Antes las próximas bajas temperaturas, España se enfrenta a una ola de frío que, según los expertos, sucede por la rotura del vórtice polar estratosférico. Ante el descenso del mercurio, la calefacción en los coche se ha vuelto una necesidad a la hora de conducir tanto por el bien de los ocupantes como por el del propio coche y cada vez son más las dudas que nacen con respecto al consumo, la temperatura correcta y las facilidades de calefactar el vehículo. Si bien es cierto que muchas personas tratan de no encender mucho la calefacción de casa para no gastar de más en la factura, en el caso de los vehículos no es un problema.
Muchas personas prefieren conducir con el abrigo puesto antes que poner la calefacción y esto es un grave error, además de que supondría una multa según la DGT . Conducir con mucha ropa de abrigo o muy voluminosa puede resultar extremadamente peligroso al dificultarse los tiempos de reacción y un limitación en los movimientos notable, produciéndose así accidentes. Además, podría producirse el efecto submarino, que se da cuando el cuerpo no está bien sujeto por el cinturón, presiona el asiento hacia abajo y se desliza por debajo de la banda abdominal, lo que podría provocar lesiones en la espalda, pelvis o hemorragias internas graves.
La temperatura recomendada está entre los 20 y 22 grados ya que aumenta el confort y reduce el cansancio además de hacer más ameno el viaje llevando la menor ropa de abrigo puesta posible.
En general, se compara la calefacción de casa con la del coche y se interpreta que ambas gastan demasiado, por lo que la gente teme encenderla durante demasiado tiempo. No obstante, la calefacción del coche no supone un mayor consumo de carburante ya que el sistema de calefacción aprovecha el calor que desprende el motor de combustión interna. El aire acondicionado del vehículo, por el contrario, sí que eleva el gasto del combustible del automóvil.
En el caso de los coches eléctricos, hay que hacer uso de las baterías que alimentan el coche para conseguir calentar el vehículo por lo que disminuye el rango de autonomía. El uso de resistencias eléctricas, los emisores eléctricos mienras se recarga el coche y el etanol o alcohol etílico como combustible, son métodos a los que los fabricantes han decidido recurrir para minimizar el problema.
Un coche eléctrico que disponga de un sistema convencional de calefacción, reduce la autonomía de entre el 6% y el 10% en condiciones de empleo normales. Un modelo con unos 400 kilómetros de autonomía eléctrica puede llegar a perder hasta 40 kilómetros de alcance con la calefacción encendida.