¿Cómo superar el aburrimiento sexual? La psicóloga Marina Pinilla comparte cinco recomendaciones y tres señales que indican que el aburrimiento sexual es más serio de lo que crees
Son muchas las parejas que, pasados unos meses o años, se adentran en la rutina. Eso no es malo en contra de lo que popularmente se cree. Tener ciertas costumbres es sinónimo de complicidad, confianza y seguridad. El problema surge cuando esta rutina afecta al plano erótico y acaba provocando lo que se conoce como aburrimiento sexual.
El aburrimiento sexual se produce cuando nos acostumbramos a la misma rutina sexual, y esta ya no nos satisface a nivel biológico y psicológico. En otras palabras, cuando siempre tienes sexo a la misma hora, en el mismo sitio y con las mismas posturas, acabas habituándote, y la excitación y el placer disminuye considerablemente.
Aunque muchas personas están satisfechas con un sexo rutinario, lo cierto es que el aburrimiento sexual puede provocar, como hemos mencionado, ciertas consecuencias biológicas y psicológicas. A nivel biológico, falta de lubricación, dificultad para lograr la erección, erecciones menos turgentes y retraso a la hora de alcanzar el orgasmo. A nivel psicológico, frustración, irritabilidad, baja autoestima, tristeza y ansiedad respecto al sexo.
El aburrimiento sexual también puede afectar a la relación de pareja, y es que, para muchas personas, lo sexual y lo afectivo están relacionados. En otras palabras, si falla lo sexual, poco a poco puedes perder ese sentimiento de cariño o amor hacia sus parejas, transformándose en hastío.
Así como el aburrimiento sexual puede provocar problemas en la relación, los problemas en la relación también pueden provocar aburrimiento sexual. Una mala comunicación, celos, posesividad, pasar poco tiempo de calidad juntos o tensión por la convivencia pueden derivar en un sexo insatisfactorio y rutinario.
Cómo evitar el aburrimiento sexual
Identifica la causa del aburrimiento sexual. El primer paso es descartar cualquier problema de la relación. Por ejemplo, que os habéis ido a vivir juntos y hay mucha tensión por el reparto de tareas. Otra razón habitual es que como ya lleváis tanto tiempo juntos, habéis dejado de hacer planes diferentes y casi siempre estáis en casa mirando el móvil.
Hablad, hablad y hablad. El segundo paso es comunicaros. A veces cuesta, lo sé, pero para que la relación fluya (y no solo en el plano sexual), tenéis que aprender a compartir lo que sentís, a poner límites, a explicitar tus necesidades y a respetar las necesidades de la otra persona.
Dedicad tiempo a la relación fuera del dormitorio. En otras palabras, pasad tiempo de calidad juntos. No vale ir a cenar para estar cada uno mirando su móvil. Es importante que, de vez en cuando, hagáis planes que os resulten divertidos a ambos.
Innovad en la cama. El primer consejo puramente sexual es innovar de vez en cuando. No os estoy diciendo que os compréis un kit de BDSM (o sí, si os apetece). Podéis hacer pequeños cambios de rutina más sencillos: hacerlo a otra hora del día, en otro rincón de la casa y probando otras posturas. También podéis incluir juguetes.
Sin prisa ni presiones. Ahora que os conocéis y hay confianza, el sexo puede durar diez minutos, pero para evitar el aburrimiento sexual conviene dedicar más tiempo. Recuerda que la penetración no es el eje central del sexo, y que para crear un clima erótico no basta con decir “cariño, estoy cachondo/a, vamos a follar”. Esfuérzate como lo hacías al principio.
Por norma general, el aburrimiento sexual se puede gestionar sin ayuda externa, pero en algunos casos conviene ponerse en manos de un psicólogo:
La causa del aburrimiento sexual es un problema de salud mental. Por ejemplo, tu pareja o tú padece depresión o ansiedad y eso os impide disfrutar del sexo.
Alguno de los dos sufre una disfunción sexual: eyaculación precoz, eyaculación retardada, problemas de erección, problemas de excitación, retraso del orgasmo o ausencia del mismo, etc.
La relación va mal, pero no sabéis cómo solucionar los problemas. Habéis intentado arreglarlo, pero siempre acabáis discutiendo o volviendo a viejas costumbres que os hacen infelices.
En cualquiera de estos casos, es útil pedir orientación psicológica.