Nueva Zelanda es noticia esta semana tras haber presenciado la erupción de su volcán más activo, el White Island, que ha acabado con la vida de varias personas y ha dejado a más de treinta hospitalizadas. Tras este fatal acontecimiento son muchas las teorías que tratan de explicar el motivo de la explosión, pero hay un dato concreto que podría guiar las hipótesis hasta su verdadero origen. ¿Es casualidad que la noche antes de la erupción el país batiese récord de descargas eléctricas? Los expertos ya tienen algunas respuestas.
Las casualidades dejan de serlo cuando lo que sucede tiene un sentido. Y esto exactamente es lo que se están cuestionando algunos científicos del Servicio Meteorológico de Nueva Zelanda (Met Service). Según ellos, veinticuatro horas antes del desastre, más de 100.000 rayos descargaron sobre las aguas circundantes de la isla neozelandesa White Island, la principal atracción turística del país.
Para entender sus explicaciones es necesario ser consciente de las diferentes causas por las que un volcán entra en erupción, aunque, al final, todo se reduce a un hecho muy sencillo. Para que esto se produzca, es necesario que se genere un cambio de presión dentro del cráter, que expulsa el magma de su cámara debajo del volcán, aunque el tipo más común de erupción suele producirse por el movimiento de las placas tectónicas. Cuando una empuja debajo de la otra, "el magma, los sedimentos y el agua del mar entran a la cámara, que finalmente se desborda y es lo que hace que el volcán erupcione arrojando lava al cielo", recoge el medio 'Strange Sounds'.
Según la agencia Met Service, "algunas de las descargas de electricidad se asociaron con las tormentas eléctricas severas sobre Westland". En esta línea, muchos expertos ya barajan la teoría de que esas tormentas eléctricas podrían haber cambiado la presión dentro de la cámara del magma del volcán, motivo por el que se pudo haber producido la explosión.
Multitud de científicos siguen estudiando las verdaderas causas de esta erupción, que dejó atónitos a los turistas que rodeaban la isla con barcos. De hecho, las imágenes en redes sociales reflejan la preocupación que generó la enorme columna de humo, que alcanzó más de 3.000 metros de altura. Sin explicación aún definida, los vulcanólogos temen nuevas erupciones, por lo que las autoridades neozelandesas han establecido un perímetro de seguridad y han cancelado todas las excursiones y actividades que se suelen realizar en la isla.