Desde un zoológico de Viena nos llega una tierna escena. La protagonista es una orangután que acaba de perder a su cría. El animal vio a una madre, humana, con su bebé de unos meses al otro lado del cristal y no dudó en acercarse a ellos. Ni el cristal de esta jaula del zoológico de Viena ha podido separarlos. La conexión entre esta madre e hijo, y esta orangután ha sobrepasado cualquier barrera. La hembra acababa de perder a su cría durante el parto y con el instinto maternal a flor de piel no ha dudado en quedarse allí, junto a Gemma y su hijo.
Durante media hora, los observaba e incluso hacía amago de acercarse a ellos. Ahí sí, con el cristal de por medio, una imagen tierna que nos recuerda a otras tantas ya vistas. Por ejemplo, una cría de león que parece convertirse, por un momento, en el mejor amigo de esta niña. O esta otra en la que animal, humano y peluche comparten cuna y demuestran que una buena relación es posible.
Relación de ternura o de emoción y sorpresa como la reacción de este chimpancé cuando sus dueños llegan a casa. Pero, los sentimientos también pueden surgir entre ellos tal y como demuestra este otro chimpancé que cuida y da literalmente el biberón a una cría de tigre a la que mima como una auténtica madre.
Será cuestión de conexiones, de habilidades o simplemente de buscar buena compañía.