"Hay una cosa que no te puedo explicar, que es importante al menos para mí"... Esta versión tuneada de la canción de 'Tequila' podría resumir dos horas y media de la comparecencia del Gobernador del Banco de España sobre el proyecto de presupuestos para 2023. Lo que Pablo Hernández de Cos ha dicho sin cantar es que no puede explicar de dónde viene el 30% del aumento de la recaudación de impuestos. Y ese punto ciego le preocupa.
Como muchas cosas en economía a las que se bautiza con nombres raros, a esta parte de la ecuación de los ingresos públicos que no se sabe de dónde viene se le conoce como: "los residuos positivos" --que bien mirado podría servir como nombre de un grupo de música---. Y sí, a pesar de ser residuos, parece que son importantes.
La recaudación de impuestos está subiendo como no se veía en muchos años (algunos dirían que el Estado se está "forrando"). Este dinamismo de los ingresos no deja de sorprender a los expertos, incluso al propio BdE. Los ingresos del Estado crecen a una velocidad que roza el 18% (hasta el mes de agosto). No es lo habitual. Tasas más normales en épocas de crecimiento económico rondaban el 4% para los dos principales tributos: IRPF e IVA.
"Una parte muy importante, en torno al 70%, del intenso crecimiento tiene que ver con el avance de las bases imponibles", explicaba el gobernador. Es decir, la economía crece y genera más ingresos. Pero esas bases (como una tarta que crece) también mejoran por un efecto puramente inflacionista. Es muy claro en el IVA: se consume más que hace un año, pero la subida de precios eleva automáticamente la recaudación de este tributo.
"Pero hay una parte que no podemos explicar", reconocía Hernández de Cos. Y supone el 30% del aumento de la recaudación. Puede que esos "residuos positivos" sean un afloramiento de economía sumergida, pero "es muy difícil de estimar y menos en tiempo real". Por eso el gobernador pedía mucha prudencia a la hora de contar con estos ingresos en el futuro: tal y como llegaron, pueden terminar desapareciendo, alertaba.
Eso ya lo vimos en la crisis inmobiliaria: los residuos positivos que surgieron entonces asociados al boom del ladrillo desaparecieron en su mayor parte tras la crisis. Y fue precisamente el pinchazo de esta 'burbuja de ingresos' (de la que no se habla tanto) el punto de partida del crecimiento del déficit y la deuda pública que vimos en los años siguientes. La recaudación se desplomó --pasó del 37% del PIB al 30% en dos años--, pero parte del gasto se había diseñado pensando en que los ingresos eran permanentes.
Paralelamente al descalabro de los ingresos empezó a crecer de manera vertiginosa la enorme montaña de deuda pública de España.
"La evidencia histórica muestra que, en ocasiones, a la existencia de estos residuos positivos les sigue una reversión -- al menos parcial-- en años posteriores", advertía el gobernador. Vamos, que desaparecen. Y luego hay que contar con el impacto de la inflación en la otra cara de la moneda: el gasto público. Sube la partida asociada a pensiones por la subida del IPC, aumenta el gasto a remunerar a funcionarios, a pagar los intereses de la deuda... Tener inflación aumenta los ingresos pero también sale caro al sector público.
La pregunta sería: ¿le han hecho caso al BdE en los presupuestos de 2023 sobre esta advertencia? ¿Son prudentes respecto a ingresos y gastos? Al fin y al cabo, el gobernador había ido al Congreso a valorar el proyecto de cuentas del Gobierno.
El banco no lo sabe a ciencia cierta, pero intuye que no del todo. Admite que la previsión de ingresos histórica que ha proyectado el Ejecutivo para 2023 es "factible". Sin embargo, hay algunos datos que apuntan a que parte de esos ingresos sin origen todavía conocido (los residuos positivos), y que todavía no sabemos si son temporales o permanentes, ya se están destinando a gasto estructural/permanente. "Y por eso me parecía importante trasladarlo a esta cámara", insistía Hernández de Cos. Si realmente hubiera cantado como Tequila, podría haber terminado diciendo: "Ah, ah, ah, dime que me escuchas".