El confinamiento ha alargado el periodo invernal de nuestro sistema pigmentario, que provoca una disminución drástica de vitamina D, una carencia con importantes efectos fisiopatológicos que inciden, sobre todo, en la capacidad de respuesta del sistema inmunitario. Durante más de dos meses apenas ha habido posibilidad de una exposición solar y cuando se ha podido salir a la calle se ha hecho bajo una intensidad de UV bastante alta, más parecida al del verano que la primavera. Por ese motivo, los dermatólogos inciden en seguir una serie de recomendaciones para una fotoprotección adecuada y una exposición sana y responsable.
Uno de los consejos médicos durante el encierro provocado por la crisis sanitaria del coronavirus ha sido la necesidad de aumentar los niveles séricos de vitamina D para fortalecer el sistema inmune y no dejarlo expuesto a patógenos como el COVID-19. Desde la Sociedad Española de Médicos Generales y de Familia se insistió en que la ciudadanía dedicara diariamente entre 10 y 15 minutos al día a exponerse a los rayos solares desde sus terrazas, balcones o ventanas, con cuidado de no quemarse.
Sin embargo, muchos no han podido seguir estos consejos y, de repente, en medio de la desescalada se exponen a rayos de alta intensidad con unos niveles de melanina muy bajos. "En esta época del año es cuando la gente más se quema, ya que la piel no está acostumbrada al sol y nos exponemos a intensidades de radiación ultravioleta de nueve o diez al día, las más altas", advierten José Aguilera y María Victoria Gálvez, profesores del Departamento de Dermatología de la Universidad de Málaga.
En este mismo sentido coinciden desde el Grupo de Fotobiología de la Academia Española de Dermatología y Venereología (AEDV), para los que el aislamiento y la desescalada aumentan el riesgo de sufrir quemaduras solares. "El confinamiento ha frenado los procesos de melanogénesis (síntesis de la melanina), así como de hiperqueratoris (engrosamiento de la capa externa de la piel) e hiperplasia epidérmica (inflamación) como respuesta gradual de aclimatación lumínica de la piel, lo que la hace más sensible a las radiaciones solares más energéticas y agresivas (UV)", subrayan desde la institución. Asimismo, también se podría ver condicionada la respuesta fotoinmunológica de la epidermis, de tal manera que podría aumentar la alergia al sol.
En los meses iniciales de primavera, justo cuando no podíamos salir a la calle, la temperatura ambiental moderada invita a la exposición solar con ropa, mientras que, tal y como indica AEDV, a partir de mayo, cuando empezó la desescalada, la mayor temperatura induce a la exposición con menos vestuario cuando el UVI está ya en los máximos anuales. "En esta época aparecen episodios de picos de altas temperaturas que pueden agravar las lesiones cutáneas causadas por la radiación solar", añaden.
Los especialistas coinciden en tomar una serie de medidas y nuevas rutinas que no pongan en peligro la piel y garanticen los efectos beneficiosos del sol. Al igual que consultamos la previsión meteorológica en el móvil o en medios, los especialistas sugieren que antes de salir a la calle consultemos el índice UV local a través de aplicaciones específicas.
Asimismo, se recomienda una exposición gradual para "facilitar la adaptación de la piel a nivel pigmentario, grosor y respuesta inmunológica a las altas incidencias solares", indican Aguilera y Gálvez.
Por otra parte, aconsejan el doble uso de sombras. Por una parte, utilizar estos espacios para minimizar la exposición directa. Además, se puede usar la sombra individual como indicador de incidencia de radiación solar. Es muy sencillo, si la sombra que proyectas es más pequeña que tu altura, el índice UV es alto y, por lo tanto, hay riesgo de quemadura.
Utilizar textiles de punto y colores oscuros porque bloquean mejor la radiación, también gorras y sombreros con ala ancha, gafas de sol homologadas y sombrillas.
Es aconsejable el uso de cremas solares con factores de protección solar altos (30-50 FPS), aplicarlas 10 minutos antes de la exposición y reaplicarlo cada dos horas en condiciones de exposición continuada.
Es primordial una óptima hidratación ante las altas temperaturas porque la pérdida de líquidos es muy grande.
Evitar la exposición directa de bebés menores de 12 meses, además de utilizar fotoprotectores con FPS muy altos.
Los deportistas o aquellas personas que trabajen al aire libre deben cumplir con la fotoprotección tópica, llevar ropa adecuada y cubrir la cabeza.
Por último, las personas con fotosensibilidad, pacientes polimedicados, inmunodeprimidos o con antecedentes de cáncer cutáneo se recomienda minimizar la exposición y aplicar medidas de fotoprotección integral.