Quedan pocos días para que los Juegos Olímpicos de París lleguen a su fin. El próximo domingo 11 de agosto, a partir de las 20:00 horas, comenzará el acto de clausura de las competiciones internacionales, siendo el baloncesto femenino la última en disputarse. Durante el desarrollo de los juegos, muchas y emocionantes historias de superación han trascendido a los medios, como la de la luchadora ecuatoriana Lucía Yépez.
Aunque perdió el oro contra la japonesa Akari Fujinami, por su superioridad técnica en la final, la 'Tigra', como todos la llaman, consiguió una medalla de plata para su país, siendo ya uno de los mayores orgullos de los ecuatorianos. Más aún cuando su carrera empezó financiándose por ella misma vendiendo lápices de colores en la puerta del colegio, como bien narran los medios nacionales. Los mismos recuerdan lo mucho que le costaba económicamente trasladarse hasta los entrenamientos de lucha libre y las ayudas que ha tenido que pedir para llegar a subirse el podio.
Por eso, con la medalla de plata colgada al cuello y al lado de un orgulloso entrenador, lo primero que hizo Yépez al salir del tatami fue llamar a su familia y hablar con su madre. "Mami, ya soy medallista olímpica, te voy a comprar una casa", le decía, consciente de los muchos esfuerzos que ambas han hecho para llegar hasta lo más alto. Por ello, y rodeada de compañeras predominantemente asiáticas, se ha puesto llorar de emoción sobre el podium.
Para ella, llegar al combate final ha sido toda una catarsis pues en los pasados Juegos Olímpicos de Tokio, retrasados un año por la pandemia del coronavirus, sufrió una lesión fibrilar por la que no pudo luchar por la medalla de bronce. Un duro golpe similar a lo que le ha ocurrido a la española Carolina Marín, que tuvo que retirarse de la semifinal con el marcador a favor y que, tras su regreso a España, ha sido operada con éxito.
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