Si después de superar la pandemia no terminábamos de saber cuál iba a ser la nueva normalidad, algo parecido ocurre en muchos otros frentes de la vida, incluidas las cuentas de los gobiernos. La guerra en Ucrania y la subida de los precios obligó a los países a seguir adoptando medidas de excepción --es decir, más gasto--. Así que la pregunta de cómo va a ser la nueva normalidad en las finanzas públicas todavía no procede, según el Fondo Monetario Internacional (FMI). "Aun no lo sabemos", reconocía el fondo al presentar sus nuevas proyecciones.
El pronóstico es algo sombrío: España se instalará en un déficit público crónico del 4% y una deuda del 109% del PIB, según las cifras del fondo. Antes del covid, el FMI calculaba que el déficit a medio plazo de la economía española se situaría en el 2,8%. Cuatro años después, con las cicatrices que dejó la mayor caída del PIB desde la guerra civil y el plan anticrisis para lidiar con mayor inflación en cuatro décadas, ese porcentaje de déficit se ha elevado al 4%. Sí, es cierto que en 2022 Hacienda tuvo una recaudación récord en parte por la subida de los precios, pero el Gobierno se gastó más en proteger a sectores y hogares.
Este año las cuentas han mejorado, incluso más de lo inicialmente previsto. El déficit se cerró en el 4,8% en 2022 y el Ejecutivo prevé que se sitúe por debajo del 3% a partir del año 2025. Sin embargo, después de una ligera mejoría, el FMI cree que el déficit volverá a repuntar hasta el 4%. No somos el único con este pronóstico: a Francia le ocurre lo mismo.
Las cifras de deuda pública también se prevén cronificadas en los próximos cinco años. El FMI calcula que se quedará instalada en el 108% del PIB de aquí al año 2028. Si no se cierra la brecha del déficit es complicado que la deuda total caiga.
El entorno económico no contribuye a esperar grandes sorpresas positivas. Esto aplica a la mayoría de los países. El fondo no cree que se produzcan grandes variaciones en las cifras de deuda y déficit en el medio plazo y que las cifras de las finanzas públicas seguirán por encima de los niveles prepandemia. Eso obligará a muchos gobiernos a seguir recurriendo a la deuda para cuadrar las cuentas, de ahí la dificultad para reducir los números.
El fondo habla de "considerable incertidumbre" en esta cuestión y ha calculado que ni el crecimiento nominal del PIB, que se ralentizará, ni el endurecimiento "gradual y moderado" en política fiscal serán suficientes para contener el alza de ratios de deuda pública en los países.
Los ingresos tributarios en España el año pasado superaron los 255.463 millones de euros, una cifra récord. El buen comportamiento de la recaudación está relacionado:
Las cifras del FMI apuntan a dos años más de crecimiento de la recaudación, que coinciden con dos ejercicios todavía de inflación elevada. Este año crecerán hasta el 44,2% del PIB, una cifra que acerca a España a la media europea. Sin embargo, a partir del año 2024 este ratio comenzará a descender hasta estancarse en el 41,4% del PIB.
La mejor prueba de que parte de esta cronificación del déficit y la deuda está relacionada con el covid y la posterior crisis energética, es la comparativa con la imagen que esperaba el FMI en el año 2019.
Con Francia ha ocurrido exactamente lo mismo: ha pasado de una previsión del 2,6% de déficit a medio plazo previsto en 2019 a un 4% en las proyecciones de este año.