Piensa en la última vez que tuviste sexo. Quizá fue con tu pareja o puede que con un ligue al que acababas de conocer y con el que no quisiste tener nada más. Posiblemente hubo penetración, o disfrutasteis exclusivamente de la masturbación y el sexo oral. A lo mejor tuviste un orgasmo, o tal vez no se cumplieron tus expectativas. Ahora piensa en lo que ocurrió justo después.
Lo que sucede inmediatamente después de mantener una relación sexual es tremendamente importante, pero a menudo pasamos por alto estos minutos por las prisas, porque estamos demasiado cansados y queremos dormir, o porque la otra persona no es nuestra pareja y creemos que “no le debemos nada”.
El aftercare es un término que hace referencia a todos los cuidados que se realizan después de una relación sexual. Dichos cuidados abarcan aspectos emocionales, pero también físicos.
La forma más simple (y necesaria) de realizar aftercare es mostrando interés, por ejemplo, preguntando a la otra persona cómo se ha sentido, si se ha encontrado a gusto o si hay algo que le haya incomodado. También es aftercare acariciar a tu pareja sexual, darle un abrazo o un beso, o un acto tan simple como ir a por una botella de agua o a por papel para limpiar fluidos.
El problema es que la sociedad asocia estos cuidados mutuos a un vínculo romántico, y por eso muchas personas se muestran reticentes. Si tú conoces a alguien y no quieres nada serio, te da miedo confundirle por ser una persona respetuosa y empática tras mantener relaciones sexuales. ¿La reacción habitual? Actuar de forma fría y distante para dejar muy claro que ha sido solamente “un polvo”.
Una cosa es el sexo y otra es el amor. En ambos casos, la responsabilidad afectiva es fundamental, y el aftercare es sin duda una manifestación de esa responsabilidad afectiva.
El concepto de aftercare no es nuevo. Se trata de una conducta habitual en las relaciones de BDSM (Bondage, Dominación, Sumisión y Masoquismo).
Las relaciones sexuales de BDSM están caracterizadas por prácticas que pueden resultar física y psicológicamente duras. Por ejemplo, restricción física, castigos, juego de rol con dominancia y sumisión, humillación, etc. Si bien todas estas prácticas son voluntarias y están consensuadas, en muchos casos la carga mental puede ser difícil de sostener. Por eso hay una palabra de seguridad para pausar el sexo en cualquier momento, y también un tiempo de cuidados posteriores, que es el aftercare.
Sin embargo, el aftercare es útil en cualquier tipo de relación sexual, incluso si es vainilla, es decir, convencional. ¿La razón? Que durante el sexo nos desnudamos física y psicológicamente, mostrando nuestro lado más vulnerable. Además, las hormonas liberadas en el momento de excitación y orgasmo pueden provocar un aluvión de emociones: alegría, sorpresa, nostalgia, inseguridad, tristeza… Estas últimas son conocidas como “disforia postcoital”, algo muy habitual que explica por qué muchas personas se sienten raras o apagadas después del sexo.
El aftercare nos permite evitar esa disforia postcoital o aliviarla cuando ya ha aparecido.
Si nunca has practicado el aftercare, te estarás preguntando qué puedes hacer para que tu pareja afectivo-sexual se sienta más cómoda. Algunas recomendaciones para lograrlo son:
El sexo es improvisación y diversión, pero también es empatía. Aunque no le debas exclusividad a la otra persona u os acabéis de conocer, cuida su salud mental.