Si algo bueno tiene el frío es que regala paisajes únicos y blancos que dan auténtica paz. En zonas del mundo donde el invierno transcurre a temperaturas glaciares, el hielo es constante y las formas que este adopta, infinitas. Las flores de escarcha se producen a no más de -22ºC y son frecuentes en los océanos de la Antártida y el Ártico. Basta un viento en calma y unas grietas en la capa helada para moldear su curiosa figura, y su interior esconde partículas que revelan secretos de las profundidades del mar. Te contamos todo sobre este fenómeno 'frozen'.
Las flores de hielo o escarcha sólo se dan en zonas extremadamente gélidas del planeta, cercanas a los polos. Pueden darse sobre aguas saladas o dulces si las condiciones son las óptimas. Su forma responde a un proceso en el que intervienen vapor de agua, sal y partículas como polvo en suspensión o polen, además de una temperatura por debajo de los -22ºC y unas fisuras en la capa de hielo.
Con estas condiciones, el proceso es una obra de arte de la naturaleza. De las grietas del hielo se deprende vapor de agua que, al entrar en contacto con el aire helador, se congela rápidamente sin pasar por estado líquido. A su vez, la sal que liberan comienza a cristalizar. Todo ello gesta lo que será el centro y la base de la 'flor'. A medida que el vapor sigue saliendo de entre las fisuras del hielo, se va concentrando alrededor mediante lo que se conoce como 'nucleación'.
A diferencia que el agua congelada del entorno, este jardín de hielo contiene en su interior gran cantidad de salmuera. Normalmente, lo que ocurre con la capa congelada, porosa, en estas regiones, es que 'rechaza' la sal al cristalizar, lo contrario que con estas 'flores'.
A medida que se van estructurando, estas figuras van atrapando en su interior, además de sal, bacteria marina y sustancias como polen del ambiente. Por ello, los científicos las consideran una vía para conocer mejor los secretos del océano.