Son muchas las personas que, a veces, prefieren la masturbación al sexo en pareja. Eso es lo que le ocurre al novio de Carolina, una joven de 27 años preocupada por su vida sexual. “Lo hacemos muy poco”, confiesa a Yasss, “y lo entendería si no fuera porque sé que se masturba. No lo entiendo. ¿Por qué no tiene ganas de hacerlo conmigo, pero si está cachondo como para tocarse solo?”, se pregunta.
Como Carolina, muchas personas se preocupan porque sus parejas no quieren sexo, pero sí tienen apetito sexual ya que se masturban. También hay quienes se angustian porque viven esta situación en su propia piel: personas que no son capaces de “activarse” y tener sexo con su pareja, pero que sí tienen ganas de masturbarse de vez en cuando. ¿Hasta qué punto es problemático o indicativo de que la relación va mal?
Lo primero que debemos saber es que el apetito sexual no es idéntico ante cualquier situación. Si ahora mismo tu pareja te pide que te excites en un minuto y que tengáis sexo, probablemente te agobiarás y te resultará imposible lograrlo. En cambio, si dedicáis media hora a acariciaros, besaros y fantasear en voz alta, el apetito sexual llegará.
Esto puede parecer obvio, pero es algo que a menudo olvidamos cuando estamos en pareja. El sexo en las relaciones puede conllevar cierta presión.
Cuando estás empezando a conocer a tu pareja, esa presión se compensa con la excitación inherente al comienzo de las relaciones. En otras palabras, los primeros meses estás tan ‘cachondo’ que los nervios se contrarrestan. El problema es que a medida que la relación avanza, el apetito sexual cambia, pero podemos seguir sintiéndonos presionados.
Muchas personas esperan que su pareja se excite en cuestión de minutos y eso es muy difícil y, en algunos casos, imposible. Al no conseguirlo, se sienten atacadas. «Si no te excitas rápido es que no te pongo», piensan, y a veces no lo dicen en voz alta, pero se nota esa decepción.
Este clima de presión y altas expectativas provoca que el deseo sexual se libere de otra forma. ¿Cómo? Mediante la masturbación, ya que la persona sabe que al masturbarse no tiene que rendir cuentas a nadie. Es más rápido, una especie de hábito relajante automatizado.
Como vemos, no tiene nada que ver con que la persona sienta más o menos atracción física hacia su pareja, y si bien es respetable (cada uno se relaja o busca placer como buenamente puede y quiere), lo cierto es que puede reflejar un problema en la relación, pero no en el terreno sexual, sino a nivel comunicativo.
Recuperar el sexo en pareja no significa renunciar a la masturbación. Entender esto es la clave para poder disfrutar de nuevo juntos. Significa volver a cuidar vuestra intimidad renunciando a los reproches, las críticas y, sobre todo, la presión.
Si la mala racha sexual se prolonga en el tiempo, está causada por una dificultad psicológica y no sois capaces de gestionarla en solitario, podéis pedir ayuda profesional a un psicólogo.