Más de 200 personas han organizado una marcha fúnebre para despedirse de otra víctima del calentamiento global: el glaciar Pizol. Caminaron durante dos horas para llegar a lo que queda del glaciar, situado a unos 2.600 metros de altura.
Los visitantes dieron discursos acompañados del sonido de trompas albinas mientras colocaban ofrendas florales en el lugar. También, utilizaron algunas de las rocas que forman parte del Pizol para escribir en el suelo RIP. Otro pedía la ayuda de Dios para combatir el cambio climático.
La situación de este glaciar es irreversible, y se estima que en 2030 ya no quedará nada de él. Desde 2006 perdió entre el 80% y 90% de su extensión. Pero aun así, el objetivo de los que organizaron el funeral es concienciar de que otros glaciares todavía pueden salvarse.
La ceremonia de despedida se produjo al mismo tiempo que líderes mundiales se reunían en la ONU para debatir acciones destinadas a frenar el cambio climático.
En Suiza, más de 500 glaciares han desaparecido desde 1850. Este acto conmemorativo se ha producido un mes después de que Islandia conmemorara la primera muerte de un glaciar en su territorio.