Nathan y Rachel Lamet son una pareja que reside en Salem, en el estado de Oregón (Estados Unidos). Recientemente, al levantarse una mañana, descubrieron cómo Apple, de 11 meses, y Jack, de dos años, sus perros de raza Alaskan Klee Kai, se habían comido el boleto de lotería que habían dejado en un sofá. Lo más curioso de la situación es que la apuesta del matrimonio tenía premio. Hace escasas fechas, una persona ganó en el país norteamericano 1.250 millones de euros con un décimo comprado por casualidad.
Los funcionarios de la lotería estatal han visto los boletos de muchos tipos, desde lavados en el bolsillo de unos pantalones vaqueros hasta abandonados en charcos o arrollados por los neumáticos de los vehículos en medio del asfalto. Sin embargo, nunca habían recibido los restos de un boleto destrozado por unos perros, según recoge el diario británico Daily Star.
"Por alguna razón, dejamos el boleto en la otomana -una especie de sofá- y decidieron que estaba delicioso", afirmó Rachel en un comunicado de prensa. "Me fui a la cama y cuando me desperté estaba comido hasta el punto de que creí que no se podía revisar", añadió, subrayando que "mi esposo pensó que era divertido y que alguien podría al menos reírse. Él dijo que seguro que es un (boleto) ganador".
No obstante, decidieron enviar lo que quedaba de boleto junto con una foto de los perros y una nota explicativa de lo que había sucedido. El motivo no es otro que Nathan tenía el presentimiento de que el boleto del crucigrama de oro del faraón podía estar premiado.
La Lotería de Oregón permite a las personas mandar sus boletos ganadores por correo, una gestión cuya respuesta puede demorarse unos diez días hábiles. Afortunadamente, pudieron reconstruir el billete y Nathan estaba en lo cierto. La apuesta, que les había costado tres euros, había sido agraciada con ocho euros.
Desde entonces, los Lamet han decidido distraer a sus jóvenes perros un poco más. "Estamos comprando más juguetes para masticar. Los amamos, pero a veces están locos", indicó el matrimonio.