En 2022 hemos vividos dos periodos claramente muy diferentes. Un primer semestre muy bueno en creación de empleo y reducción del paro y una segunda parte que arrancó titubeante y ha terminado claramente en un bache. El efecto de la primera parte pesa más que el de la segunda y por este motivo las cifras en términos anuales salen positivas: mejoró el número de personas ocupadas y la tasa de paro cayó hasta el 12,9%, su mejor cierre de año desde 2007.
Además de esta clara división, y de la complejidad de un ejercicio marcado por la guerra de Ucrania, el coste energético y la elevada incertidumbre, el año 2022 ha sido también el primero de aplicación de la reforma laboral pactada entre el Gobierno y los agentes sociales. Su impacto en las cifras es notable: la tasa de temporalidad se ha desplomado y los asalariados con un contrato precario han caído en un 28%.
Desde el Ejecutivo destacan el cambio estructural "gracias a la reforma laboral" y constatan el frenazo en la mejora del empleo en el último trimestre de 2022 "en línea con la ralentización de la economía mundial". Estos son algunos de los datos clave que retratan el último año.
Se esperaba el frenazo y después de un verano flojo, el bache se materializó en el último trimestre. Aterrizaje confirmado. Por primera vez desde 2017 se destruyó empleo entre octubre y diciembre, aunque el balance anual se salva y cierra en terreno positivo: 2022 terminó con 279.000 ocupados más, según las cifras de la Encuesta de la Población Activa (EPA).
La siguiente gráfica ilustra muy bien ese frenazo del que hablamos.
Veníamos de crecimientos de la ocupación superiores al 4% al arrancar 2022 y al terminarlo esa tasa queda muy reducida: al 1,38%. Si descontamos el momento pandemia, se trata del avance más modesto desde principios del año 2014.
La cuestión ahora es si se cambiará la tendencia y la economía comenzará a destruir empleo. Desde el ministerio de Economía descartan un cambio tendencia y hablan de "pausa en la creación de empleo".
Esta desaceleración que se observa en la creación del empleo también se refleja en las cifras del paro. Hemos pasado de reducir el desempleo a tasas del 12% a terminar el año con esa variación en el 2,6%, cinco veces menos.
En el último trimestre además subió el número de personas en paro en 43.800. Esto es raro: suele ser un buen momento para este indicador.
“Para reducir temporalidad antes se destruía empleo, ahora no: se consigue aumentando ocupados y reduciendo el paro”, sostenía el Gonzalo García Andrés, secretario de Estado de Economía.
La tasa de temporalidad, es decir, el porcentaje de asalariados con ese tipo de contrato respecto al total ha pasado del 25% al 18% al cierre del año y “nos acerca más a la media europea”. La caída se ha concentrado en 2022. “Este cambio estructural viene impulsado por la aplicación de la reforma laboral”, defiende el Gobierno.
Otra manera de ver este cambio es analizar la evolución de los tipos de contratos. Los temporales caen un 28% en el año y los indefinidos suben un 13%. En este último caso se alcanzan cifras históricas: nunca había habido tantos asalariados fijos. En total son 14,2 millones de personas. En términos absolutos suben 1,6 millones en el año.
El número de trabajadores por cuenta propia se ha reducido en 111.000 en 2022. “Los datos son un fiel reflejo de la mala situación que han pasado los autónomos y que ahora en 2023 se enfrentan a una situación muy delicada", valoraba el presidente de ATA, Lorenzo Amor.
En el sector de autónomos no se veía un dato tan malo desde 2013.
La cifra ha sorprendido a los expertos. Quizá podría estar relacionada con la regularización de los llamados 'falsos autónomos': personas que deberían estar en nómina como asalariados pero figuran como trabajadores por cuenta propia. Según la inspección de Trabajo el año pasado se regularizaron 40.000 falsos autónomos. En el Ministerio asegura que se trata de la cifra más elevada de la historia.
El único sector que aumentó el empleo en el último trimestre fue el público (20.000 trabajadores), frente a una caída en el sector privado, que vivió su peor cuatro trimestre de los últimos diez años: destruyó 102.000 empleos. La corrección ha sido bastante abrupta, ya que los dos trimestres anteriores habían sido buenos en términos de empleo en el sector privado. Habrá que ver hasta qué punto se profundiza esta caída en el arranque de 2023: el primer trimestre no suele ser bueno.
Uno de los indicadores sobre la precariedad de las familias es el de número de hogares con todos sus miembros en paro. El dato empeoró en el último trimestre de 2022 en 70.100 casos y la cifra total vuelve a situarse por encima del millón.
En el cómputo anual el balance también es negativo: el número de hogares con todos sus miembros en paro aumentó en 26.000. Estamos todavía por encima de los niveles prepandemia.
Sin embargo, otro dato que también es un reflejo de la delicada situación de algunos trabajadores, como es el caso de los parados de larga duración, sí que mejoró.
El número de personas que llevan más de un año buscando empleo y no lo encuentran se redujo de manera considerable a lo largo del año pasado. En concreto salieron de esta bolsa de precariedad laboral 155.000 trabajadores, una caída del 27% respecto al cierre del año anterior.
También mejoró la situación, aunque de manera menos acusada, para los que llevaban más de dos años sin suerte en el terreno laboral. La cifra se redujo en 58.000 personas, un 6%.
El peso de estos dos grupos de parados de larga duración disminuyó en el total a lo largo de 2022: suponen el 42%. Si exceptuamos el año raro del covid, se trata del menor porcentaje desde el año 2010.