palabras y 15 minutos y 9 segundos, el Rey ha lanzado mensajes para todos. Las claves de su discurso de Navidad 2024 empiezan en el lugar elegido para darlo: un Palacio Real, como imagen de fuste, de rigor, de autoridad, de frialdad, tal vez, por qué no.
Porque el mensaje del rey Felipe VI ha estado cargado de metáforas en tiempos duros y de un paralelismo que no pasa desapercibido: la forma de actuar de nuestra clase política y de una sociedad que sabe lo que le conviene y lo que necesita. Y no, no quedan los dos igual parados en la simetría.
La política, de ruido en ruido, enfrentada, ensimismada en ella misma: "Un pacto de convivencia se protege dialogando; ese diálogo, con altura y generosidad, que debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado", ha señalado el rey, analizando el día a día que nos rodea.
El rey tiene claro que el actual clima frena al país y no es lo que los ciudadanos desean: "Por eso es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad. Serenidad en la esfera pública y en la vida diaria, para afrontar los proyectos colectivos o individuales y familiares, para prosperar, para cuidar y proteger a quienes más lo necesitan".
La segunda, cogiendo palas para ayudar, siendo solidaria, exigiendo que se trabaje por el bien común. "Por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo. Es algo que la Reina y yo hemos podido constatar y valorar aún más a lo largo de esta década de reinado. Es responsabilidad de todas las instituciones, de todas las Administraciones Públicas, que esa noción del bien común se siga reflejando con claridad en cualquier discurso o cualquier decisión política. El consenso en torno a lo esencial, no sólo como resultado, sino también como práctica constante, debe orientar siempre la esfera de lo público. No para evitar la diversidad de opiniones, legitima y necesaria en democracia, sino para impedir que esa diversidad derive en la negación de la existencia de un espacio compartido".
El Rey ha centrado su discurso en la DANA con la que ha abierto y cerrado su mensaje. Y lo ha hecho poniéndose en la piel de las víctimas dejando claro que entiende sus exigencias, su irritación y su dolor. Lo ha hecho con varias frases rotundas en las que ha demostrado que ese día de barro y gritos le ha marcado y lo ha dejado claro en una frase rotunda:
Y ha llamado a no olvidar a los afectados cuando el foco se vaya: "No debemos olvidar nunca aquellas primeras imágenes de la riada que todo lo arrasó, los rescates de personas, algunas enfermas, ancianas o agotadas, que trataban de salir de sus coches o se refugiaban en tejados y azoteas".
No ha olvidado el rey asuntos clave en el mundo actual como la inmigración, donde llama a buscar soluciones reconociendo "la dignidad que todo ser humano merece sin olvidar nunca la firmeza que requiere la lucha contra las redes y las mafias que trafican con personas" y la vivienda, "que todos los actores implicados reflexionen, se escuchen unos a otros, que se examinen las distintas opciones y que sea ese diálogo el que conduzca a soluciones. Tratándolos como temas complejos que dicen mucho de nuestra sociedad y democracia a la hora de enfrentarlos. Sin dogmas y con diálogo.
Y para ello de nuevo el rey ha hablado de la Constitución como base. "Nuestra gran referencia en España es la Constitución de 1978, su letra y su espíritu. El acuerdo en lo esencial fue el principio fundamental que la inspiró. Trabajar por el bien común es preservar precisamente el gran pacto de convivencia donde se afirma nuestra democracia y se consagran nuestros derechos y libertades, pilares de nuestro Estado Social y Democrático de Derecho. A pesar del tiempo transcurrido, la concordia de la que fue fruto sigue siendo nuestro gran cimiento. Cultivar ese espíritu de consenso es necesario para fortalecer nuestras instituciones y para mantener en ellas la confianza de toda la sociedad".
Constitución, consenso, solidaridad, diálogo y serenidad. Esos son los términos en los que el rey Felipe VI quiere que se mueva España. Y su mensaje indica que puede que el país vaya en dirección contraria.
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