El polvo del desierto está por todas partes. La calima, o partículas de arena que han viajado miles de kilómetros desde Burkina Faso y Benín, están tiñendo los cielos de naranja y depositándose en coches, tejados, carreteras… Pero, ¿Cómo de normal o de anómalo el episodio que estamos viviendo en España? ¿Tiene relación con el cambio climático?
La intensa entrada de polvo en suspensión procedente de África ha provocado un "extraordinario" episodio de calima que reduce la visibilidad, empeora la calidad del aire y que ha cubierto de arena amplias zonas de la Península, según informa la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), que no ve nada de normal en el paisaje marciano que adorna prácticamente toda España.
El portavoz de la Aemet y meteorólogo Rubén del Campo destaca cómo en ciudades tan distantes como Granada, Madrid o León la visibilidad se vio reducida este martes, 15 de marzo, a menos de cuatro kilómetros. "Es un episodio extraordinario por su intensidad, pero lo va a ser también por su persistencia, ya que está previsto que continúe llegando polvo en gran cantidad durante lo que queda de martes y durante el miércoles", señala.
En ese contexto, explica que la masa de polvo no solo afectará a la Península, en particular al sur, este, centro y oeste, sino que en las próximas horas también llegará hasta Holanda o el noroeste de Alemania.
La situación está motivada por la borrasca Celia, que es un área de bajas presiones centrada en el Golfo de Cádiz desde donde impulsa los vientos intensos procedentes del desierto del Sáhara, muy cargados de polvo, ya que en el desierto están soplando vientos con intensidad y estos levantan la superficie de la arena de la superficie, que se queda en suspensión. Y ese polvo en suspensión ha viajado por niveles bajos de la atmósfera hasta la Península.
La calima es relativamente frecuente en esta época del año en Canarias, aunque quizá no en estas cantidades y durante tantos días. También ocurren con cierta frecuencia en las islas Baleares, aunque lo hacen más en verano.
En León, Madrid o Bilbao, por el contrario, hay que echar la vista atrás unas cuantas décadas para recordar un episodio de calima igual. Es cierto que hemos tenido polvo sahariano en otras ocasiones, pero no en capas tan bajas de la atmósfera -por debajo de los cuatro kilómetros- y con concentraciones tan elevadas.
El hecho de que las partículas sean tan numerosas explica que la arena esté por todas partes, ya que estas caen por gravedad en lo que se conoce como fenómeno de "deposición seca", por lo que muchas ciudades han amanecido con una capa de polvo importante sobre coches y sobre el suelo.
En otras zonas, también, se está produciendo una "deposición húmeda", por las lluvias de barro que estamos viendo.
Un estudio de la Aemet estimó que, entre 2004 y 2009, hubo polvo en suspensión hasta un 30 por ciento de los días en el sureste del país; un 18 % de los días en el centro y un 10 % de los días en el noroeste peninsular, aunque menos intensas que la actual. En cuanto a si esta es o no la entrada más intensa que se ha producido en la Península desde que hay registros, el portavoz de la agencia no se muestra del todo seguro. Ha habido entradas de polvo muy relevantes con anterioridad.
En Murcia, por ejemplo, en los episodios que dieron lugar a lluvias de barro entre 2003 y 2017, el máximo espesor óptico de aerosoles -una medida de la cantidad de polvo en la atmósfera que interfiere en la llegada de radiación solar- fue de 1,9 unidades. Mientras para esta tarde se espera un espesor óptico de aerosoles previsto para la Región de Murcia podría superar incluso las 3 unidades.
"Está claro que se trata de una entrada de polvo en suspensión muy, muy intensa, pero no contamos con datos demasiado extendidos en el tiempo", comenta Del Campo. Sí confirma, en cambio, que este es un episodio muy significativo, extraordinario e intenso.
Sin embargo, ha agregado que "tampoco está clara" la relación entre el cambio climático y un incremento de estos episodios de polvo en suspensión ni la tendencia en la Península, Baleares y Canarias, pero en los últimos cien años la superficie fuente del polvo, es decir, el desierto del Sáhara, ha aumentado su extensión alrededor de un diez por ciento.
De ese modo, explica que terrenos más ávidos suponen una mayor fuente de partículas de polvo y con el cambio climático y su aumento de temperaturas que conlleva, también aumenta las áreas lo que influye en estos episodios de polvo en suspensión, la frecuencia e intensidad de los patrones meteorológicos, es decir, la profundidad de las borrascas y su ubicación.
El portavoz comenta que precisamente la ubicación y la intensidad de las borrascas son las que originan los vientos necesarios para que llegue el polvo en suspensión hasta la Península y, en ese sentido, ve "muchas incertidumbres" sobre las variaciones que el cambio climático puede estar provocando en estos patrones de frecuencia e intensidad de las borrascas que favorecen la llegada de polvo a España.
En cuanto al perjuicio para la salud, el portavoz de la Aemet avisa que la calima además de reducir la visibilidad empeora "notablemente" la calidad del aire, con un índice “desfavorable” y “extremadamente desfavorable” en buena parte de la Península Ibérica previsto este miércoles, sobre todo en el sureste, zona centro y noroeste peninsular.
"Está demostrado que la inhalación de estas partículas puede provocar diversas afecciones respiratorias y circulatorias, especialmente en personas con patologías previas. Por lo tanto, conviene extremar las precauciones mientras persista el episodio", aconseja.