El precio de la vivienda no da tregua y entre sus muchas consecuencias se dispara un fenómeno conocido como 'racismo inmobiliario'. El zonas en las que hay un gran volumen de inmigrantes, muchos propietarios de viviendas se niegan a alquilárselas en cuanto conocen sus nombres o el color de su piel. Informan Pelayo Ortíz, V. Garrués, V. Romero, G Sendra.
En el segundo trimestre del año la vivienda subió en España un 5,7 %. Según los datos del Ministerio de Vivienda por Comunidades, las mayores subidas las vuelve a tener Baleares, con un aumento del precio del 8,3 %. Lo mismo han subido en Aragón y han sufrido encarecimientos superiores al 7% a Andalucía, Madrid y la Comunidad Valencia.
Al margen del precio hay localidades en las que los inmigrantes tienen más complicado el acceso a una vivienda por el simple hecho de proceder de otro país. Ocurre por ejemplo en el municipio gerundense de Olot, donde existe una clara demanda de mano de obra, pero los arrendadores prefieren no alquilar a inmigrantes.
Muchos de ellos se ven obligados a buscar un sitio para vivir a varios kilómetros de donde trabajan porque nadie quiere alquilarles un piso. Las inmobiliarias excusan a los propietarios porque aseguran que muchos de ellos han sufrido malas experiencias, por lo que prefieren que sean nacionales.
Los propietarios van aún más lejos y acusan directamente a estos trabajadores inmigrantes de tener modos de vida, comportamientos y costumbres muy diferentes a los nuestros, pero sobre todo, porque dicen que destruyan las viviendas, que se creen que vive en la selva y que no cuida las cosas.
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