Rachel Harper es la directora del Saint Patrick´s National School, uno de los ocho colegios de Primaria de Greystones, localidad irlandesa situada a unos 30 km al sur de Dublín. Es un paraíso a orillas de las frías aguas del Canal de San Jorge, frente a las costas británicas. Ahora podría convertirse en el paraíso de una infancia sin móviles. Aunque no tiene hijos, Harper si tiene sobrinos de la misma edad que sus alumnos. Conoce por tanto de primera mano el uso que los menores hacen de los 'smartphones' y sabe que es un asunto que preocupa muchísimo a los padres. “Hace unos días, vino un padre a decirme: no dejaríamos a un niño entrar solo en un lugar desconocido lleno de adultos; siempre les pedimos que no abran la puerta a un extraño. ¿Cómo es posible que hayamos llegado a esto con los móviles? Es lo mismo”, explica Harper a Nius, desde el despacho de su colegio. Por eso se puso manos a la obra y comenzó a preguntar a cada uno de sus colegas si tenían la misma preocupación, si pensaban que las cosas estaban yendo demasiado lejos, y todos le dijeron que sí. “Entonces, vamos a hacer algo”, les dijo.
Lo primero que hizo Rachel Harper fue elaborar con su equipo directivo, mayoritariamente compuesto por mujeres, un protocolo sobre la necesidad de erradicar los móviles en los niños de Greystones. Cuando lo tuvieron listo, se lo mostraron a las Asociaciones de Padres y Madres de su escuela, un centro en el que estudian unos 400 alumnos. Recibieron una respuesta abrumadoramente positiva. Fue entonces cuando se decidieron a superar las fronteras de Saint Patrick´s School y compartir su iniciativa con los directores de los otros siete colegios de Primaria de Greystones.
La mecha había comenzado a arder y rápidamente recibieron la adhesión de toda la comunidad educativa de la localidad y, al igual que había ocurrido en su centro, también de las demás asociaciones de padres. En un abrir y cerrar de ojos, todos estaban de acuerdo. Habían vivido con angustia la penetración exponencial de los móviles en la infancia, primero entre los adolescentes y luego entre los niños, cada vez más pequeños. “Por supuesto, la plaga de los móviles entre niños de diez, once y doce años, es una realidad en Irlanda. Había que hacer algo”, declara Harper en la conversación que mantiene con Miguel Ángel Oliver, en este nuevo capítulo de “A ver si me he enterado”, el videopodcast semanal de Nius.
Lo más curioso es que todo el mundo ha reaccionado en Greystones con gran alivio. Madres y padres se sienten mucho mejor desde que pueden decir a sus hijos, que les preguntan una y otra vez, que han firmado un compromiso con el colegio para que no tengan teléfonos inteligentes. “Así, nos echan la culpa a nosotros y se quitan presión, al tiempo que educan a sus hijos en la necesidad de cumplir un acuerdo al que hemos llegado entre todos”, explica la directora. En efecto, los niños han perdido de esta manera una de sus principales bazas. Ya no pueden forzar a sus progenitores con la idea de que son los únicos que no tienen 'smartphones' en su grupo de amigos, que están marginados. “Lo más importante para un niño es la equidad. Ahora tienen tiempo para hacer otras cosas, para jugar en la calle, ir a bañarse, estar cara a cara con sus amigos o sus familias. Es fantástico que este verano la conversación en Greystones sea esta, paseando por el campo, en la playa o caminando por las calles”, concluye Rachel Harper, para quien es positivo por encima de todo que los padres y los menores puedan volver a reconectar y hablar entre ellos. “Ahora bien”, agrega, “la clave del éxito este verano es que todos nos pusimos de acuerdo al mismo tiempo. Los niños y las niñas saben ahora que, si quieren tener un teléfono, tendrán que esperar hasta Secundaria”.