Aunque el sexo debería ser sinónimo de placer, intimidad y relajación, para muchas personas es un momento de estrés. Ese es el caso de Lena, una joven de 28 años preocupada porque tarda mucho en llegar al orgasmo, y teme que eso pueda perjudicar a su relación de pareja.
En su cama hay cabida para el disfrute, y es que aunque tarde en alcanzar el clímax, disfruta del sexo, el problema es que le da miedo que su pareja no esté disfrutando. “Creo que se aburre”, comparte, “y en parte lo entiendo, porque tardo mínimo una hora”. Una hora que a veces se esfuma muy rápido, pero que en ocasiones se hace eterna. “A veces estamos cansados o tenemos que madrugar y sabiendo lo que yo voy a tardar, por muchas ganas que tengamos, nos echamos para atrás y lo dejamos para otro momento. Aunque lo entiendo, esto me hace sentir culpable”.
“¿Has hablado con tu pareja de esto?”, le preguntamos. La respuesta es que no. “Me da miedo hablarlo y que me diga que sí se aburre, porque ya no solo sería un problema en mi cabeza. Sería un problema real de la relación”. En consecuencia, Lena ha dejado de disfrutar del sexo, estos encuentros íntimos le apetecen poco o nada, y cada vez tarda más en alcanzar el orgasmo.
Cuando hablamos de orgasmos retardados, hacemos referencia a la dificultad para alcanzar el orgasmo o eyacular cuando existe una estimulación sexual adecuada y una excitación sexual óptima.
Esta definición nos plantea ciertas situaciones que todos hemos vivido con mucha culpabilidad, pero que no son un orgasmo retardado:
Como vemos, para hablar de orgasmos retardados es necesario que exista un clima erótico previo, que ambas partes estén cómodas y excitadas, y que la estimulación –independientemente de si es masturbación, sexo oral, penetración o cualquier otra– sea la indicada.
Todos hemos tardado en alcanzar el orgasmo de forma puntual, a veces más, a veces menos. Incluso hay ocasiones en las que ese ansiado clímax nunca ha llegado aunque estábamos disfrutando mucho. Puede influir el cansancio, el estrés o incluso nuestras expectativas. Empiezas a pensar que estás tardando mucho y que la otra persona se está dando cuenta, así que ya no disfrutas igual. En vez de centrarte en las claves eróticas del sexo, te centras en la duración, en darle vueltas a por qué está yendo mal o en lo que la otra persona puede estar pensando.
Estas situaciones esporádicas no son un problema, pero sí pueden convertirse en uno cuando falla la comunicación en pareja.
¿Qué problema? Según el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM 5), trastorno de eyaculación retardada en hombres, y trastorno orgásmico en mujeres, dos disfunciones sexuales que vienen a significar lo mismo: una dificultad persistente y recurrente para alcanzar el orgasmo que provoca un malestar intenso en la persona.
¿Cuánto tiempo implica que sea “persistente”? Para el DSM, seis meses.
¿Qué significa “recurrente”? Que la dificultad para alcanzar el orgasmo ocurre siempre o casi siempre que mantienes relaciones sexuales.
¿Cómo sé si me está provocando malestar intenso? Porque sientes ansiedad al pensar en mantener relaciones, porque tu autoestima está hundida o porque el sexo ya no es placer, es tortura.
Si tienes orgasmos retardados esporádicos, lo ideal es hablar con tu pareja con confianza y empatía. No es un problema ni algo malo, pero sí conviene comunicar cómo te sientes para que no vaya a más. Es importante que tu pareja no te juzgue, que no te presione y que, sobre todo, no te culpe de lo ocurrido.
Lo ideal es crear un clima seguro en el sexo. En otras palabras, que sepas que cuando mantengas relaciones sexuales vas a disfrutar, y para disfrutar no es necesario llegar al orgasmo.
Tendemos a pensar que el orgasmo es la meta del sexo, cuando no es así. ¿Cuál es la meta? Divertirte, sentir la estimulación previa, conectar con la otra persona o experimentar placer en otras intensidades y formas.
Se puede disfrutar del sexo sin tener en mente que hay un objetivo final y, además, al quitarnos la presión de lograr el orgasmo es más probable que éste llegue. También mejora la relación de pareja porque eliminamos las expectativas, la presión y las inseguridades en la cama.
Si sospechas que padeces un trastorno de eyaculación retardada o un trastorno orgásmico, la comunicación con tu pareja es indispensable, pero a menudo no suficiente. Ponerte en contacto con una psicóloga es lo ideal en estos casos.
Que no te de vergüenza pedir ayuda profesional. El sexo es un tabú en la sociedad, pero el miedo no debe condenarte a no disfrutar de por vida.
Hay tratamientos eficaces para las dificultades orgásmicas, así como para otras disfunciones sexuales, y para llegar a ellos un experto debe conocer tu caso a fondo.