Dice el dicho que buscar empleo es un trabajo en sí mismo. Un proceso de meses, incluso años, cuyo resultado no siempre coincide con lo que uno había deseado. Los jóvenes son uno de los perfiles más afectados, normalmente por su falta de experiencia. Pero imagínense lo que supone enfrentarse a este reto cuando se tiene una discapacidad intelectual.

Rosa, que ahora tiene 33 años, logró encontrar un puesto en el que no le pusiesen impedimentos por su discapacidad en 2018. Lo consiguió en Inditex, primero en Tempe y luego en una tienda de Zara Home. Allí organiza el stock, repone productos, ayuda a los clientes a encontrar lo que necesitan y colabora en mantener la tienda limpia y ordenada.

Su contratación fue posible gracias al apoyo y formación que recibió y recibe de parte de la Fundación Prodis. "Fue un tiempo de esfuerzo y dedicación, pero valió la pena. Gracias a ellos hoy estoy trabajando -expresa Rosa en una entrevista con la web de Informativos Telecinco- Tener este trabajo es un sueño hecho realidad".

Como ella, centenares de personas han podido encontrar una oportunidad. "Todo empezó hace casi 25 años tras la iniciativa de unos padres con hijos con discapacidad intelectual y de profesionales del colegio de educación especial María Corredentora (Madrid), que crearon la fundación con la finalidad de ayudar al colegio financieramente", explica Valle Oñate, Directora General de la Fundación Prodis.

Sin embargo, años más tarde, cuando sus hijos terminaron la educación especial básica en torno a los 22 años, llegó el dilema: ¿qué pasa con el futuro de nuestros hijos?, ¿cómo podrán conseguir un trabajo?

Bajo esa incertidumbre y las ganas de conseguir que las personas con discapacidad intelectual consigan un empleo, la Fundación Prodis creó un itinerario de formación adaptado a sus necesidades, con una atención individualizada que les dotase de la preparación necesaria para su inclusión laboral.

"En el año 2005 se firmó un acuerdo con la Universidad Autónoma de Madrid para crear el primer título universitario (Promentor) para personas con discapacidad intelectual en una universidad pública en el mundo. Tiene una duración de dos años y hemos formado a más de 230 alumnos, que han acabado trabajando en distintas empresas ordinarias", apunta la directora.

Con el tiempo, han ampliado esta formación. "Primero realizan un programa preuniversitario (Avanzas), donde están un par de años, luego el título propio de la universidad y finalmente terminan con un máster adaptado, donde los preparan para la inclusión laboral y combina formación con prácticas en empresas. En total son cinco años", detalla la directora.

Durante este tramo final del programa en las prácticas del máster, la Fundación analiza el perfil de cada uno, su orientación vocacional y qué tal se desenvuelven en el entorno ordinario. "Una vez terminan, entra en acción nuestro servicio de inclusión laboral, que es un equipo de mediadores laborales que buscan vacantes en las empresas e identifican qué perfiles pueden ocuparlas".

Oñate expone que, para realizar la inserción laboral, los mediadores laborales acompañan al profesional con discapacidad que se incorpora al puesto de trabajo a lo largo de todo el contrato. Al principio, el mediador va con él a la empresa hasta que aprende todas las funciones y se desenvuelve. "Una vez la persona es más autónoma, la figura de mediación laboral se va retirando, pero siempre está presente tanto para la persona con discapacidad como para la empresa".

"Esto es fundamental para que haya éxito en la contratación y en la duración del contrato. La mayoría, una vez que entran, están una media de nueve años", añade la directora. De esta forma, 185 personas están trabajando entre alguna de las 100 empresas de la Comunidad de Madrid de diferentes sectores con la que tienen acuerdos.

"Después de varios años formando e incorporando a personas con discapacidad intelectual a las empresas, nos dimos cuenta de que había algunas que difícilmente iban a poder trabajar en un entorno ordinario", comenta la directora. Es por eso por lo que en 2011 crearon un Centro Especial de Empleo con cinco líneas de negocio donde trabajan 82 personas con discapacidad intelectual, que conforman el 80% de la plantilla.

Ofrecen distintos bienes y servicios a terceros como merchandising, apoyo en el área de manipulado para empresas de seguros y en el de embolsado de piezas de tornillería para empresas de ascensores y escaleras mecánicas. También, gestión y digitalización documental y un servicio de azafatos para eventos.

Además, la tercera vía de inclusión laboral que ofrece Prodis, aparte de los acuerdos con las empresas ordinarias o el Centro de Empleo, la realizan junto con el grupo Inditex a través del proyecto for&from. Han creado dos franquicias sociales, Tempe, en la que venden zapatos y complementos de todo Inditex; y Zara Home. "Están en Instyle Outlet, ubicado en San Sebastián de los Reyes, con una plantilla en conjunto de más de 50 personas, de la que el 90% tienen diferentes tipos de discapacidad, como intelectual, sensorial o motora", apunta Oñate.

Rosa es una de ellas, quién al principio le costó adaptarse al ritmo de la tienda, sobre todo en los días con más clientes, pero que gracias al apoyo de sus compañeros ahora se siente mucho más segura. "Tener la oportunidad de trabajar significa independencia, crecimiento personal y la posibilidad de demostrar de lo que soy capaz. Me siento muy orgullosa", expresa.

Este proyecto además de generar empleo directo para personas con discapacidad, es una gran fuente de financiación para la fundación. "De todo lo que se vende en esas tiendas nosotros recibimos un porcentaje que pactamos con Inidtex, que nos ayuda muchísimo a cumplir con nuestra misión", explica Oñate.

"Inditex es el ejemplo de que se puede cambiar la visión sobre las personas con discapacidad", apunta. A lo que añade Rosa: "Quiero decirles que contratar a personas con discapacidad no solo es una oportunidad para nosotros, sino también para las empresas. Traemos ganas y compromiso y con su apoyo construyen una sociedad más inclusiva y solidaria".

Para aquellos que tienen una discapacidad intelectual más severa  y ninguna de esta dos opciones es factible cuentan con un servicio integral ocupacional con 200 plazas autorizadas por la Comunidad de Madrid. "En ese taller ocupacional vienen todos los días de diario y reciben formación y acompañamiento", indica.

Además, ofrecen apoyo a personas con discapacidad en otras áreas como es el ocio, el deporte, la vida independiente y distintas formaciones no solo orientadas al mundo laboral. "En total atendemos a más de 500 personas y a sus familias con todos estos programas y servicios". La mayoría tienen síndrome de Down, autismo y otros síndromes de origen genético.

Ahora mismo se enfrentan a algunos desafíos fututos como el envejecimiento de las personas con discapacidad intelectual, cuya esperanza de vida cada vez es mayor. "Un gran porcentaje padece Alzheimer", comenta Oñate. "Nuestra próxima meta es montar un complejo residencial formado por viviendas supervisadas". Para ello han puesto en marcha un Programa Senior que trata el envejecimiento precoz de sus usuarios buscando reemplazar las líneas de negocio que se van quedado obsoletas.

Esto, sumado a que "a nivel laboral se enfrentan a un futuro con el que las labores automatizadas, que son las que suelen realizar las personas con discapacidad, cada vez se sustituyen más por máquinas", les obliga a esta en continua evolución. "Prodis crece en la medida que las necesidades de nuestros usuarios crecen porque nuestra misión es abrir camino hacia el futuro a las personas con discapacidad intelectual".

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