El 11 de marzo de 2004, Madrid quedó sacudido por uno de los atentados terroristas más devastadores de su historia reciente. Los eventos de ese día comenzaron temprano por la mañana y se desarrollaron rápidamente, dejando tras de sí un profundo impacto en España, pero también en el mundo entero.
La cronología de los atentados comienza antes del amanecer, cuando varios trenes partieron, uno desde Guadalajara a las 06:45 y tres más desde Alcalá de Henares poco después. A las 07:37, la tragedia se desató cuando tres bombas explotaron en el tren 21431 en la estación de Atocha, seguidas un minuto más tarde por explosiones en otros trenes en las estaciones de El Pozo y Santa Eugenia, y otro minuto después cuatro bombas más en un único tren en la calle de Téllez, cerca de la estación de Atocha. Estas explosiones fueron meticulosamente planificadas para coincidir con la hora punta de la mañana, apuntando a causar el máximo daño y caos.
El impacto inmediato de las explosiones fue catastrófico. Los primeros informes de las explosiones llegaron al 112 a las 07:36:47 desde la Estación de Santa Eugenia, seguidos rápidamente por llamadas desde Atocha y El Pozo. Los servicios de emergencia se movilizaron rápidamente, pero la magnitud de la tragedia sobrepasó las capacidades iniciales de respuesta. Los dos primeros heridos llegan a los hospitales de Gregorio Marañón y Doce de Octubre a las 07:59, y a las 08.00 se cortan por completo las líneas de metro 1 y 9.
No pasa mucho antes de que los hospitales cercanos comiencen a recibir heridos críticos, en concreto a las 08:15, incluso antes de que se pudiera comprender completamente la magnitud del desastre. Solo 15 minutos después se activó el Plan de Catástrofes Hospitalario, que suspende toda actividad clínica no urgente, además de las altas hospitalarias, y llama a todo el personal sanitario para que haya asistencia suficiente. A las 08:43 se instala un hospital de campaña en un polideportivo junto a la calle Téllez, y desde las 08:45 a las 09:45 se produce el pico de llegada de pacientes leves y graves a los hospitales cercanos.
Para las 09:25, la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid hizo un llamamiento a los ciudadanos para donar sangre, reflejando la urgente necesidad de asistencia médica para las víctimas. Tres minutos después, a las 09:28 se instala un nuevo hospital de campaña, esta vez junto a la estación de Santa Eulalia. A las 10:30 la Audiencia Nacional anuncia que se estima en 125 las víctimas de estos atentados, y poco después las líneas telefónicas quedan colapsadas por el volumen de llamadas. A partir de las 11:20 empiezan a trasladarse los fallecidos al Pabellón Sexto de IFEMA, y comienzan a llegar los cadáveres a las 12:35 de la mañana, cerrando una mañana catastrófica y, tristemente, inolvidable.
Los ataques no solo afectaron a las víctimas y sus familias sino que también dejaron una huella indeleble en la psique colectiva de la sociedad española. Alcalá de Henares, de donde partieron tres de los cuatro trenes atacados, y las estaciones de El Pozo y Santa Eugenia, se convirtieron en símbolos de la tragedia. El ataque afectó a personas de todas las edades y procedencias, incluyendo trabajadores que se dirigían a sus empleos, estudiantes, y personas que simplemente estaban en el lugar equivocado en el momento equivocado. La comunidad de Alcalá de Henares, en particular, sintió profundamente el impacto, ya que muchos de los fallecidos residían en esta área.
Este atentado marcó un antes y un después en la política y sociedad españolas, evidenciando la vulnerabilidad ante amenazas terroristas y la necesidad de políticas de seguridad más robustas. La tragedia del 11M sigue siendo un día de luto y recuerdo para España, una fecha para recordar a las víctimas y reafirmar el compromiso con la paz y la seguridad.