El rey Felipe VI cumplió con lo esperado en su discurso de Navidad de 2024 y centró su mensaje en la DANA que ha asolado Valencia. Lo hizo tras vivir en su visita a los afectados uno de los momentos más duros de su reinado que ha cumplido ya diez años. Las imágenes de la reina cubierta de barro mientras el rey intentaba calmar a los vecinos y el presidente era agredido y tenía que abandonar el lugar no se olvidan.
A esos instantes y al sufrimiento de las víctimas se ha referido el rey Felipe VI. "Hemos comprobado —y entendido— la frustración, el dolor, la impaciencia, las demandas de una coordinación mayor y más eficaz de las administraciones. Porque todas esas emociones —las que conmueven y reconfortan y las que duelen y apenan— surgen de una misma raíz: la conciencia del bien común, la expresión del bien común, o la exigencia del bien común".
El rey reconoce pues la frustración de los vecinos de las zonas afectadas y su dolor, sus expresiones de rabia, contra los que reclaman una exigencia de bien común, de protección ante la catástrofe. Y que reaccionaron con virulencia en ocasiones cuando se sintieron abandonadas
El rey se pone en su piel y señala que "las personas que perdieron la vida y los desaparecidos merecen todo nuestro respeto y no debemos olvidar nunca el dolor y la tristeza que han dejado en sus familias. Miles de personas vieron cómo lo que hasta hacía poco era su pueblo, su barrio, su trabajo, su casa, su negocio, su escuela, quedaban reducidos a escombros o incluso desaparecían. Un hecho difícil de asumir, pero del que todos deberíamos poder sacar las enseñanzas necesarias que nos fortalezcan como sociedad y nos hagan crecer".
No olvida tampoco el rey destacar cómo la DANA hizo resplandecer en España, de nuevo, el sentimiento de solidaridad "en su sentido más puro y más apegado a lo concreto, la hemos reconocido día tras día en el trabajo ingente de voluntarios anónimos y de servidores públicos".
Porque el monarca hace un llamamiento a evitar el olvido a las víctimas, algo que ocurre cuando el foco de la noticia se va. "No debemos olvidar nunca aquellas primeras imágenes de la riada que todo lo arrasó, los rescates de personas, algunas enfermas, ancianas o agotadas, que trataban de salir de sus coches o se refugiaban en tejados y azoteas. También vimos a quienes abrían sus casas para acoger a los más vulnerables, oponiendo a la fuerza implacable del agua y del lodo la fuerza abrumadora de la solidaridad y de la humanidad. Vecinos, voluntarios, equipos de protección civil, bomberos, cuerpos de seguridad, Fuerzas Armadas, ONG’s, y también empresas que organizaron colectas y donaciones, movilizando incluso su personal y maquinaria".
Ha hecho especial énfasis el rey Felipe VI en la labor de los jóvenes, que con palas en la mano, acudieron en ayuda -junto con toda la sociedad- de sus conciudadanos "que nos ha llenado de orgullo acudiendo en masa para dar lo mejor de sí en las calles de los pueblos afectados por la DANA".
El rey deja claro que es el bien común, lo realmente esencial, que la sociedad sí tiene claro, lo que debe perseguir la labor pública: "por encima de las eventuales divergencias y desencuentros, prevalece en la sociedad española una idea nítida de lo que conviene, de lo que a todos beneficia y que, por eso, tenemos el interés y la responsabilidad de protegerlo y reforzarlo". Es lo que, reconoce, "algo que la Reina y yo hemos podido constatar y valorar aún más a lo largo de esta década de reinado".
No ha olvidado tampoco el rey la importancia de la Constitución, "nuestra gran referencia en España", en el camino del país en base al diálogo, el acuerdo, la concordia. Y en este sentido ha lanzado un rotundo mensaje. "Un pacto de convivencia se protege dialogando; ese diálogo, con altura y generosidad, que debe siempre nutrir la definición de la voluntad común y la acción del Estado. Por eso es necesario que la contienda política, legítima, pero en ocasiones atronadora, no impida escuchar una demanda aún más clamorosa: una demanda de serenidad". Eso es lo que pide a los políticos y a la sociedad, mientras reconoce que la inmigración y la vivienda son los dos problemas más acuciantes a los que se enfrenta la sociedad y la democracia liberal. Cuyo arma más poderosa será la tolerancia, el diálogo y el consenso.
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