Se cumple un año de la investidura de Alfonso Fernández Mañueco como presidente de Castilla y León. Una semana después daría paso al primer Gobierno de coalición de PP y Vox. Una fotografía tóxica de la que el entonces flamante presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo, huiría para no coincidir físicamente con Santiago Abascal y no contaminar así su perfil de centralidad y moderación. Feijóo consiguió endosar la responsabilidad de abrir la puerta del poder regional por vez primera a la extrema derecha a la herencia recibida de Pablo Casado a pesar de que el defenestrado Casado dio orden a Mañueco de vetar el pacto con Vox.
Doce meses después el PP de Feijóo se asoma a la misma encrucijada y ahora la posible entrada de la formación de Abascal en ejecutivos regionales y municipales de la mano de Partido Popular sí computará en la cuenta política del gallego. Las encuestas son tozudas y señalan que el cambio pasa por sumar con Vox tras las elecciones del 28 de mayo.
Castilla y León se ha convertido en el banco de pruebas de lo que pueden ser los futuros gobiernos del PP con Vox superada la noche electoral del 28M. Sería el caso de Castilla-La Mancha, Valencia o Aragón aunque en esta última comunidad autónoma el candidato popular, Jorge Azcón, ha prometido dejar gobernar al PSOE si finalmente es la lista más votada siempre y cuando ese compromiso sea recíproco.
Un destacado dirigente del PP de Castilla y León que ya tiene 'callo' durante este último año de Gobierno con VoxLa clave aconseja a los barones regionales del PP que no tengan complejos. No hay discusión posible si hay que elegir entre gobernar aunque sea con la extrema derecha o irse de cabeza al banquillo de la oposición. "Si me das a elegir entre Gobierno de coalición o la oposición pues está claro, Gobierno de coalición. Prefiero un gobierno en solitario pero es una cuestión aritmética. Como dijo Andreotti el poder desgasta al que no lo tiene. ¿Hay dificultades? Claro. También las hay en gobiernos con mayoría absoluta", señala.
Feijóo ha dado libertad a sus barones regionales para que gobiernen “con lo que puedan” y aunque el modelo a seguir es Andalucía, allí donde sumen con Vox habrá gobierno. Una mochila con una pesada carga para Feijóo de cara a las elecciones generales de final de año si quiere seducir a los votantes socialistas indecisos, aunque desde Génova intentarán descargar la responsabilidad de los pactos en cada uno de los territorios.
La clave es "amarrar bien" el acuerdo subraya a NIUS uno de los responsable de cerrar los dos últimos gobiernos de coalición en Castilla y León. Primero con Ciudadanos en 2019 y hace un año con Vox. "Lo que tienen que hacer es amarrar bien el pacto de Gobierno y tomarse su tiempo. Nosotros lo amarramos bien. Parece un manifiesto del PP. Tienen que negociar bien", insiste. "Nuestro acuerdo de gobierno es homologable con cualquier Gobierno del PP en solitario. No creo que el Gobierno de Juanma Moreno sea netamente mejor con el Gobierno de PP-Vox en Castilla y León". añade esa misma fuente.
Mientras Santiago Abascal pone al presidente Mañueco como “ejemplo para el PP” por presidir “el mejor Gobierno de España”, Alberto Núñez Feijóo ha optado por desplegar un cortafuegos entre Génova y el Gobierno de Castilla y León que le preserve de los incendios que prende el vicepresidente de Vox, Juan García-Gallardo, de mes en mes. Y eso que el último, la ‘peineta’ a una procuradora socialista, no le tuvo a él como protagonista sino a Alfonso Fernández Mañueco.
Sólo unas semanas antes el Ejecutivo regional estuvo a punto de saltar por los aires a cuenta del protocolo antiabortista que intentó imponer García-Gallardo dejando al descubierto las enormes dificultades del PP para gobernar con Vox. Mañueco se vio obligado a dar garantías a Génova de que no habían cambiado los protocolos sobre el aborto mientras la extrema derecha amagaba con romper el Gobierno de coalición.
Desde la presidencia de la Junta se esfuerzan por diferenciar entre el trabajo desplegado por los tres consejeros de Vox de los que no tienen queja, y el vicepresidente sin cartera Juan García-Gallardo embarcado en la misión de marcar con la impronta ideológica de Vox la acción de Gobierno de la Junta aunque sea a costa de tensar las costuras de la coalición. "Lo de la gestión y la economía les aburre. Sólo están preocupados de la ideología", confirma un dirigente que comparte Consejo de Gobierno con los de Abascal.
Gallardo ha llamado “imbécil” y “presunto delincuente” al expresidente de Ciudadanos, Francisco Igea; ha negado la violencia de género y vinculado la despoblación que sufre Castilla y León con el “sexo por placer” y se ha intentado cargar el diálogo social en la región. A una procuradora socialista con discapacidad le dijo que la iba a tratar como “una persona normal”.
"Nosotros nos estamos inmolando por el Partido Popular y por España", ironizan desde el entorno del presidente Mañueco dispuesto a aguantar contra viento y marea los tres años que restan de legislatura.
Hace un mes Alfonso Fernández Mañueco hacía un balance positivo de este primer año de Gobierno con la extrema de derecha. “Hoy estamos mejor. Castilla y León es una comunidad política de primera”, afirmaba.
PP y Vox se disputan los logros del Ejecutivo de coalición. Para los de Abascal esto es clave porque Castilla y León es el único escaparate con el que cuentan para demostrar que son capaces de tener responsabilidades de Gobierno.
Presumen de menos paro (es la tercera comunidad con menos desempleo de España), menos impuestos (es la segunda región por detrás de Madrid con el tipo de IRPF más bajo y menos impuestos propios), jornada de 35 horas para los funcionarios de Castilla y León, y sus primeros presupuestos aprobados a pesar de que la derecha se equivocara al votar las cuentas regionales.
Las leyes estrella de Vox: la ley de de violencia intrafamiliar y la ley de Concordia que impulsa la formación de extrema derecha, siguen sin aprobarse. No verán la luz hasta después de las elecciones generales para evitar problemas a Feijóo. "Después de intentar engañarnos con el aborto no queremos broncas con la violencia de género o la memoria histórica antes de las elecciones generales. Ellos lo intentarán pero no nosotros no lo vamos a permitir", confirman a NIUS desde el entorno del presidente Mañueco.
En Génova ya han avisado. No están dispuestos a “tragar con cualquier cosa”.