Después de más de doce meses desde el inicio del actual episodio inflacionista actual, los salarios pactados en convenio subieron por encima del 3% el pasado mes de marzo. Es una cifra que no se alcanzaba desde el año 2008. Continúa siendo una reacción bastante "contenida", según los expertos, al encarecimiento de la gran mayoría de los productos de la cesta de la compra. Sin embargo, la previsión es que comience a acelerar en los próximos meses.
Ya lo pronosticó hace unos meses el Banco Central Europeo (BCE) para toda la zona euro y hace unos días la autoridad fiscal independiente confirmó esta idea. "Esperamos que los salarios crezcan algo por encima de la inflación promedio prevista --y que se sitúa en ese 4%--", explicaba hace unos días Esther Gordo, Directora de la División de Análisis Económico de la AIReF.
"El año pasado los salarios sufrieron una pérdida de poder adquisitivo y hasta ahora hemos visto un comportamiento muy contenido. Nuestra hipótesis es que, en base a la relación histórica entre inflación y salarios, estos últimos acaben reflejando de algún modo la subida del IPC".
Sería una recuperación de poder adquisitivo parcial porque los sueldos llevan año y medio registrando subidas medias muy por debajo de la inflación. Algunos nuevos convenios reflejan cifras superiores a la media, aunque no son muchos los trabajadores afectados. Aunque la media oficial ya esté en el 3%, la estadística esconde muchas realidades diferentes:
La subida de salarios está ahora más cerca del Índice de Precios al Consumo (IPC), que en marzo retrocedió casi la mitad en su tasa de crecimiento hasta el 3,3%. Sin embargo, los trabajadores han ido acumulando una pérdida de poder adquisitivo al no ver reflejado en sus sueldos el mismo porcentaje de subida de los precios. En comparación con la tasa subyacente (la que no tiene en cuenta elementos más volátiles como carburantes y alimentos frescos) la diferencia continúa sin cerrarse.
El incremento salarial medio recogido en los convenios registrados hasta marzo es menor que la subida del 8% acordada entre el Gobierno y los sindicatos para el salario mínimo interprofesional (SMI) de este año y que el alza experimentada por las pensiones contributivas (+8,5%). El llamado pacto de rentas que lleva más de un año pidiendo el Gobierno entre los agentes sociales sigue sin materializarse. Las negociaciones sobre el acuerdo marco para que empresas y trabajadores negocien futuras condiciones laborales siguen estancadas.
Los sindicatos defienden que esta negociación con la patronal CEOE no puede ir más allá del 1 de mayo. Si no logran acuerdo, han instado al Gobierno a establecer una contribución mínima en el Impuesto sobre Sociedades del 15% o el 20% sobre el total de beneficios, un planteamiento que no ha gustado a CEOE.
Cuando se constató que finalmente el episodio inflacionista era más duradero de lo inicialmente pensando, las autoridades monetarias pusieron mucho énfasis en la negociación colectiva para evitar que la subida de precios se enquistara y generara a su vez más inflación. Eran los llamados efectos de segunda ronda.
Conforme ha ido pasando el tiempo, el factor salarial ha seguido muy contenido, según las estadísticas de convenios. Hace tan solo unas semanas el BCE hablaba de un reparto adecuado de la carga que supone la inflación. "Esta subida de precios actúa casi como un impuesto. Y ese gravamen se tiene que compartir", sostenía Christine Lagarde tras la última subida de tipos de interés del banco central. "Lo que nos preocupa es que, cualquiera que sea el reparto de esa carga, genere una espiral de subida de precios".
La autoridad monetaria de la zona euro lleva semanas apuntando más en la dirección de los márgenes empresariales. "Hay mucha discusión sobre el aumento de los salarios", decía Fabio Panetta, miembro del Comité Ejecutivo del BCE. "Pero quizá le estamos prestando insuficiente atención al otro componente de los ingresos. Es decir, los beneficios empresariales".