La juventud española se enfrenta sin miedo y con nuevas armas a un mercado laboral que les sigue negando el pan y la sal. En el tercer trimestre de 2019, la tasa de paro del grupo de población situada entre los 16 y 25 años era el doble que en el resto de grupos, llegando a situarse en el 33,2 %, según datos del Ministerio de Trabajo. Víctimas también de una mayor precariedad laboral, no dudan en darle la espalda a aquellas empresas que pagan bajos salarios, que tienen una ética no comparten o que no ofrecen horarios más flexibles.
Lorena Ronda es profesora de Marketing en la Universidad de Deusto. El pasado mes de julio presentaba su tesis doctoral en la Universidad de Comillas. Su trabajo buscaba saber qué llevaba a los jóvenes españoles a rechazar ofertas de trabajo. El enfoque cambiaba por completo la visión que tenemos de la juventud española más apegada al sofá, los videojuegos y la falta de compromiso y aspiraciones.
Ronda cree que "el salario nunca dejará de ser lo más importante" a la hora de decir sí o no a una oferta de empleo pero han empezado a irrumpir con fuerza otras variables que pueden llevar a muchas empresas a replantearse su política de recursos humanos o la forma en la que se presentan ante la sociedad.
Este cambio de criterio tiene que ver mucho con la crisis social que acompañó a la económica. La generación que se incorporó al mercado laboral, la milenial, en este tiempo de turbulencias ha sufrido de forma especial la crudeza de la falta de empleo y expectativas laborales. Crecidos y educados en la opulencia, la crisis les puso ante el espejo de un cruda realidad llevándoles a tener de reinterpretar a una velocidad de vértigo.
Estos jóvenes nacidos en las dos últimas décadas del pasado siglo son los últimos a los que el salario importa sobre todo. Un 28 por ciento apuntan a este elemento como decisivo para rechazar una oferta de trabajo, según el trabajado de Lorena Ronda. Una cifra que baja a partir de la siguiente generación, la 'Z', hasta el 25 por ciento al tiempo que suben otros dos elementos como son la ética de la empresa o corporación ofertante (15,8 %) y sus planes de flexibilidad laboral (14,7 %).
Se trata también de una realidad compartida por los empleadores. Andreu Cruañas es presidente de Asempleo, la patronal de empresas de trabajo temporal y agencia de empleo, que afirma también que "cada vez el componente salario pesa un poco menos". Buen conocedor del mercado laboral asegura que los jóvenes dan cada vez más importancia a la flexibilidad, tanto en horarios como en métodos de trabajos: es lo que se conoce como trabajar por proyectos.
Pero la visión de Cruañas va más allá al recordarle a estos jóvenes que "ya no hay nadie que entre en el mercado de trabajo con el ideal de nuestros padres de un trabajo fijo para toda la vida. Y es que ese ideal no existe porque el mercado de trabajo ya no lo puede ofrecer".
Por eso, la flexibilidad se presenta como una herramienta de trabajo que aúna intereses y necesidades para ambas partes y que lleva "a los jóvenes con mayor nivel de formación a buscar trabajar en proyectos". Y eso es, añade "porque vamos hacia una vida laboral entorno a los 40 años y hemos de asumir que pasaremos por diversas empresas y que además muy probablemente cambiaremos entre dos y tres veces de profesión y alternaremos entre trabajar por cuenta propia y ajena".
Según Cruañas, esta forma de trabajar "te da la garantía que vas a tener siempre empleo" ya que eso es algo que no puede hacer un contrato (que solo te otorga derechos)" y sí "la experiencia, la actualización de conocimientos y la posesión de competencias transversales".
Desde la Administración, Ruth Carrasco, Directora General del Instituto de la Juventud (Injuve), apunta al "uso fraudulento que se hace de la contratación temporal" ya que, según afirma "no responde, en unos casos, a necesidades temporales sino a otras de carácter permanente o estructural". Por ello destaca la "conversión de 61.445 contratos temporales irregulares en indefinidos entre agosto y diciembre de 2018 así como incrementar la jornada de 8.824 personas trabajadoras con contrato a tiempo parcial irregular".
Por ello cree que los jóvenes "siempre que consideren tener un salario adecuado, lo que más valoran es tener un plan de carrera y opciones de crecimiento en su empresa".
Para la responsable del Injuve, "los jóvenes de hoy en día se identifican mayoritariamente con unos valores feministas, ecologistas y aceptan la diversidad, por lo tanto, la ética empresarial también influye en su decisión", sin olvidar "un buen ambiente laboral y poder disfrutar de días de vacaciones".
Carrasco está convencida de que a pesar de que la temporalidad afecta especialmente a los jóvenes (57,9 %), están motivados y "quieren crecer y aprender" por lo que este deseo de "mejorar" no lo "asocian únicamente al salario, sino a las experiencias o al crecimiento profesional".
El "endiablado" mercado laboral juvenil como lo califica Ruth Carrasco no tiene visos de mejorar a corto plazo. Quienes sí lo están haciendo son los jóvenes que sin abandonar la importancia que tiene en sus vidas la familia, la amistad o la salud luchan por una oferta que se "adecue a su formación" y que tenga "un salario y condiciones laborales dignas". Para Carrasco, "es lo que deberíamos querer todos como sociedad y es lo que queremos todos los trabajadores independientemente de la edad".