Después de cuatro años sin solución, en la judicatura nadie se atrevía a fiarse del todo de que la última negociación entre PSOE y PP para renovar el CGPJ era la buena. Lo ocurrido el jueves por la noche da la razón a los que tenían sus reservas, que eran la mayoría. Una vez naufragadas las negociaciones entre los dos partidos, la mayoría vuelve a coincidir en los calificativos a la situación creada: "Estamos sorprendidos", "es alucinante", "un mazazo", "desesperante", "muy preocupante", son las primeras palabras que responden varios miembros de la cúpula judicial consultados por NIUS.
No sólo eso, casi todos coinciden en su análisis temporal y creen que "esto no se va a arreglar antes de las elecciones", que serán dentro de algo más de un año.
Si eso se confirma, estaremos hablando de cinco años en funciones, es decir, el doble del tiempo para el que fueron designados los vocales, que hoy se preparan "sorprendidos", para seguir en un órgano donde cada vez hay más tensión y hartazgo.
Ante el panorama que se abre, a nadie de fuera del CGPJ le extrañaría un golpe sobre la mesa, una especie de renuncia en bloque para forzar la máquina hasta hacerla estallar. Sin embargo, no habría unanimidad para hacerlo. La inmolación total "no se ha planteado", aseguran fuentes del CGPJ. "Tenemos que cumplir con nuestras obligaciones", responden otras.
Pero la indignación es absoluta. Y está por ver qué ocurre en el próximo pleno, la semana que viene, en el que sin duda abordarán su propia continuidad, después de cuatro años en funciones y puede que otro más.
La posibilidad de la renuncia en bloque la plantearon tres vocales progresistas hace dos años. Pero no prosperó. Ahora, los ánimos están más caldeados, pero los progresistas tienen claro que "o todos o ninguno", que no se van a ir ellos dejando a la mayoría conservadora como única capitana del barco que gobierna a los jueces, aunque últimamente haga aguas.
En el pleno del Consejo, sí hay unanimidad en el enfado por el bloqueo. Pero en otros asuntos, las posturas están encontradas. Más allá de lo que ocurra con su propio futuro, tienen que ver qué hacen con el Tribunal Constitucional, donde hay que cubrir cinco vacantes. Al CGPJ le corresponde designar a dos de esos magistrados.
Hasta ahora no había habido acuerdo, porque el sector conservador no encontraba un nombre "adecuado" y esa renovación quedó en manos de los negociadores políticos, que señalaron al magistrado del Supremo y ex fiscal general del Estado Julián Sánchez Melgar.
Su nombre podría salir ahora del CGPJ y salvar al menos una de las tareas pendientes a la espera de un desbloqueo que hoy por hoy parece lejano.
En el Tribunal Constitucional los adjetivos caen en cascada: "Ha caído como una bomba", "un mazazo", "es desesperante", responden desde el tribunal de garantías, cuya renovación se había incluido en la negociación entre PP y PSOE.
Al TC tienen que llegar cinco magistrados. Uno debe ser nombrado por el senado para cubrir la baja de Alfredo Montoya; dos los debe designar el Gobierno; y otros dos son los del CGPJ.
Desde junio, hay cuatro mandatos prorrogados, incluidos los del presidente y el vicepresidente. No es mucho tiempo, si lo comparamos con otras renovaciones anteriores o con el bloqueo del Poder Judicial, pero la situación es inédita, porque si hay una designación que nunca se había retrasado era esta.
En cuanto al nombramiento que debe hacer el Senado, también se queda en el aire porque "quizás Feijóo ha perdido la oportunidad de incluir a un juez gallego y amigo suyo, porque no tiene mayoría en el Senado", comenta una fuente consultada.
En cualquier caso, en el Constitucional hay decepción y preocupación: "Nosotros estábamos confiados en que se iba a solucionar todo y esto ha caído como una bomba, porque las perspectivas son muy malas", responde a NIUS uno de sus miembros.
El tribunal había aparcado algunos asuntos claves o delicados, a la espera de la renovación, por ejemplo la ley del aborto o el recurso del exdiputado de Unidas Podemos Alberto Rodríguez: "Estábamos ocupándonos de asuntos de trámite. Esto está provocando una parálisis importante" que no puede continuar, insiste la misma fuente.
En cuanto a la situación del propio CGPJ, contundencia: "Está pudriéndose por dentro, los vocales tienen una legitimación escasa para tomar medidas, porque sus competencias están legalmente reducidas" analiza un magistrado.
A nadie se le pasa por alto que nadie llega a los escalafones más altos de la justicia en plena juventud. Y son precisamente los puestos de esos escalafones, los que debe nombrar el CGPJ. Por eso, el veto a sus nombramientos está complicando especialmente la rutina del Supremo, donde consideran que la ruptura de las negociaciones es "alucinante" y "muy preocupante, porque nadie hace nada, ni siquiera a modo provisional".
En el Supremo, la media de edad supera los 60 años y sus miembros se van jubilando. La última en hacerlo, hace una semana fue Mª Luisa Segoviano, presidenta de la Sala de lo Social. Con su marcha, quedaron 16 vacantes, el 20% del total de una plantilla de 81 magistrados. Pero lo malo es que pronto habrá más.
En algunas salas, la situación es "desesperante". La de lo Contencioso está mal, pero la de lo Social, afirman fuentes jurídicas, está peor: "De trece jueces, faltan cinco, casi un 40%, estamos muy muy preocupados y además un poco molestos parece que nadie le inquieta, nadie busca soluciones, ni siquiera provisionales", responden a NIUS desde el Alto Tribunal.
Además, en esa sala, que se ocupa de conflictos entre trabajadores y empresas, cada vez hay más asuntos y más complejos. "El trabajo no sólo crece a nivel cuantitativo, sino también cualitativo porque hay leyes nuevas que hay que estudiar", añaden las fuentes citadas, que aseguran que en el Supremo la preocupación es máxima y así se lo han hecho llegar al ministerio, aunque aseguran que "nadie ha arbitrado nada".
"Imagina que en el Consejo de Ministros faltara el 40% de sus miembros. Todo el mundo se plantearía formas de llenar ese vacío, pero a nosotros nos pasa y nadie hace nada", zanja nuestro interlocutor.
En otras salas, como la de lo Penal, tienen margen antes de empezar a preocuparse. En verano se jubilará el magistrado Miguel Colmenero, pero por ahora, en esa sala todo está tranquilo, aunque ya se sabe, cuando las barbas de tu vecino veas pelar... Algunos ya están poniendo las suyas a remojar, porque hoy es día de decepción entre los jueces y nadie da un duro por una renovación antes de las próximas elecciones. Es más, hay quien apunta a que después de las elecciones tampoco esto tiene porqué cambiar: "¿Y si el PP gana y el PSOE se venga negándose a negociar?", aventura un magistrado sólo unas horas después del naufragio del acuerdo.