La presidenta de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, recibía este viernes el cinturón negro de judoka honorífica tras varias semanas repartiendo estopa contra los médicos, los sindicatos, el presidente Pedro Sánchez y la izquierda en general. Pero también contra sus socios preferentes de Vox por “alinearse” con la “ultraizquierda” en dos cuestiones especialmente sensibles para la lideresa madrileña y que pueden hacerle daño electoralmente: el escándalo de las residencias de mayores durante la pandemia y la caótica gestión de las urgencias extrahospitalarias en la región.
No es casual. De fondo está la pugna a cara de perro entre PP y Vox por seducir al mismo electorado a menos de 200 días para las elecciones autonómicas de mayo. A Isabel Díaz Ayuso sólo le vale ganar por mayoría absoluta si quiere jugar en la primera división de la política nacional. De momento ninguna encuesta publicada –ni las más favorables- se la otorga aunque colocan a Ayuso muy cerca de conseguirla.
“Está en una campaña nacional pero no a corto plazo .Tiene que sacar una mayoría absoluta de cara a posicionarse de cara a lo que venga. Puede ser dentro de un año o de nueve dependiendo de lo que haga Feijóo en las generales. Ahora está en juego quién es el barón de barones. Ahora mismo es Juanma que tiene mayoría absoluta en Andalucía y a ver quién le iguala. Ella tiene que conseguir esa mayoría absoluta si quiere aspirar a algo más”, explica a NIUS un barón popular que conoce bien las tripas del partido.
Si en las autonómicas de hace año y medio Ayuso cimentó su victoria sobre el trasvase de 272.000 votos procedente de la izquierda y medio millón de Ciudadanos, en Sol concluyen que ahora su margen de crecimiento sólo será posible por su derecha una vez que los naranjas han sido barridos de Madrid y queda muy poco por rebañar ahí. “Al PSOE no le puede quitar y de Ciudadanos ya no quedan ni los huesos (su candidato Edmundo Bal sólo consiguió un 3,57% de los sufragios y no consiguió entrar en la Asamblea regional). Tiene que ir a por Vox y por eso hace las declaraciones que hace . Para ver si araña ahí un poco”, continúan esas mismas fuentes.
En campaña permanente, la lideresa madrileña lleva semanas elevando el tono con mensajes que van desde mezclar el cambio climático con el comunismo, a acusar a su némesis, el presidente Pedro Sánchez, de “querer meter a la oposición en la cárcel como en Nicaragua”, "echar a la Guardia Civil", instaurar una “república laica de facto” y acabar con el reinado de Felipe VI, pasando por su compromiso de blindar el Valle de los Caídos como reclama Vox, porque es “un símbolo de todos”.
“Sabe que eso le da votos. Sólo puede coger votos de Vox y por eso sube el tono”, cuenta uno de sus colegas de partido. Unas declaraciones que dinamitan la estrategia de Feijóo de “moderación”, “centralidad” y “sosiego”. A sus compañeros de baronías les incomoda el tono empleado por la lideresa madrileña. Consideran que el modelo Ayuso “no es exportable” a sus territorios y apuestan por ganar en sus respectivas comunidades y ayuntamientos con la receta más amable y menos de trinchera de Juanma Moreno. En expresión de un barón popular que dice que cogió prestada al propio Feijóo, "Madrid es una olla a presión a punto de estallar", y eso a ella ya le va bien.
Perciben en este exceso declarativo cierto nerviosismo por lograr una mayoría que la iguale con Juanma Moreno en Andalucía y temen que pueda perjudicar sus intereses electorales. “Estas cosas a mí no me gustan nada. A Isabel su estrategia le da votos pero en mi comunidad somos más parecidos a Andalucía”, confiesa otro dirigente territorial consultado por NIUS. "Es una estrella del Rock", comenta otro resignado, mientras un tercero le aconseja "controlar sus obsesiones".
Isabel Díaz Ayuso ha virado aún más a la derecha arrebatando a Vox algunas de sus banderas tradicionales. Desde el negacionismo climático a la defensa del Valle de los Caídos o su recuperada fe cristiana desde que es presidenta de la Comunidad de Madrid como le confesó hace unos meses a Bertín Osborne. Eso además de estar dispuesta a dar todas las batallas ideológicas y culturales que hagan falta contra Pedro Sánchez. Es como funciona mejor.
Vox asiste con preocupación como conforme se acerca la fecha de las elecciones Ayuso les deja sin espacio en el tablero político y ha decidido sacar colmillo. En plena negociación de los presupuestos regionales Rocío Monasterio, su líder en Madrid, ofreció a la izquierda la creación de una comisión de estudio para abordar las necesidades sociosanitarias en las residencias de mayores y de discapacitados en la región. Ayuso montó en cólera y les reprochó que se hubieran pasado al bando de la izquierda. Los de Abascal recularon 48 horas después.
Hace quince días Monasterio rechazó el plan del Gobierno de Ayuso de reapertura de las urgencias extrahospitalarias, y tras la manifestación masiva del domingo pasado en defensa de la sanidad pública la líder de Vox cargó contra ella y le recetó "criticar menos" y "escuchar más" a los médicos. Ayuso contratacó de forma feroz. "Es muy fácil ser de Vox. No hacer nada y criticarlo todo", les espetó.
Vox intenta así marcar perfil propio para no morir asfixiado por el abrazo del oso la lideresa madrileña. En las elecciones de Madrid de 2021 resistieron al ciclón Ayuso. Las encuestas publicadas hasta el momento indican que los de Abascal aguantan el tirón aunque Ayuso está más cerca de la ansiada mayoría absoluta a pesar de la crisis sanitaria.