Han pasados dos años desde que escuchamos hablar por primera vez en España del mosquito Aedes japonicus, una especie procedente de Japón. Cómo llegó se desconoce a día de hoy, pero lo que parece claro es que se ha asentado y su cifra ha ido multiplicándose entre las sombras. Si no teníamos suficiente con el mosquito tigre y la avispa asiática que ha causado varias muertes en Galicia, este verano sumamos la creciente preocupación por el japonicus.
La plataforma Mosquito Alert, que se define como “un proyecto de ciencia ciudadana cooperativo sin ánimo de lucro con la ayuda de diferentes centros de investigación públicos”, ha avisado del riesgo de la presencia de este insecto invasor en Cantabria y Asturias. Su adaptabilidad le ha permitido sobrevivir a bajas temperaturas y las recientes lluvias le han beneficiado mucho. De hecho, no se descarta que lo veamos este verano en otras comunidades aledañas.
A diferencia del tigre (Aedes albopictus), que requiere de espacios cálidos para proliferar, al japonicus le da igual. Su único requisito es la humedad. Además es más de campo que de ciudad, y más de picar a animales que a personas, por lo que tardamos más en darnos cuenta de que está ahí. Le vale un charco, un río, un tapón con agua o una grieta en tu jardín después de un chaparrón. Cualquier mínima acumulación de agua le beneficia.
España no es el único país donde se ha dejado ver en los últimos años. De hecho, se está haciendo con Europa. Se han percatado de su presencia en el norte de Francia, Suiza, Alemania, Holanda, Hungría, Eslovenia y el norte de Italia, informa Mosquito Alert, y en nuestro país ha encontrado su hábitat ideal en las provincias del Cantábrico, que sepamos.
Supone un peligro porque, aunque no suele hacerlo, puede transmitir enfermedades víricas. El consuelo es que, a pesar de expandirse más rápido y más fácilmente que el mosquito tigre o el mosquito de la fiebre amarilla, las enfermedades que puede contagiar son menos graves. “El virus que transmite mejor es el de la fiebre del Nilo Occidental”, dice esta plataforma.
Para diferenciarlo lo más fácil es fijarse en las líneas doradas de su tórax. Su color es más claro que el del tigre y su tamaño ligeramente más grande. Si encuentras un mosquito que coincida con esas características en una zona rural y fresca, lo más seguro es que se trate del japonicus. Puedes informar de su presencia en un lugar a través de la web de Mosquito Alert. Gracias a la colaboración ciudadana supimos que había llegado a España por primera vez en junio de 2018. Fue en el municipio asturiano de Siero.