Alicia Domínguez tiene 28 años es de Gran Canaria y lleva un año y medio viviendo en Shanghai con su pareja, ciudad en la que trabaja dando clases de idiomas. Aunque ella no pasó en China los días más graves de la pandemia porque volvió a casa por Navidad, sí que regresó en marzo, justo un día antes de que arrancase el estado de alarma en España. Tras pasar una cuarentena bastante intensa junto a su pareja en un piso de 35 metros cuadrados sin paredes, en su ciudad ya hacen "vida normal": los bares, restaurantes, gimnasios y discotecas están abiertos y lo único que falta es la vuelta al colegio de los estudiantes. ¿En qué se diferencia su 'nueva normalidad' con la nuestra? ¿Cómo funciona el código QR digital de salud que están usando para controlar el virus y que está estudiando España? ¿Ha sacado algún aprendizaje de todo esto? Nos lo cuenta todo desde la ciudad más poblada del país, con más de 24 millones de habitantes.
"Anoche salimos a cenar una amiga y yo y comimos croquetas, salmorejo y unas bravas, con eso ya te puedes hacer una idea", explica Alicia a Yasss cuando le preguntamos por cómo es la vuelta a las calles ahora mismo allí. Este país asiático se convirtió en el epicentro mundial del brote de coronavirus y, aunque allí ha causado 4.634 muertes por COVID-19 entre los 82.995 infectados diagnosticados oficialmente según datos de la Comisión Nacional de Sanidad de China, en España las cifras de contagios y muertes a causa del virus han sido bastante más altas: 27.118 muertos y más de 250.000 contagiados. ¿Habrán sido más estrictas sus medidas de seguridad que las nuestras? ¿Influyó que hace no mucho, en 2003, habían pasado el SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo) y ya estaban más preparados? ¿Y la cultura? Un poco más abajo lo veremos.
Desde hace unas semanas en España ya hemos integrado a la perfección el famoso concepto de 'nueva normalidad' que hace referencia a la vuelta progresiva de nuestras rutinas pero de forma progresiva con las fases de desescalada y siguiendo las recomendaciones del Ministerio de Sanidad. ¿Cómo es allí? ¿Ha dejado Alicia de hacer cosas que antes le gustaban? ¿Qué medidas de seguridad ha normalizado en su día a día? Esta canaria, que estudió Música, explica que las primeras semanas después de la cuarentena sí que notó que todos eran más prudentes y que las calles estaban bastante vacías ya que no se volvió al trabajo presencial hasta primeros de abril y no todo estaba abierto. Desde su punto de vista, lo único que ha cambiado ahora mismo en la 'nueva normalidad' de Shanghai es el uso de las mascarillas "que en general, la gran mayoría de personas lleva. Aunque es verdad que con la llegada del calor, ya se empieza a ver a personas que no la usan".
Por otro lado, todavía no se puede viajar libremente por China y sigue habiendo zonas en las que es necesaria pasar la cuarentena si se va, como es el caso de Beijing (Pekín). Además, también nos explica que hay otras ciudades en las que los hoteles no permiten alojarse si se llegó después del 1 de marzo y no tienes los resultados del test.
Preguntada por cómo sigue lo que va pasando en España y por las similitudes y diferencias entre nuestra desescala y la de China, Alicia opina que en nuestro país "hay mucha gente que lo ha hecho muy muy bien pero que otros, a pesar de las indicaciones, no le han dado la importancia que tiene. Personalmente, en este caso deberíamos mirar más por el bien común y no por el personal, ser menos egoístas".
En cuanto a China, seis meses después de que el COVID-19 surgiese y se expandiera rápidamente por el mundo desde Wuhan, cada ciudad o provincia del país se encuentra ahora en una fase diferente (un poco como está España). De esta forma, mientras que el confinamiento en Wuhan acabó bastante más tarde que en el resto de las ciudades, en el caso de Shanghai, que es donde Alicia vive, ahora mismo hay ‘vida normal’ prácticamente: "los bares, restaurantes, gimnasios, discotecas están abiertos y lo único que falta es la vuelta al colegio de los estudiantes: ahora mismo, los que van a los cursos superiores del instituto ya han comenzado, a partir del 18 volverán otros cursos a las clases presenciales y se cree, que las universidades, así como las guarderías, retomarán las clases presenciales después de verano", cuenta.
En caso de la vuelta al institutos, los alumnos chinos de Bachillerato, junto con los noruegos fueron los primeros en regresar a las aulas a finales de abril. En el caso de Shanghai, según explica diario sur, se ha abierto más el abanico y se han reincorporado también los del último curso de Primaria: "los protocolos de desinfección y de distanciamiento social presidieron la actividad educativa de los cerca de 200.000 jóvenes que se reencontraron con sus profesores. Se tomaron temperaturas corporales y se mandó a casa a quienes superaron los 37,3º. En algunos colegios han optado por curiosos métodos para proteger a los alumnos: desde exigir el uso de viseras de plástico para cubrir el rostro hasta instalar mamparas individuales, pasando por poner gorros con globos alargados que sirven para mantener la distancia social".
Si hablamos concretamente de los bares, los parques o las oficinas, aunque han tenido limitados sus horarios hasta hace poco y cerraron durante las semanas más duras, ahora funcionan con normalidad, incluso sin restricciones de aforo o distancias de seguridad: "lo único que debes hacer para entrar es el control de temperatura y enseñar el código verde". El código del que habla es un QR (como el de las entradas o los billetes de avión) basado en colores que llevan todos en el móvil y que sirve para controlar el virus: si la persona está “limpia” saldrá verde, mientras que si hay peligro de contagio le saldrá en ambar o rojo.
"En China todo funciona con las apps del móvil, no se usa el dinero, pides todo por el móvil”, explica. "Es por ello que crearon un apartado dentro de una de las aplicaciones más importantes en el que sale tu 'health code' (un código de salud que es diferente en cada ciudad) que debes mostrar al entrar a los sitios, junto con la toma de temperatura. Si está en verde, sin problema, pero si está en rojo o amarillo, no puedes acceder. Desde mi punto de vista, ha facilitado mucho la vuelta a la normalidad ya que se puede llevar mayor control".
En el caso de Alicia, como es extranjera, lo lleva integrado dentro de la app de Alipay, un servicio para hacer pagos por teléfono hecho por Alibaba (los mismos que Aliexpress) y desde la que también se puede comprar prácticamente de todo, lo que les ha hecho muchísimo más “fácil” el confinamiento. En el caso de ser ciudadana china, podría llevarlo también en WeChat, que es el WhatsApp de allí.
Alicia tuvo que pasar controles bastante duros del virus nada más aterrizar en Shanghai el 13 de marzo cuando se volvió de España: "Una vez aquí comenzaba un dispositivo nuevo de control [tuvo que pasar otro en Alemania donde la compañía con la que volaba la dejó en tierra por haber dado más de 36,9 grados y donde tuvo que comprarse otro billete]. Nos llamaron pasajero por pasajero para sacarnos del avión, tomarnos la temperatura y hacernos esperar en el pasillo que conecta con la terminal. Una vez hecho este procedimiento, pasábamos otro control, en el que escaneando un código QR debías rellenar un formulario y pasar una entrevista. En función de la temperatura y lo que hubieras rellenado te daban una pegatina: roja, amarilla o verde. En mi caso, obtuve la amarilla". Curiosamente, y según nos explica por videollamada a Yasss, al ir a Gran Canaria en diciembre y cuando ya se tenía noticias del virus, nadie le hizo ningún control para salir del país.
Después de obtener la pegatina, Alicia tuvo que pasar otro nuevo control de temperatura y acudir a un área en el que clasificaban a los pasajeros según la zona en la que vivían. Seguidamente, la llevaron en un autobús escoltado por la policía hasta su casa y, una vez en casa, un encargado se bajaba del vehículo para hablar con el representante de la comunidad que estaba esperando en cada edificio. Este representante tomaba los datos para ponerles en contacto con los médicos que iban a llevar a cabo el control de la cuarentena (según nos cuenta por Zoom, en algunas casas incluso instalaron sensores que pitaban si habría la puerta y si el usuario salía). Fue entonces cuando empezó su cuarentena: “estuvimos mi pareja y yo 14 días en un minipiso de 35m² sin paredes. Lo llevamos bastante bien, nos mantuvimos ocupados y además nos coincidió con el confinamiento de ustedes. Sí que es verdad que en algún momento tuvimos algún roce, más que nada porque no es un espacio tan amplio y no tienes tu propio espacio".
Durante su cuarentena, caca día les pasaban a recoger la basura y a desinfectarlos la puerta y no podían salir ni a comprar, tenían que pedirlo todo a domicilio. "Además, por las mañanas y a mediodía, debíamos tomarnos la temperatura y enviársela a la doctora por nuestra cuenta. Una vez acabado este confinamiento, nos daban un certificado conforme habíamos pasado la cuarentena y en una de las aplicaciones [en este caso Alipay], nuestro 'health code' se ponía en verde", detalla.
Una de las cosas más curiosas que nos cuenta Alicia en materia de Educación es que durante la cuarentena, el Gobierno chino emitió cada día las clases por televisión. De esta forma, casi todos los alumnos pudieron seguirlas y no como en España que, según reveló la ministra Celaá a finales de marzo, el 12% de los alumnos no se conectaba con el profesor y por lo tanto, no pudieron seguir las clases online.
Cuando le preguntamos por medidas impuestas por el Gobierno chino durante esta crisis que le parecieron más efectivas en comparación con las españolas (si comparamos el número de casos y de muertos ha sido muchísimo mayor en España que allí), Alicia explica que es complicado de contestar ya que no solo influyen las medidas tomadas sino "una parte fundamental es la cultura: en China, lo que diga el Gobierno (que además para bien o para mal lo compone un único partido: el Partido Comunista de China) y sus normativas se cumple, sí o sí. Además, también jugaban con que en 2003 habían vivido algo parecido, el SARS (Síndrome Agudo Respiratorio Severo), así que ya tenían una situación de referencia". "También creo que hubo un punto, y hablo de la población incluyéndome a mí misma que, a pesar de que estábamos siendo bombardeados diariamente con información sobre el virus, nos pensábamos que no llegaría, que no sería para tanto, que solo era algo de China".
"Realmente pensando simplemente en mí, he sido muy afortunada, porque he ido, por así decirlo, evitando el virus. Pero obviamente, lo más difícil ha sido la preocupación por mi familia, porque estuvieran bien, que estuvieran haciendo lo correcto", confiesa Alicia a más de 10.000 km de distancia de España. Si le preguntamos si ha sacado algún aprendizaje del confinamiento, la canaria está a favor de hacer más parones así en nuestra vida diaria pero con matices: "No como el de España, que ha sido más largo, pero a lo mejor sí como el de aquí. Dos semanas de dedicación a esas cosas que quieres hacer y no encuentras el momento, de escucharte, de conocerte y de crecer".
Si tiene que hacer balance en general de su experiencia allí Alicia está contentísima y, de hecho, ella y su pareja intentarán alargar al máximo posible quedarse en China mientras los visados y los contratos de trabajo se lo permitan. Lo que más le gusta, según explica a Yasss, es poder estar en un país diferente que le permite conocer a personas de otras procedencias e inquietudes y también el privilegio de poder viajar (en tiempos de no CoVid19, claro) por los países asiáticos ya que no se necesitan tantas horas de avión para llegar.
Eso sí, si tiene que enumerar lo que menos le gusta elige el estar tan lejos de su familia y que, en ciertos momentos puntuales, en China la gente entiende la vida de manera muy distinta en cuestiones de felicidad, trabajo, horarios, comportamientos y eso hace que no me sienta del todo cómoda: "Obviamente, si solo tratas con la cultura china el choque es más grande, pero aquí, en Shanghai, si trabajas para una compañía internacional y te mueves por un ambiente más extranjero, la diferencia no es tan notable". Pese a todo, es consciente de que es ella la que llegado a su cultura, a su país y que es la que debe adaptarse y tomarlo como un aprendizaje.