En gran parte de Europa la sequía invernal empieza a plantear problemas para el suministro tanto en el campo como para la población. Las escenas de lagos y ríos vacíos, y las montañas sin nieve son raras para el verano, mientras que son algo insólito en marzo. Los gobiernos hablan de una crisis de agua cada vez más preocupante, que probablemente tendrá serias consecuencias en primavera y verano.
Francia está viviendo su inverno más seco de los últimos 60 años. El déficit de precipitaciones ronda el 25 % en toda la estación, y fue especialmente acusado en el mes de febrero, cuando solo llovió una cuarta parte de lo habitual. La escasez se hace evidente en unos de los lagos más importantes del país, el Lac de Montbel, a los pies de los Pirineos franceses, que está prácticamente seco, tras vaciarse más del 80 % de su cuenca.
En total, Francia tuvo 32 seguidos sin lluvias significativas este invierno. En el país vecino, nueve de los últimos 12 meses habría tenido precipitaciones hasta un 85 % por debajo de lo normal. El gobierno está preparando un plan para abordar el problema, que supondrá la ampliación de las restricciones que ya se imponen en cuatro departamentos.
Los paisajes marrones no son habituales tampoco a los pies de los Alpes italianos. Lagos como el de Garda ahora están tan secos por la falta de lluvias y la escasez de nieve en la cordillera que permiten caminar sobre sus tierras agrietadas. Los visitantes pueden ahora llegar a pie hasta la isla de San Biagio, que habitualmente solo es accesible en barca.
El Rin, en Alemania, también da pista de la gravedad de la sequía. Muchos barcos no pueden ahora navegar por sus aguas hacia Europa central como habitualmente harían.
En España, Barcelona ha dejado de regar sus parques tras declararse la fase de excepcionalidad por la sequía en los municipios que se abastecen de las cuencas de los ríos Ter y Llobregat, que se encuentran por debajo del 30 % de su capacidad.
Gran parte de Europa vivió su verano más seco de los últimos 500 años en 2022. La sequía en el hemisferio norte el año pasado fue al menos 20 veces más probable por el cambio climático, según un estudio del servicio World Weather Attribution, lo cual quiere decir que estos periodos extremos de escasez son cada vez más comunes.
No hay que echar mucho la vista atrás para encontrar la anterior gran sequía a la de 2022. En 2018, una gran sequía generalizada en el norte y centro de Europa puso en estado de “alerta” a Dinamarca, Inglaterra, Países Bajos, Bélgica, Francia, Noruega, Suecia, Estonia y Letonia, donde la vegetación sufrió un estrés hídrico que condujo a una disminución en el rendimiento de los cultivos de algunas hortalizas de hasta un 50 %.
También se vieron afectados otros países, como Polonia, donde casi el 65 % de las tierras cultivables sufrieron la sequía.
Desde ese 2018 hasta este invierno, las aguas subterráneas han ido disminuyendo a niveles alarmantes en Europa, como expone un reciente estudio liderado por el Instituto de Geodesia de la Universidad de Tecnología de Graz (Austria) y otras instituciones europeas, que se publica en la revista Geophysical Research Letters.
"Hace unos años, nunca habría imaginado que el agua sería un problema aquí en Europa, especialmente en Alemania o Austria. Aquí estamos teniendo problemas con el suministro de agua; tenemos que pensar en ello", decía en un artículo uno de los autores, Torsten Mayer-Gürr, del Instituto de Geodesia de la Universidad Tecnológica de Graz.