Los últimos meses de 2023 supusieron un respiro en la escalada de los precios del diésel y de la gasolina. El arranque de 2024 significó una nueva subida. Después de varios vaivenes de incremento y bajada de costes, en julio se ha puesto fin una racha que había logrado acumular un abaratamiento de casi el 15% para la gasolina y de más del 13% para el diésel.
El verano, además, es una de las épocas en las que se hace mayor uso del vehículo privado por los desplazamientos vacacionales. Según datos de Hosteltur, el transporte es el tercer gasto más importante de las vacaciones: supone un 20% del presupuesto, precedido por los gastos de restauración (25%) y los de alojamiento (34%).
El combustible ya es un gasto considerable que puede incrementarse ante ciertas maneras de conducir. Está comprobado que entre el 30 y el 50% del gasto de gasolina o diésel depende del estilo de conducción. ¿Cómo hacer que nos sean rentables al máximo? Para saberlo, nos hemos ido a los mayores expertos: la Dirección General de Tráfico (DGT). Estas son sus recomendaciones:
La puesta a punto realizada en el taller una vez al año es esencial, sobre todo en los modelos de mayor antigüedad o en aquellos vehículos que en los meses previos al viaje hayan dado algún problema.
En este sentido, es importante que el conductor anote mentalmente cualquier cambio que note en su coche o cualquier comportamiento fuera de las prestaciones habituales. A veces, las grandes averías van dado pequeños avisos que los conductores no siempre tienen en cuenta.
Otro hábito fundamental a la hora de reducir el consumo es llevar los neumáticos a la presión adecuada, aquella que marca el fabricante. Como explica el RACE, conducir con una presión 0,5 bares inferior a la recomendada provoca que el consumo aumente en un 2% en áreas urbanas y en un 4% en las interurbanas.
En los desplazamientos hacia los lugares de vacaciones, en los que normalmente se viaja muy cargado, lo mejor es aumentar la presión recomendada. ¿Por qué? De no hacerlo, sube el consumo y el desgaste neumático, haciendo que mucha seguridad tengamos que adelantar la sustitución de las ruedas, un gasto extra derivado de una conducción poco eficiente.
Respecto a los neumáticos, existe un tipo de gomas disponibles en casi todas las marcas con muy baja resistencia a la rodadura. Estas gomas ayudan a reducir el consumo hasta un 3%, con la ventaja de que cuestan prácticamente lo mismo que los neumáticos habituales.
El gasto de combustible también se reduce de forma considerable si conducimos en la marcha más larga posible, siempre respetando los límites. Los motores modernos permiten conducir a marchas largas a muy bajas revoluciones consumiendo lo mínimo. También es recomendable no apurar las marchas cortas excepto cuando arrancamos en una cuesta muy pronunciada. Como referencia, antes de llegar a 50 km/h ya deberíamos haber engranado la 4ª o 5ª marcha. Hay que tener en cuenta que cada vez que pisamos el pedal del embrague, hay un aporte de gasolina al motor. Por tanto, los cambios de marcha continuos suponen un goteo constante de combustible.
Por último, en caso de conducir por ciudad y si el coche no cuenta con el sistema Start/Stop, es muy recomendable parar el motor en las detenciones prolongadas.
Darle sustos al motor no es una buena idea. Conducir a una velocidad moderada y constante, sin altibajos ni cambios de ritmo, y mantener la distancia de seguridad, lo que nos permitirá circular sin tener que ir pendiente del freno, son para los expertos de la DGT las pautas fundamentales.
Una conducción moderada se nota, por ejemplo, en el arranque de los semáforos: ahí se debe acelerar de una manera progresiva y cambiar aprovechando el mejor rendimiento del motor. No sirve de nada ser el primero en llegar al siguiente semáforo si estamos consumiendo tres veces más de lo normal.
Aprovechar las oportunidades que ofrece el trayecto también es una buena estrategia. Los expertos aseguran que es bueno aprovechar la inercia para alcanzar los vehículos más lentos, en vez de tratar de adelantarles y tener que frenar. En ese caso, no solo se dispara el consumo, sino el desgaste de las pastillas de freno.
Llevar el aire acondicionado conectado sin necesidad supone que el consumo aumente entre un 10 y un 20%. Por eso hay que optimizar su uso y, por supuesto, llevar las ventanillas cerradas en carretera. Cualquier cosa que que rompa la aerodinámica de un vehículo está asociado a un mayor consumo.
De nuevo, cosas de la aerodinámica: si el maletero se queda pequeño, debemos recurrir a un baúl o portaobjetos de techo cerrado y con un diseño específico que no ralentice la velocidad. Poner bultos en una baca con sujeciones poco seguras es peligroso y hace aumentar el consumo.
Por último, para no tener que recurrir a almacenajes extras, una puesta a punto del maletero, ordenando y desechando lo que no necesitamos puede ser de gran ayuda.
¿La información puede ayudar a consumir menos? Aunque no veamos la relación, sí es importante conocer el estado de las carreteras en tiempo real: nos evitará atascos, imprevistos y, por supuesto, despilfarro de combustible. Y cuando no tengamos clara una ruta, dejémonos guiar por la que aconseja cualquier navegador.
En la actualidad, ya no hay que buscar un modelo utilitario pequeño para encontrar cifras de consumo muy bajas. En los últimos años, la reducción del consumo ha sido el principal objetivo de los fabricantes de automóviles.
El diésel sigue siendo la tecnología más eficiente y la más recomendable cuando se recorren muchos kilómetros al año. Con los híbridos enchufables hay que hacer muy bien las cuentas, ya que cuando la carga de la batería se acaba, el consumo se dispara.
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