Cuando hace mucho frío, como estos días, en los que además nuestro cuerpo aún se está acostumbrando a las bajas temperaturas tras varios meses en lo que ha hecho bastante calor, el organismo se pone en marcha para calentarse. Es decir, tiritamos, nos castañean los dientes y nos resfriamos. Pero, ¿por qué sentimos frío exactamente y qué efecto tiene en el cuerpo?
Los humanos necesitamos protegernos cuando hace demasiado frio, ya que somos animales “homeotermos”, lo cual quiere decir que necesitamos mantener una temperatura corporal constante. De la misma manera, en verano nos ponemos a refugio del calor ya sea con aire acondicionado, ventiladores, abanicándonos, sudando, bebiendo más agua… Para que la temperatura corporal no aumente y aparezca la fiebre.
La sensibilidad a la temperatura ambiental está relacionada con la necesidad humana de mantener el equilibrio de la temperatura interna. Sentimos frío porque los receptores sensoriales llamados termorreceptores son responsables, que se encuentran en la dermis (capa interna) de la piel envían una señal a nuestro cerebro para “alertar” de ese frío, y de esta manera nuestro cuerpo se pone en marcha para regular su temperatura.
¿Alguna vez te has preguntado por qué la nariz y las orejas se enfrían más rápido que el resto del cuerpo en invierno? Es porque en la cara es donde más termorreceptores tenemos.
En la cara es donde más termorreceptores tenemosGetty Images
Cuando tenemos demasiado frío, los vasos sanguíneos que distribuyen la sangre a la piel de todo el cuerpo se estrechan o contraen, lo que se llama vasoconstricción. La vasoconstricción reduce el flujo de sangre cerca de la superficie de la piel, lo cual reduce la pérdida de calor de la piel.
Como resultado, la piel se vuelve más pálida porque llega menos sangre a la superficie, y si pasa mucho rato podemos sufrir entumecimiento en pies y manos. Esta vasoconstricción tiene sentido: calentar la zona central del cuerpo donde se encuentran los órganos vitales. Si estamos mucho tiempo expuesto, la disminución del flujo de sangre puede hacer que los tejidos corporales no funcionen correctamente y nos congelemos, es decir, que suframos una hipotermia.
Riesgos del frío extremo
Esta demostrado científicamente que las personas con artrosis o artritis reumatoide sufren más dolor cuando bajan las temperaturas.
En personas con el corazón delicado, el esfuerzo que tiene que hacer el corazón para calentar el cuerpo con frío extremo puede ocasionar un infarto o angina de pecho.
Se producen más episodios de cefalea y migrañas en épocas frías.
Trastornos como la depresión, la ansiedad, la irritabilidad y la agresividad son más comunes en días fríos, en parte por la falta de luz solar, de serotonina y de vitamina D.
El esfuerzo del cuerpo por regular su temperatura interna hace que consumamos más energía, por lo que es necesario compensar con un mayor consumo de calorías para no sentirnos débiles.
Las mayores, con enfermedades crónicas y deprimidos inmunológicamente son más vulnerables al fríoGetty Images
Cómo protegerse del frío
Para protegerte del frío, en primer lugar, vístete acorde a las temperaturas. Usa prendas sueltas, calientes e impermeables, y ponte varias capas de ropa. Los guantes, gorros, bufandas y calcetines abrigaditos son imprescindibles, pues la mayor parte del calor del cuerpo se pierde por la cabeza, manos y pies.
En el caso de la población de riesgo, como personas mayores, con enfermedades crónicas y deprimidos inmunológicamente, los médicos muchas veces aconsejan ponerse las vacunas de la gripe y del neumococo.
Planea tus salidas a la calle, para evitar los cambios bruscos de temperatura.
Si llueve, procura mantenerte seco, ya que el agua y la humedad enfrían el cuerpo rápidamente y hacen que el calor del cuerpo se pierda más rápido.
En casa, mantén la calefacción a unos 21 ºC, pero sin olvidar ventilar las habitaciones diariamente durante unos diez minutos.
Por supuesto, es esencial una correcta alimentación, que nos aporte las calorías necesarias (el cuerpo gasta más energía cuando hace un esfuerzo por regular su temperatura interna en invierno), así como realizar ejercicio físico.
El alcohol y las bebidas con cafeína aceleran nuestro metabolismo produciendo pérdida rápida de calor, por lo que no se aconseja su consumo en días de mucho frío.