Un antiguo tripulante de cabina explica por qué no duerme nunca en vuelos largos

Viajar supone muchas veces, más allá del disfrute, lidiar con cambios que pueden afectar a nuestro propio organismo. Adaptarnos a un nuevo país y, en algunos casos, a otra zona horaria no siempre es fácil. Además, montar en un avión, con lo que eso supone, puede causarnos trastornos como deshidratación, dolor de oídos, el síndrome de la clase turista o el temido jet lag.

Para evitar las incomodidades que esto supone y tener un viaje lo más seguro y confortable posible es conveniente seguir una serie de recomendaciones, especialmente, si vienen de aquellos que ya tienen experiencia en este tipo de viajes. Por eso, es habitual que se viralicen en seguida los consejos de los auxiliares de vuelo en las redes sociales.

La recomendación de un exasistente de vuelo

Bobby Laurie, que trabajó de ello, ha revelado por qué nunca dormía en los vuelos largos. En una publicación en cntraveler.com, explica que operaba entre uno y tres vuelos diarios y eso hacía que trabajase unas 10 horas. Normalmente, uno de estos viajes era de larga distancia, lo que suponía cambiar de zona horaria, pero el jet lag no le supuso un problema.

El jet lag se define, según el Diccionario de la Real Academia Española, como “trastorno o malestar producido por un viaje en avión con cambios horarios considerables”.

Laurie dice que en su caso “cuando aterrizaba en otra zona horaria, estaba listo para dormir. Esa siesta después de llegar, o el descanso nocturno en algunos casos, reiniciaba instantáneamente mi reloj interno”.

Por ello, aconseja permanecer despierto durante el vuelo ya que “esto le ayudará a sentirse cansado a su llegada y podrá ir directamente a la cama una vez que llegue a su alojamiento”. 

“Si llega más temprano en el día, establece una alarma y échate una siesta. Despiértate, disfruta el resto del día y después deberías estar lo suficientemente cansado como para dormir esa noche, por lo que ajustas completamente tu reloj biológico a la zona horaria actual”, recomienda.

Otros compañeros, señala en la misma publicación, combatían el jet lag con café, plátanos o, si es posible, actividad física, entre otras cosas.