Dentro del cerebro de un adolescente: "Hay que entender que están en un momento crítico"
Diana Al Azem es profesora, escritora y fundadora de la plataforma Adolescencia Positiva
Acaba de publicar un libro donde ofrece las claves para comprender y manejar de forma positiva el nuevo paradigma de la adolescencia
La falta de comunicación y entendimiento de los padres hacia la adolescencia es uno de los principales problemas que surgen en las familias
¿Por qué se enfada tanto? ¿Por qué ya no muestra cariño? ¿Cuándo empezó a volverse narcisista? ¿Qué puedo hacer frente a su impulsividad? ¿Y frente a su parsimonia? Estas, y mil preguntas más, nos asaltan cada día en nuestra convivencia con adolescentes y nos instalan en la duda permanente, si tiene demasiados amigos o muy pocos, si ha dejado de ser obediente o si lo estamos sobreprotegiendo, cómo decirle que no, hasta dónde establecer límites, cómo gestionar su relación con las pantallas y con los estudios... Y, sobre todo, cómo aprender a gestionar nuestra propia sensación de culpa en tantas y tantas situaciones cotidianas.
Diana Al Azem, profesora, escritora y fundadora de la plataforma Adolescencia Positiva acaba de publicar ‘¡Quiero entenderte!’ (Plataforma Editorial), un libro que da algunas herramientas para ayudar a los padres a acompañar en la adolescencia a sus hijos sin caer en el drama.
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Pregunta: ¿Qué principales problemas, dudas y preocupaciones muestran los padres y madres a los que acompañáis en vuestra plataforma Adolescencia Positiva?
Respuesta: Si tuviera que hacer un listado con las principales preocupaciones de los padres, empezaría por la falta de comunicación con sus hijos/as adolescentes que a su vez conlleva una escasa gestión de emociones y aumento de conflictos
En segundo lugar diría que el uso excesivo de pantallas y redes sociales. Los padres están muy preocupados por la dependencia de sus hijos hacia los dispositivos electrónicos, videojuegos o redes sociales y su impacto hacia la falta de motivación y consecuentes problemas académicos. También nos escriben mucho con cuestiones relacionadas con las amistades, malas compañías y las relaciones tóxicas. La influencia del grupo de amigos o la exposición a relaciones poco saludables también son temas recurrentes. Y para acabar, es preocupante la ansiedad, estrés o problemas de salud mental que muchos jóvenes sufren por diferentes razones.
P: Uno de los capítulos se titula “qué ha sido de mi bebé”. ¿Qué suele ocurrir a los padres en esta etapa, por qué cuesta tanto desprenderse del “bebé” y aceptar el crecimiento de los hijos? ¿Qué resistencias hay?
R: Durante la adolescencia, los padres suelen enfrentar un duelo emocional al tener que desprenderse de la imagen del "bebé" que cuidaron durante años y aceptar que su hijo está creciendo y construyendo su propia identidad. Este proceso genera resistencias porque implica perder cierto control sobre sus vidas, enfrentarse al miedo de que tomen decisiones equivocadas y asumir que su rol como protectores cambia. Además, muchos padres experimentan inseguridades sobre si han hecho "lo suficiente" para prepararlos para el mundo, lo que puede intensificar la dificultad de soltar y confiar en su autonomía.
P: Supongo que no en todos los casos, pero es un rasgo común que los adolescentes no se muestran cariñosos. ¿Por qué ocurre esto?
R: Aunque no sucede en todos los casos, sí es bastante común que los adolescentes dejen de mostrarse cariñosos debido a que están en un proceso de construcción de su identidad y buscan marcar distancia de sus padres para reafirmar su independencia. Por otro lado, sienten la necesidad de ser vistos como adultos y pueden percibir las muestras de afecto como algo "infantil" o que atenta contra su imagen frente a los demás. Esto no significa que no necesiten el cariño de sus padres, simplemente lo manifiestan de maneras más sutiles y, en muchas ocasiones, en privado.
P: ¿Cómo son los adolescentes y por qué se comportan de esta manera?
R: Los adolescentes son jóvenes en pleno proceso de cambio y construcción de su identidad, dotados con una mezcla de energía, curiosidad, inseguridades y emociones intensas. Su comportamiento se explica, precisamente, por los profundos cambios físicos, hormonales y cerebrales que están atravesando, los cuales afectan su capacidad de regular emociones, tomar decisiones y controlar impulsos. ¿Quién no se sentiría así con tales cambios?
Al mismo tiempo, buscan independencia y autonomía, lo que puede llevar en muchas ocasiones a momentos de desafío en la relación con los padres, como cuestionar normas o mostrar actitudes rebeldes. A esto se suma la influencia del entorno social y su necesidad de pertenecer al grupo de iguales, lo que muchas veces determina sus decisiones y comportamientos. Aunque puedan parecer distantes o conflictivos, su forma de actuar refleja una etapa crucial de desarrollo hacia la adultez.
P: Dicen los expertos que hay que entender el funcionamiento madurativo de su cerebro para entenderles mejor, ¿qué opinas?
R: No puedo estar más de acuerdo. Como dice la Dra. Marian Rojas, ”comprender es aliviar”. Para mí ha sido clave comprender la evolución de su cerebro y así entender por qué los adolescentes son impulsivos, emocionales y, a veces, toman decisiones sin medir las consecuencias. Saber esto también permite a los padres ser más pacientes, interpretar sus reacciones como parte de su proceso de maduración y acompañarlos con empatía, estableciendo límites claros pero comprensivos en lugar de reaccionar desde la frustración o el autoritarismo.
P: ¿Cómo podemos entenderlos y acompañarlos mejor?
R: Para entender y acompañar mejor a los adolescentes, es fundamental conectar con ellos desde la empatía, la paciencia y el respeto hacia su proceso de cambio. Esto implica escuchar activamente sin juzgar, mostrar interés genuino por lo que piensan y sienten, y validar sus emociones, incluso si parecen exageradas desde nuestra perspectiva adulta.
P: Hay padres que piensan que no necesitan acompañamiento en esta etapa, sin embargo, no es así, ¿verdad? ¿Por qué es tan importante esta fase como la infantil?
R: Para mí es un error pensar que los adolescentes no necesitan acompañamiento, ya que esta etapa es tan crucial como la infancia en su desarrollo, aunque de una manera diferente. Acompañarlos en esta etapa implica darles las herramientas para gestionar su autonomía de manera saludable, fortalecer su autoestima y construir una relación de confianza que les permita enfrentarse al mundo con seguridad, sabiendo que siempre tienen un punto de apoyo en casa. Es un momento crítico que define su camino hacia la adultez, y por eso es tan importante como los primeros años de vida.
P: Ahora, además, los padres se enfrentan a un reto que son las pantallas. ¿Cómo aconsejas tú gestionar su uso y qué estás viendo que es más efectivo?
R: Este tema daría para un libro entero. El reto de las pantallas es uno de los mayores desafíos actuales para los padres, pero se puede gestionar de manera efectiva con una combinación de límites claros, ejemplo positivo y diálogo constante.
Lo primero es establecer normas y horarios razonables para el uso de dispositivos, adaptados a la edad del adolescente y acordados en familia, ya que involucrarlos en la creación de estas reglas genera mayor compromiso. Es importante no demonizar las pantallas, sino enseñarles a usarlas de manera responsable, distinguiendo entre un uso productivo (estudios, hobbies, aprendizaje) y uno excesivo o nocivo (redes sociales sin control, videojuegos prolongados, etc.).
Lo que mejor funciona, sin lugar a dudas, es dar ejemplo: si los padres también limitan su propio uso y reservan momentos libres de tecnología, como las comidas o actividades familiares, se fomenta un ambiente de desconexión saludable.
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