El primer aniversario de la invasión rusa de Ucrania también nos recuerda el tremendo impacto global que la guerra ha tenido en la economía. Este impensable conflicto bélico en el continente europeo desató una nueva gran crisis, un brutal terremoto energético que disparó todas las facturas.
La guerra de Ucrania resucitó una palabra que nadie quería volver a escuchar: crisis. "Ha levantado varias. Todos recordamos la crisis alimentaria, la crisis de producción, de costes...", explica Manuel Alejandro Hidalgo, economista de la Universidad Pablo de Olavide. Y la energética. Se ha logrado evitar el peor escenario, pero a precio de oro.
"Ha sido más dañina entre aquellas familias con menores recursos. También las pequeñas y medianas empresas que tienen menor capacidad para escapar o para evitar esa fuerte subida de los precios energéticos", agrega Hidalgo.
Porque 2022 ha marcado el precio de la luz y el gas más alto de la historia, y la gasolina, que superó los dos euros el litro. Con el granero de Europa destruido y la energía disparada empezó la escalada imparable de precios. Todavía hoy el IPC de los alimentos está en el 15,4% pero la economía resiste mejor de lo esperado.
"Y todas las previsiones que se hacían para 2023, poco a poco se han ido modificando aumentando las tasas el crecimiento de la economía", comenta José García Montalvo, catedrático de economía de la Universidad Pompeu Fabra. El problema ahora sigue siendo la inflación. Por eso, el Banco Central europeo sube los tipos de interés que encarece las hipotecas de miles de familias.