Empieza 2025 y de nuevo los propósitos de Año Nuevo. Sabemos lo que estás pensando y tienes razón: es complicado cumplirlos. De hecho, está comprobado que de la lista que nos escribimos a nosotros mismos normalmente se cumple un 8% de esos propósitos. Ir al gimnasio, empezar una dieta, salir a correr, dejar de comer dulces, dejar de fumar, salir a caminar todos los días, escribir un diario, viajar más,… ¿Cuántos de esos propósitos quedaron atrás en tu lista de 2024? Para que este año no te desmotives, hemos consultado a un psicólogo cómo podemos conseguir ser más realistas y sinceros con nosotros mismos. Así lo han contado en el vídeo F. Concheiro, S. García y L. García.

“Marcarse propósitos al inicio del año podría resultar muy positivo, eso sí, deben ser realistas y estar alineados con nuestras capacidades de asumirlos reales y alineados con valores de vida. Digamos que estos objetivos pueden ofrecer una dirección y una motivación. Sin embargo, cuando las metas son poco claras, difícilmente alcanzables o impuestas por presiones externas, pueden generar frustración y sentimientos de fracaso.

La clave está en plantearlos con flexibilidad y adaptarlos, así como “partirlos” en pequeñas secuencias intermedias para poder ir celebrando logros, lo que en psicología llamamos “aproximaciones sucesivas””. Quien habla para la web de Informativos Telecinco es Jesús Linares Martín es Director del Máster Oficial de Psicología de Emergencias de la Universidad Europea de Madrid. 

Como decíamos, no vale de nada escribir una lista infinita de propósitos si luego no los vamos a cumplir. Por tanto, ¿cómo deberían ser esos propósitos para que podamos sostenerlos a corto y largo plazo en el tiempo? Él señala que deben ser específicos, es decir, saber exactamente qué queremos lograr (por ejemplo, "leer un libro al mes" en lugar de "leer más"; “hacer 10 mil pasos al día o salir a correr tres veces en semana” en lugar de “hacer más deporte”); o medibles, esto es indispensable para poder evaluar el progreso.

También señala que han de ser realistas, o ajustados a nuestras capacidades y recursos, y temporales: con un plazo razonable para cumplirlos. “Si puede ser, mejor con pequeñas etapas intermedias, partir los objetivos en mini-objetivos”. Y, por último, motivadores: que tengan un significado personal y conecten y se alineen con nuestros valores.

Y, si hablamos de lo que no debería ser un propósito de Año Nuevo, Jesús Linares, también lo tiene claro. Aquellos propósitos que no están bien definidos no suelen cumplirse. Por ejemplo, objetivos como “ser mejor persona” son muy amplios y quizá no sintetizan aquello que queremos conseguir. Añade a la lista aquellos que están basados en expectativas sociales o externas, es decir, hacer lo que todos hacen; o, por el contrario, demasiado exigentes o perfeccionistas como, por ejemplo, "perder 10 kilos en un mes”; y aquellos que sin margen para la adaptación según avance el tiempo y pueda cambiar el contexto.

Cada año es una oportunidad de comienzo, una oportunidad de conseguir aquella meta que se nos resiste o un nuevo reto que nos hemos marcado. Pero, el año tiene 365 oportunidades, ¿por qué decidimos siempre hacerlo el 1 de enero? Tiene una explicación. Según el psicólogo, “el inicio del año tiene un fuerte simbolismo psicológico: representa un borrón y cuenta nueva. Este momento nos da la sensación de empezar desde cero, lo que puede ser motivador. Sin embargo, es igualmente válido marcarse propósitos en cualquier momento del año. Lo importante es el compromiso con el cambio, no el momento en que se inicia. Otras fechas simbólicas, como un cumpleaños o el comienzo de una nueva etapa, un nuevo trabajo, casa, ciudad..., también pueden ser buenas oportunidades para plantear objetivos”.

Lamentablemente, muchas veces estos propósitos no se cumplen y se quedan en el cajón del desastre durante muchos meses o para siempre. La razón por la que no los cumplimos, o lo que dice la psicología es que hay una falta de realismo, porque somos demasiado ambiciosos o poco claros, porque hay una desconexión emocional de ellos. Es decir, que si ese objetivo tiene un significado personal seguramente sea más fácil de cumplir o, por lo menos, de mantener la motivación. También suele faltar la planificación y un exceso de perfeccionismo que nos hace abandonar el objetivo ante el primer contratiempo en lugar de ajustar el plan. Por último, otra de las razones de esta renuncia es que falta apoyo. Si logramos compartir esa propuesta en grupo seguramente podamos conseguir llevar a cabo ese compromiso. 

También para los niños y adolescentes es una gran idea siempre y cuando se adapten a su edad y capacidades, ya que como, cuenta este experto, los propósitos pueden enseñarles habilidades importantes como la planificación, la persistencia y la autoconfianza. Para que sean efectivos propone ayudarles a elegir metas pequeñas y alcanzables, acompañarlos en el proceso para que no se sientan abrumados; reforzar sus esfuerzos, no solo los resultados y hacerlos divertidos y con un significado.

¿Y qué pasaría si nos dejáramos llevar y vivir ese nuevo año sin metas? “Vivir sin metas puede ser liberador para algunas personas, especialmente si han experimentado agotamiento o mucha presión. Sin embargo, es importante distinguir entre "vivir sin expectativas" y "vivir sin dirección". Tener pequeñas intenciones o valores guía como cuidar de uno mismo o disfrutar más del presente puede ser una alternativa. Dejar fluir puede ser útil si lo hacemos con conciencia, pero es importante evitar caer en la apatía o la falta de propósito”, subraya Jesús Linares a la web de Informativos Telecinco.

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