El tiempo inestable y, en general, húmedo de este mes de junio y de parte de mayo no es casual. El índice NAO está detrás de este patrón tan atípico de finales de primavera y arranque de verano.
Nos visitan más borrascas y se descuelgan más bolsas de aire frío por la NAO ha entrado en una fase negativo cuando habitualmente está en positivo en esta época del año. De mantenerse así, el verano tendría unos tintes diferentes a los que hemos venido sufriendo en 2019 o 2018.
Estas siglas responden a la Oscilación del Atlántico Norte. Para entendernos, hace referencia al encaje de altas y bajas presiones en nuestra zona del hemisferio norte. En función de cómo se coloquen estas piezas, ese índice puede ser positivo o negativo. Cuando sucede lo primero en época invernal, y además persiste, da paso a meses donde el frío brilla por su ausencia, así como las nevadas y las lluvias. Mientras que, si es negativo, tenemos un tiempo más propio de aquella estación.
Lo normal es que vaya basculando y cambie y que se torne en positivo con tiempo estable en nuestra latitud de cara a verano, con un anticiclón azoriano bien fuerte y posicionado imponiendo sol, altas temperaturas e invasiones de aire cálido de origen sahariano.
Sin embargo, este 2020 no está sucediendo así porque la NAO + persistió de forma anómala en invierno y, como cabía esperar, llegó la NAO – en pleno confinamiento. Este patrón, según las últimas previsiones de diferentes organismos meteorológicos, puede mantenerse en los próximos meses más o menos fuerte.
Nada de verano. Nos habíamos acostumbrado a meses de junio que más bien parecían de julio o principios de agosto.
Y, junio es un mes aún primaveral y de antesala del verano. No obstante, con la NAO en fase negativa vamos a seguir registrando bandazos con tormentas frecuentes, bajones de temperatura y poco calor, salvo el que pueda llegar a finales de mes para estrenar oficialmente el verano meteorológico.
La peor parte se la seguirá llevando el tercio norte y el noroeste peninsular con temperaturas por debajo de los 20 grados, tormentas frecuentes y días de lluvia alternados con paréntesis de sol.
En el resto, vamos a despedir junio con tiempo más estable, pero con pocos registros más allá de los 30 grados y posibilidad de que las tormentas sigan haciendo acto de presencia.
A pesar de la NAO en negativo, el tiempo será veraniego. De hecho, todo apunta a que de producirse alguna ola de calor, que sería no normal, tendrá lugar en estas fechas.
En este contexto, el norte va a seguir inmerso en tiempo poco veraniego con contrastes marcados entre tiempo tranquilo y llegada de lluvias. El extremo norte peninsular se quedaría más cerca de la marca de los 20 grados que de registros próximos a los 30.
En el resto, se mantiene una alta probabilidad de tormentas, gracias a esa puerta abierta a la humedad del Atlántico y la formación de bolsas de aire frío. Lo más destacado serán los contrastes térmicos pasando de días de calor intenso a temperaturas bajas para la época.
De mantenerse esa NAO -, la última quincena del mes de agosto sería una pasarela al otoño con temperaturas que, en general, serán más bajas de lo normal casi sin excepción.
Esto no significa que vaya a hacer frío, sino que los modelos no indican que vayamos a tener una sucesión o una alta probabilidad de olas de calor o registros extremos. Teniendo en cuenta que los días son más cortos y la incidencia de la luz solar empieza a decrecer, el reflejo en las temperaturas sería evidente.
En conclusión, si este patrón insiste en continuar, que parece que sí a juzgar por las altas temperaturas del Ártico y el tiempo más estable en latitudes poco habituadas al tiempo seco, el verano 2020 podría darnos un respiro de calor extremo en España frente a las previsiones de altas temperaturas, por encima de la media, en el resto de Europa.