Aunque para muchas personas sigue siendo un tabú, la masturbación es una parte muy importante de nuestra sexualidad. Se trata de una conducta saludable, divertida y de la que no debemos avergonzarnos jamás, independientemente de si somos hombres o mujeres. Al fin y al cabo, tiene una importante función: nos permite conocer nuestro cuerpo mejor.
En solitario todo es más sencillo, pero a veces cuando se añade otra persona a la ecuación aparecen los nervios, las expectativas, la ansiedad e, inevitablemente, se retrasa el orgasmo. Este problema tiene nombre, anorgasmia situacional, y es más común de lo que imaginas, sobre todo en población femenina. ¿Por qué sucede esto? ¿Cuál es la razón por la que afecta más a las mujeres? ¿Cuánto hay de psicológico y cuánto de físico en esto? ¿Hay alguna forma de solucionarlo o es un problema que te acompañará toda la vida? Hoy responderemos a todas estas preguntas.
Como su propio nombre indica, la anorgasmia es un problema de tipo sexual que implica o bien incapacidad para alcanzar el orgasmo, o bien un retraso persistente pese a estar previamente excitado. Es decir, que la causa no es que tu pareja no te excite, que estés estresado y no logres encenderte, o que la práctica sexual en cuestión no sea de tu agrado.
En otras palabras, todo va bien hasta el momento del clímax. Hay lubricación en el caso de las mujeres y erección en los hombres, y ambos están psicológicamente excitados, pero no pueden alcanzar el orgasmo o les cuesta mucho.
Hay dos tipos de anorgasmia, la generalizada y la situacional:
Cada persona es un mundo y si quieres conocer cuáles son los motivos específicos que te han hecho desarrollar una anorgasmia situacional, lo ideal es que te pongas en manos de un psicólogo especializado en disfunciones sexuales. Aun así, hay varios factores que pueden explicar tu problema y que pueden ayudarte a entender mejor lo que te está sucediendo.
Algunas personas viven el sexo como un tabú, sobre todo cuando reciben una educación moral y/o religiosa muy severa o tienen inculcadas creencias sexistas, como que la mujer debe ser sumisa y el hombre dominante.
Crecen pensando que la sexualidad es algo que debe vivirse con remordimientos y culpa, cuando la realidad es distinta. El sexo no es malo, siempre y cuando haya consenso y respeto.
El “rol espectador” es la creencia de que tu pareja debe hacerlo todo y que tú simplemente debes limitarte a disfrutar. No podemos responsabilizar a nuestra pareja de nuestro placer, ya que es cosa de los dos.
La falta de comunicación, los conflictos, las discusiones o cualquier problema de pareja siempre afectan a las relaciones sexuales, sobre todo si no se resuelven adecuadamente. Por eso es importante hablar claramente antes de que los conflictos en un ámbito de la relación acaben afectando a más parcelas, como el sexo.
Otra causa de la anorgasmia situacional es el miedo a decepcionar a nuestra pareja, sobre todo durante las primeras experiencias sexuales. En vez de elaborar unas expectativas razonables, nos metemos en la cabeza que debemos hacerlo a la perfección. En consecuencia, ni disfruta uno ni disfruta el otro.
Estas experiencias pueden ser desde infidelidades hasta violaciones o violencia de género. Hay personas que han sufrido auténticas atrocidades y que no notan las secuelas hasta que pasan los años.
En estos casos es especialmente importante ponerse en manos de un psicólogo para gestionar todas las creencias erróneas sobre el sexo y cualquier problema de estrés postraumático o ansiedad derivado del trauma.
La ansiedad o la depresión, trastornos psicológicos muy comunes actualmente, también repercuten en nuestra vida sexual.
Es fundamental hablar de ello con tu psicólogo y si estás tomando medicación, también debes comunicárselo a tu psiquiatra. Hay fármacos cuyos efectos secundarios son la falta de deseo sexual o la incapacidad para alcanzar el orgasmo. No te lo calles, el sexo también forma parte de tu salud.
Aunque lo más habitual es que el problema sea psicológico, sobre todo si la anorgasmia es situacional, hay algunos problemas físicos que pueden estar relacionados. Abusar del alcohol, consumir algunos fármacos, los problemas de próstata, las infecciones urinarias o un embarazo reciente pueden afectar a tu capacidad para alcanzar el orgasmo.
La solución depende en gran medida de la causa de la anorgasmia.
Si las dificultades para alcanzar el orgasmo se deben a una educación inadecuada sobre el sexo o a la tendencia a adoptar el “rol de espectador”, lo mejor que puedes hacer es aumentar tus conocimientos sobre sexualidad. Vuélvete un experto tanto en teoría como en práctica.
Si crees que los problemas de pareja o el miedo a no rendir adecuadamente son los causantes, háblalo con la otra persona. La comunicación es el arma más poderosa y en este caso puede solucionar tus problemas fácilmente.
Si has sufrido alguna experiencia traumática, tienes un trastorno psicológico asociado o crees que hay alguna causa física detrás de la anorgasmia, acude a un profesional.
Independientemente del motivo, hay algunos tips que pueden ayudarte a mejorar tu vida sexual si te cuesta alcanzar el orgasmo en pareja:
Si eres incapaz de gestionar la anorgasmia por tu cuenta, pide ayuda a un psicólogo especializado en sexología. Los problemas sexuales tienen una tasa de mejoría muy alta siempre y cuando se traten adecuadamente.