¿Qué barreras impiden las escuelas sean inclusivas?

La educación es un derecho fundamental, pero no todos los niños y jóvenes tienen las mismas facilidades para acceder a ella. En este punto precisamente se incide desde la educación inclusiva, con la que se pretende reducir las diferencias que hacen que para algunos acceder a esa educación sea un camino mucho más complicado que para otros. 

“La educación inclusiva supone un modelo de educación que pretende atender a las necesidades de todos los niños y niñas, jóvenes y adultos, considerando especialmente aquellos casos en los que puede existir un riesgo de exclusión social”, establecen desde Educo, ONG de Cooperación Internacional por la Infancia. “No se trata solo de prestar atención a personas con discapacidad, sino a todo el alumnado, sin distinguir por la raza, la condición social, la cultura o la religión, entre otros aspectos”.

Cuáles son las principales barreras para tener escuelas inclusivas

La educación inclusiva trata de identificar y dar respuesta a la diversidad del alumnado, independientemente de cuál sea esta, por eso no siempre es sencillo, de hecho, suele encontrarse con algunas barreras que hacen que este objetivo, poder tener escuelas inclusivas, no sea sencillo. Existen diversos estudios que han analizado este tema, como el análisis de Miguel López Melero, Catedrático de Didáctica y organización escolar Universidad de Málaga, que establece tres barreras principales: políticas, culturales y didácticas. 

Al hablar de barreras políticas, hace referencias a las normas y leyes establecidas, que en ocasiones llegan incluso a ser contradictorias respecto a la educación de las personas, estableciendo que la administración debe ser coherente con las leyes y la puesta en práctica de las mismas. 

La barrera cultural habla de la actitud de clasificar y establecer normas o etiquetas entre el alumnado, lo que produce mayor segregación y discriminación. El tercero de los aspectos principales es el que hace referencia a la barrera didáctica, que son los procesos de aprendizaje. Por ejemplo, habla de que el aula no es considerada una comunidad de aprendizaje, sino una competición, que el curriculum académico se basa en el libro de texto y no en un aprendizaje para resolver situaciones o la importancia de un profesorado adaptado a la diversidad. 

Además de estas tres barreras existen muchas otras, por ejemplo, en el caso de los niños y jóvenes con discapacidad, la exclusión de los mismos de las aulas porque el cupo ya está lleno o la derivación a escuelas especiales es algo habitual. No suelen disponer de personal de apoyo, medidas de accesibilidad, apoyos o ajustes, o un Proyecto Pedagógico Individual para garantizar la inclusión. 

Encontramos barreras que también se ven en otros ámbitos, como el género o la migración, que a su vez engloba una serie de barreras, como el idioma, el racismo o las costumbres culturales. Las barreras socioculturales y económicas son otras de las que conviene tener en cuenta, sobre todo si queremos crear una escuela inclusiva donde todos los niños y jóvenes tengan las mismas posibilidades, sin que estas características se conviertan en obstáculos para su educación y su vida.