Se dice que “nunca llueve a gusto de todos”, pero hay algo sobre la lluvia en lo que suele coincidir todo el mundo: su aroma nos encanta. Lo que quizá no sabías es que ese olor tan característico se llama “petricor”, un nombre que se refiere al perfume de la tierra mojada, y la ciencia ha explicado por qué nos gusta tanto.
Petricor es el nombre de un aceite que se libera de la tierra al aire cuando llueve, que empapa las rocas y hace que estas emanen el característico olor.
Ese “aceite” natural que llamamos petricor y que pone nombre al aroma de la lluvia se origina por la mezcla de geosmina, una sustancia química producida por una bacteria (Streptomyces), y el ozono. Estas bacterias no solo nos regalan esa fragancia tan agradable cuando llueve, también se utilizan para crear antibióticos comerciales.
Si bien los animales también pueden oler la lluvia, lo cierto es que quienes más lo percibimos somos los humanos. Nos gusta tanto que hace décadas, allá por 1960, la lluvia ya se vendía como fragancia en Uttar Pradesh, India. Esto llegó a oídos de dos investigadores, Isabel Bear y RG Thomas, y fue entonces cuando empezó a utilizarse la palabra “petricor”. A día de hoy cada vez es más usado como ingrediente en perfumes.
La palabra petricor viene del griego “petra” (piedra) e “ichor” que, en la mitología griega, es la sangre etérea de los dioses.
Como decimos, fueron los investigadores Bear y Thomas quienes primero describieron el petricor e indagaron en su procedencia y otras características. En una publicación científica aseguraron que este olor parece más intenso y duradero cuando llueve sobre un suelo seco, ya sea porque se trata de una región árida o a causa de una sequía.
“Existe alguna evidencia de que el ganado afectado por la sequía responde inquieto a este ‘olor a lluvia’”, escribieron.
Hay teorías que dicen que el gusto por el olor a lluvia podría ser algo heredado, dado que nuestros antepasados que dependían del clima lluvioso para la supervivencia reconocían este aroma tan embriagador.