El consuelo está en el empleo: a pesar del dificilísimo contexto internacional de este verano, con un gas y una electricidad instalados en un rally de precios históricos, la economía española ha sido capaz de aumentar su número de ocupados. Este dato ya de por sí es bueno.
Es verdad que nos hemos tenido que conformar con una creación de empleo muy inferior a lo que venía siendo habitual: son muchos menos para un tercer trimestre 'normal', solo 77.000 personas más. Lo suficiente para seguir sumando y situar el número de ocupados en su cifra máxima. Nunca había habido tanta gente trabajando.
“Los mercados de trabajo están parados en Europa. Aquí seguimos creando empleo en un entorno muy difícil”, defendía el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá.
La lupa de este dato diluye algo el optimismo: es el sector público el que tira de las contrataciones. Dos de cada tres nuevos empleos fueron a cubrir vacaciones del sector sanitario, profesores para el inicio de curso... El sector privado pincha muchísimo.
"Vemos un comportamiento menos positivo en el sector privado", reconocía el secretario de Estado de Economía, Gonzalo García. "Pero no podemos olvidarnos de que el 95% del crecimiento del empleo del último año se ha registrado en el sector privado".
Lo esperado, según los expertos consultados. Tal y como se presenta el fin de año lo que no era normal era esperar que las empresas siguieran aumentando sus plantillas. “Hay que pensar en los trimestres que vienen, lo llevamos anunciando desde hace meses. Las pequeñas empresas están sufriendo mucho. El dato no es bueno", sostenía el presidente de la patronal CEOE, Antonio Garamendi.
También es cierto que ha sorprendido al alza el comportamiento de la industria. Con la caída de gas que se ha detectado a nivel industrial este verano, podría deducirse que estas empresas estaban reduciendo producción y empleo. Sin embargo, aumentaron la ocupación en 33.100 personas en el trimestre. El sector servicios, como es tradicional en temporada alta de turismo, lideró el incremento.
Pero el entorno en el que se mueven los negocios es muy complicado. Los organismos internacionales han rebajado sus previsiones de crecimiento para España el año que viene. Según el FMI, Alemania e Italia estarán en recesión en 2023. A todo esto hay que sumar la tercera subida de tipos de interés: este jueves el BCE situó el precio oficial del dinero en el 2%. Y las que faltan por llegar. El crédito se está encareciendo para hogares y empresas.
"Está claro que la situación económica es la que es y las perspectivas son las que son. Este clima económico ya está afectando y el sector privado es el primero en reaccionar", explica Raül Segarra, estadístico especializado en el mercado laboral.
El desempleo subió en el tercer trimestre. No es habitual en un tercer trimestre. ¿Otra mala señal? Se debe en gran parte al incremento de las personas que no estaban buscando empleo y han decidido probar suerte... y no todas la han tenido. Este verano ha sido especialmente acusado este efecto: 138.000 nuevos activos. Si descontamos los dos años del covid, hay que remontarse a 2007 para encontrar un incremento de la población activa superior.
Con esta suma se alcanza un máximo histórico de personas activas en el mercado laboral español: más de 23,5 millones de personas. De ellos:
El aumento de la población activa es un "signo de confianza en el dinamismo del mercado laboral", explicaba el secretario de Estado de Economía. La gente se activa porque cree que puede encontrar trabajo. Otra posibilidad es que lo hagan para aumentar los ingresos del hogar, pero el Gobierno no cree que sea el caso.
¿Quiénes son los nuevos? Básicamente, jóvenes menores de 30 años. "El verano es un periodo en el que los estudiantes acaban sus estudios y aprovechan para trabajar. Suele ocurrir esto. Después de dos años de temporada turística floja, es probable que la llegada de un verano más normal haya atraído a más gente al mercado laboral", sostiene Segarra.
Y ahora vienen dos malas noticias. "Los jóvenes suelen ser los mayores beneficiarios del aumento del empleo en los terceros trimestres", apuntaba Floren Felgueroso, economista e investigador de Fedea en Twitter. "Pero este verano su nivel de ocupación ha caído en 27.000".
Y la segunda mala noticia: el desempleó aumentó en 60.800 trabajadoras. Lo decimos en femenino porque fueron todo mujeres. El paro se redujo entre los hombres.
Los datos de la EPA apuntan señales claras de ralentización pero también tendencias positivas. El efecto de la reforma laboral se deja notar en la temporalidad, que se sitúa en el 20%. Es decir, una quinta parte de todos los asalariados tiene un contrato con fecha de caducidad.
"Precisamente en el trimestre con mayor temporalidad de contratos, este indicador ha seguido bajando", valora positivamente Segarra. La caída vista en gráfico habla por sí misma.
Todavía falta recorrido para situarnos en niveles más europeos del 15%.