Con el veto a las pelotas de goma utilizadas por las Fuerzas de Seguridad, como principal punto de fricción, la falta de acuerdo entre los socios del Gobierno y el Ejecutivo de Pedro Sánchez dio al traste con la posibilidad de reformar la Ley de Seguridad Ciudadana del Gobierno de Mariano Rajoy, conocida como ley mordaza. Pero sólo 24 horas después, fuentes de ERC -responsabilizadas del fiasco- planteaban una posibilidad para enmendar el entuerto. Sería una nueva proposición de Ley, pactada con Bildu y Podemos, que incluya la prohibición de esos proyectiles, las devoluciones en caliente y el castigo a las desobediencias y faltas de respeto a los agentes.
La proposición, en cualquier caso, tendría tan difícil ser aprobada como la reforma de la ley mordaza. Si lo segundo ha quedado bloqueado por la la falta de apoyo apoyo de los diputados de ERC y Bildu, lo primero se encontraría con el rechazo de los diputados del PSOE que se ha resistido a vetar ese material antidisturbios. En definitiva, es muy complicado que vea la luz, también por una cuestión de tiempos.
Lo cierto es que la Ley de Seguridad Ciudadana no hace una sola referencia a esos elementos, porque el uso del material antidisturbios está reglado por cada cuerpo. Pero el debate es antiguo por las consecuencias que ha tenido su uso. La más grave, en 2012, la muerte de Íñigo Cabacas en Bilbao, tras un partido de fútbol entre el Athletic y el Schalke 04. A partir de ahí, la Ertzaintza empezó por prohibir el uso a las patrullas no especializadas y se comenzaron a utilizar las balas de foam, o de espuma, que no son inocuas pero sí más "precisas". Lo mismo se hizo en los Mossos d´Esquadra y en la Policía Foral de Navarra.
Fuentes policiales consultadas, por su parte, defienden que las pelotas de goma son el método más efectivo para evitar disturbios y aseguran que sin ellas harían falta muchos más agentes y habría muchos más heridos, tanto por la parte de los manifestantes como por el lado policial. Eso sí, inciden en que deben utilizarse bien, porque su uso "requiere especialización, entrenamiento, formación y reciclaje de material".
Por su parte, este mismo martes, Amnistía Internacional emitía un informe global. Según esos datos, en los últimos 20 años, "el uso de proyectiles de impacto cinético de goma grandes e intrínsecamente imprecisos, del tamaño de pelotas de tenis, ha causado al menos una muerte por traumatismo craneal y lesiones graves a 24 personas, incluidos 11 casos de lesiones oculares graves". Los datos parten del grupo de campañas Stop Balas de Goma.
No está en la Ley de Seguridad Ciudadana, sino en reglamentos de los cuerpos policiales. En el caso de la Policía Nacional, la utilización está detallada en una circular de 2013 que como las pelotas de goma como "último escalón del protocolo" para mantener "expeditos determinados espacios o contrarrestar las actividades de los alborotadores" y siempre de manera "progresiva".
En el caso de la Guardia Civil, su reglamento es similar. Tras la tragedia del Tarajal, además, los agentes de fronteras recibieron la orden verbal de no utilizarlas.
Los tres cuerpos policiales autonómicos con competencias, Mossos, Ertzaintza y Policía Foral de Navarra utilizan las balas de foam. En Cataluña los Mossos sólo usan las pelotas de espuma desde 2013, salvo ocasiones muy excepcionales. Noestán vetadas ni a la Policía ni a la Guardia Civil, porque sus reglamentos son para todo el territorio.
En el caso de Ertzaintza se mantiene la utilización de las pelotas de goma en casos "muy muy muy muy muy" excepcionales, y lo habitual es utilizar balas viscoelásticas.
En Navarra, lo mismo. Los forales utilizan foam y reservan las pelotas de goma para casos muy excepcionales.
El joven de Basauri Iñigo Cabacas recibió un pelotazo de la Ertzaintza el 4 de septiembre de 2012 tras un partido de fútbol en el campo de San Mamés. Tras cuatro días en coma, falleció por traumatismo craneoencefálico, poco antes de cumplir los 29 años. El oficial Juan José de Pablo fue condenado a dos años de cárcel, que se suspendieron, y cuatro de inhabilitación por homicidio imprudente.
Tras aquello, se restringió el uso de las pelotas de goma y las patrullas de Ertzaintza ya no pudieron seguir usándolas. Se limitó a las fuerzas de intervención especial.
Ester Quintana no perdió la vida, pero sí un ojo, durante las protestas por la huelga general del 14 de noviembre de 2012. Su caso avivó el debate que ya había comenzado con la muerte de Cabacas. A partir de ahí, los Mossos empezaron a utilizar las balas de espuma que siguen usando.
Un informe de ese mismo año, elaborado por el Observatorio del Sistema Penal y los Derechos Humanos de la Universidad de Barcelona, calculó que en tres años había habido hasta siete casos de personas que habían perdido un ojo. En el caso de Quintana también hubo juicio, pero no se localizó ni al agente que disparó ni al que dio la orden de hacerlo.
El 6 de febrero de 2014, unos 40 migrantes intentaban llegar por mar al a playa del Tarajal, en Ceuta para salvar la distancia entre Marruecos y España. Procedían del África Subsahariana, pero quince de ellos murieron en el agua. Sus muertes no fueron causadas por los impactos. Murieron ahogados tras el lanzamiento de 156 pelotas de goma y cinco botes de humo de ocultación.
La tragedia del Tarajal llevó a Interior a prohibir su uso a los guardias civiles de frontera, a la hora de repeler las entradas masivas en Ceuta y Melilla. La Fiscalía no acusó a los agentes que lanzaron los proyectiles, pero sí lo hicieron algunas asociaciones pro-derechos humanos. Primero la Audiencia Provincial de Cádiz y después el Supremo, consideraron que no había una causa efecto y archivaron el caso abierto contra 16 miembros del Instituto Armado.