Los bares de la España vaciada piden subvención: "es el único lugar que muchos tienen para socializar" y donde hay días en que se sirven "tres cañas"
El Congreso ha dado luz verde a tramitar la inclusión de bares de pueblos de menos de 200 personas en la Economía Social
Alex, responsable del bar de Bueña, en Teruel: "Hay días que no servimos más de tres cañas"
Carnes Ortega, quedaba servicio ambulante a cincuenta pueblos de la España vaciada ha echado el cierre porque ya "pagaban por trabajar"
"No son simples bares, tienen una función social y son el único sitio donde los habitantes de algunos pueblos pueden socializar un poco o hacer alguna actividad", aseguran a NIUS desde Teruel Existe, que acaba de llevar al Congreso una iniciativa para que los bares de pueblos de menos de 200 habitantes puedan recibir ayudas propias de la "Economía social".
La propuesta se hará realidad, porque ha sido apoyada en la primera votación del Congreso, pero todavía queda un largo camino de trámite parlamentario que a muchos de esos locales se les va a hacer largo.
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"En invierno, hay muchos días que servimos tres cañas y nada más", explica Álex Hernández a Nius desde Bueña, el pueblo de 52 habitantes, en la provincia de Teruel, a donde se fue para tener una vida mejor que en Madrid. De aquel éxodo, el segundo de su vida, hace ya un año.
Álex, venezolano, casado y con tres hijas, llegó a España en 2016 y lo intentó en Madrid: "Todo es muy caro allí, apenas conseguíamos salir adelante", explica. Así que cuando vio la oferta para quedarse con el bar de Bueña decidió solicitarlo, porque las condiciones eran buenas: un local municipal por el que no había que pagar; vivienda gratis durante un año y con un alquiler de 150 euros al mes a partir del primer año (que de momento no le han cobrado); pago a medias con el Ayuntamiento de la luz; y la tranquilidad que se respira en esa localidad de la comarca del Jiloca, a medio camino entre Zaragoza y Teruel.
Las niñas, de doce, ocho, y tres años, están "encantadas" en un pueblo donde sólo comparten protagonismo con otro niño, de origen marroquí. Los cuatro son los representantes de la infancia en esa localidad a la que han llevado aires nuevos y sabores venezolanos.
Pero claro, la tranquilidad tiene el reverso de la escasa clientela. Así que Álex y su mujer no dejan de buscar fórmulas. Desde hace algún tiempo, el bar es también la panadería y ahora están gestionando la posibilidad de que sea una tienda "multiservicio" que pueda atender a los habitantes del pueblo. Y a todo eso, hay que sumar que preparan comidas y cenas que suelen reunir a bueñenses, pero también a habitantes de pueblos cercanos: "Se me da bien la cocina", asegura Alex que sirve tanto platos españoles como venezolanos.
En realidad, la titular, y la que asume el pago de autónomos es su mujer, y él cuando vuelva a salir la plaza, optará a ser el aguacil del pueblo. Pero mientras, ayuda en el bar y se hace cargo de él junto a ella.
De hecho, en octubre ganó el concurso del azafrán de Monreal del Campo, la capital de esa delicia gastronómica, situado a 27 kilómetros de Bueña. El plato que preparó, junto a otro cocinero de Calatayud fueron unas Hallacas, plato típico venezolano que en esta ocasión estaba fusionado con la cocina del Jiloca y aderezado con Azafrán.
La integración de sabores es una de las vías con las que la familia Hernández trata de salir adelante en la España vaciada que, a su juicio, recibe "pocas ayudas". y que salvo en fiestas y alguna semana en verano, apenas tiene gente que pueda consumir en estos establecimientos.
Los Ayuntamientos hacen todo lo que pueden, porque saben la importancia de estos locales. "Hace poco un alcalde decía que para él es peor que cierre el bar que que cierre la escuela, porque para ir al colegio se ponen autobuses, pero la gente mayor sólo tiene el bar para relacionarse y salir de casa, y en estos pueblos, si algo abunda es la gente mayor", asevera un miembro de Teruel Existe.
Las ayudas de la Economía Social
La integración de estos locales en la llamada Economía Social no supone una inyección económica de ayudas. Lo que supone es que ellos puedan organizar programas sociales desde el propio establecimiento por los que recibirían subvenciones. Serían iniciativas en torno a las personas, mayores, etc.
"Nosotros siempre estamos con ellos", explica Álex que lleva meses siendo el anfitrión de las partidas de cartas, del taller de memoria o que organiza encuentros en días tan señalados como el 8 de marzo o el día de Santa Águeda.
"Hay que aprovechar las fechas", porque además, "hay que pagar autónomos, y eso sí que se paga íntegro y está a punto de subirnos", dice Álex, como portavoz de una familia que al menos por ahora, se quiere quedar en Bueña.
Otra persona que conoce bien la realidad de la zona es Beatriz Martín, bueñense, senadora de Teruel Existe y defensora a ultranza de la inclusión de estos locales en la Economía Social. Ella nos explica que la medida que proponen también incluiría a las tiendas multiservicio o los establecimientos que dan servicio a esos pueblos a través de la venta ambulante, como panaderos, pescaderos o carniceros.
Beatriz explica que en verano, la población de Bueña puede llegar a 300 personas, pero que eso sigue siendo muy poco para un negocio que es más que un negocio: "Es el único centro de sociabilización que existe, ahí se hacen las reuniones, el taller de memoria y muchas más cosas".
Entre esas cosas, explica la senadora, si están considerados dentro de la economía social, "podrán hacer muchas más actividades, generar más actividad y recibir ayudas para esos gastos inevitables, como la luz, el agua o los autónomos".
Muchas familias vienen ilusionadas a hacerse cargo del bar, pero cuando llevan uno o dos años se acaban yendo (Beatriz Martín, senadora de Teruel Existe)
Beatriz conoce bien a la familia Hernández y a otras que han emprendido aventuras similares en pueblos de la zona. Asegura que muchas familias llegan ilusionadas para hacerse cargo de estos bares, pero que "cuando llevan uno o dos años, se acaban yendo".
Por eso, considera fundamental que se incrementen las ayudas que eviten que la España vaciada lo esté aún más: "Cuando lo propusimos, hubo bastante revuelo y agradecimiento. "Queremos es que sepan que sabemos que cuesta venir, y ayudarles a que se queden", asegura desde el otro lado del teléfono el mismo día en que se la iniciativa llegaba al Congreso.
Ahora solo espera que la tramitación parlamentaria se cumpla y se lleve adelante más pronto que tarde, porque no sería la primera vez que una propuesta presentada por ellos es aceptada y luego perdida por el camino.
Tarde para los Ortega, la carnicería ambulante que servía a 50 municipios y ha echado el cierre
Puede que esta iniciativa salve a más de una familia y haga mejor la vida en más de un pueblo, pero a los que no les va a servir de nada es a los hermanos Ortega, carniceros que daban servicio a 50 pueblos por venta ambulante y que han tenido que cerrar sus tres establecimientos en Alcoroches, Alustante y Orihuela del Tremedal, situados en Guadalajara y Teruel. También han echado el cierre a la fábrica donde hacían embutidos.
Hasta hace dos semanas, la bocina del camión frigorífico de Gerardo indicaba que había llegado el carnicero, y que a lo mejor hasta traía algún encargo de otro tipo que algún vecino había hecho. Su problema no fue la escasez de clientela, sino que después de crecer mucho para conseguir ampliarla, los gastos se han comido un negocio que podía facturar un millón de euros anuales.
Gerardo Ortega echa la culpa a la crisis, a la subida de la luz, del gasoil, del género, y a las exigencias que les hacían desde Sanidad, que suponían un esfuerzo económico inviable para él y sus dos hermanos y socios.
Este comerciante de tercera generación, es escéptico con la política: "están diciendo siempre que van a dar y que van a dar, pero después de que te vuelves loco haciendo 20.000 papeles, te pagan cuando te pagan", apunta mientras ironiza con las próximas elecciones: "Muchas palabras, pero hechos ningunos, no te echan una mano", dice amargamente.
Gerardo afronta estos días un cambio de vida con el que no contaba. A sus 60 años, quería jubilarse en su negocio, pero se ha dado por vencido y ahora tendrá que buscar trabajo como conductor por cuenta ajena o algo similar.
En la línea de lo que explicaba Beatriz, Gerardo cree que la situación en estas localidades va a peor, porque antes había gente que pasaba el verano entero en su pueblo. Pero ahora, eso se ha reducido a agosto, así que "por mucho que muevas, no te llega, y acabas pagando para trabajar".
En su empresa, tenían nueve trabajadores fijos y en verano tenían que buscar ocho o nueve más. Pero esos tiempos pasaron y el camión que hace 20 años les costó 130.000 euros, y por el que no recibieron ayudas, ya no es rentable.
"La única manera de funcionar es tenerlo todo abierto, así que lo hemos cerrado todo" lamenta Gerardo que en los últimos días no ha dejado de despedirse de clientes que no daban crédito. "Ya solo me queda meda morirme, primero dejó de venir el panadero y ahora tú", le exclamó una mujer cuando Gerardo le dio la noticia. Otra, se le echó a llorar en una despedida que duele por igual a las dos partes.