Acaba de volver de un viaje a su pueblo, Miranda de Ebro, en Burgos, para documentarse para un reportaje sobre el último campo de concentración franquista, que llegó a albergar 65.000 presos de 58 nacionalidades. Porque Pedro Cuartango, que fue director de El Mundo y ahora es articulista en ABC, sigue siendo ante todo periodista.
Pero admitamos que no es un periodista normal sino uno que se suele salir del guion trillado de la política para escribir sobre sus grandes pasiones, la filosofía, la historia o la música, reflexiones que ha vertido en el libro Elogio de la Quietud (Círculo de Tiza).
Pregunta: Después de más de 40 años de profesión, afirmas que escribir es un acto de reafirmación “gozosa y dolorosa” de nuestra individualidad.
Respuesta: Escribir es una forma de vivir, de reconciliarte con el pasado, pero sirve también para inventar nuevos mundos. Es un placer y una forma de luchar contra el tiempo. Para mí no hay diferencia entre escribir y vivir. Es una forma de vivir.
P: Leer.
R: Soy lector compulsivo desde la infancia. Mi padre me abroncaba porque comía con un libro sobre las piernas. Me fascinaron los rusos primero y los franceses después. Leer también es una forma de vivir y aprender.
P: Una vida leyendo “pero en realidad no sé nada”, dices.
R: Es verdad. Cuanto más lees, viajas y vives, más se amplían las incógnitas sobre el sentido de la vida. Camus decía que la única pregunta pertinente es cuál es el sentido de la vida. Y cuanto más indagas sobre esa pregunta más incógnitas surgen. Yo no he aprendido nada. Sigo teniendo la perplejidad de adolescente.
P: Una de tus obsesiones: la dicotomía entre el azar y la necesidad.
R: Sí, todo lo que nos sucede es fruto de ambas cosas. Tú vas a tomar un café con unos amigos y conoces a la mujer de tu vida. Pero también existen las leyes de la biología, la cultura o la educación.
P: Y “una mano misteriosa” del destino.
R: No podemos prever nuestro futuro. Es la gran lección de la pandemia. El mundo es inseguro y volátil. No controlamos lo que nos puede pasar. Es fácil de decir pero difícil de aceptar.
P: Frente a ello, tú te manifiestas: carpe diem.
R: Son las palabras clave: disfruta del día. Yo hago una declaración de amor a la vida. Mira las estrellas, viaja, disfruta de un vino. Disfruta del presente porque el futuro no existe. Lo único que tenemos es el presente.
P: Y permanece fiel a ti mismo.
R: Es un principio que ha guiado mi vida. Es fundamental ser coherente con tus convicciones, pagues el precio que pagues. Yo lo he pagado. Siempre he intentado ser fiel a mí mismo. No he sacrificado mis principios por el dinero o el poder.
P: Lo difícil es saber cuáles son los principios.
R: Pero lo sabemos. Son los principios básicos. Para mí son los del humanismo cristiano -y eso que soy agnóstico-: no hacer el mal, ayudar a tus amigos, ser generoso con los errores de los demás. En eso podemos estar todos de acuerdo.
P: La coherencia por encima del éxito profesional.
R: He sido director de un periódico y jamás he aceptado presiones. Tenía claro que pasara lo que pasara no iba a ser incoherente. Seguro que hay cosas que he hecho mal, pero siempre he intentado ser consecuente conmigo mismo.
P: ¿Eres pesimista con los jóvenes de hoy?
R: Marco Aurelio también sentía la decadencia de los principios de la república romana. Napoleón quería restituir el pasado imperial de Francia. Todas las generaciones han tenido la sensación de que los tiempos pasados eran mejores. Pero no es así. Yo también creo que el mundo es peor que hace 50 años: la gente no lee, es más insolidaria, es más frívola, estamos en la sociedad del espectáculo. Pero también tengo la suficiente distancia para ver que las siguientes generaciones no son ni peores ni mejores. Siempre hay una especie de eterno retorno.
P: La política.
R: La política es un espectáculo. Hay un afán en la sociedad por parecer, en vez de ser. Es más importante parecer que ser. Es la característica de nuestra época.
P: El periodismo.
R: Ha caído en la frivolidad, en esa carrera por el espectáculo, y eso ha hecho mucho daño. Hemos supeditado nuestro trabajo a los clics de las redes sociales, damos más importancia a la forma que al fondo, buscamos titulares que den audiencia aunque no se ajusten al cuerpo de la noticia.
P: Reivindicas la equidistancia frente a las trincheras.
R: Lo hemos visto en la campaña de Madrid. Estamos en el reino de la simplificación y la manipulación. Yo escribí un artículo pidiendo que no se retiraran las estatuas de Largo Caballero y de Indalecio Prieto y muchos me insultaron. La gente solo admite lo que quiere oír. Yo reivindico la equidistancia como una actitud mental de intentar comprender la realidad con los ojos abiertos. La izquierda tiene valores que yo comparto como la justicia y la solidaridad, pero también la derecha, como el orden y la cultura del esfuerzo.
P: Las simplificaciones son un insulto a la inteligencia, dices.
R: Puedes criticar que Ayuso no haya invertido dinero en servicios públicos o su gestión de la pandemia haya sido mala, pero ¿alguien se puede creer que su victoria va a traer el fascismo a Madrid?
P: Modelos de periodistas e intelectuales. Hablas de Pío Baroja y Josep Plá.
R: Dos ácratas, los mejores escritores del siglo XX en España. Son intelectuales que yo reivindico, independientes y humanistas. Tienen una profundidad extraordinaria.
P: Umbral.
R: Un personaje excéntrico, pero un extraordinario columnista, quizá el mejor desde la Guerra Civil.
R: ¿Necesitamos a los columnistas?
R: Lo esencial del periodismo es la información, pero también se precisa de literatura en los periódicos. Ha sucedido siempre: Unamuno, Ortega, Pardo Bazán o Galdós escribieron en periódicos. El columnismo es necesario porque da una perspectiva distinta de las cosas.
P: Y filósofos. ¿Tus preferidos?
R: Spinoza: su Éticala tengo encima de la mesilla de noche. Ahí está todo: desde Dios a la naturaleza humana. Fue un heterodoxo. También me gustan mucho Descartes, Hume, Leibniz.
P: Y Camus, al que tienes un cariño especial.
R: Es otra referencia. De él lo he leído todo. Y me gusta todo. Hay algo de él que me ha servido para la vida: nunca tuvo que arrepentirse de nada de lo que escribió. Es un ejemplo de la coherencia con sus principios. No se puede decir lo mismo de Sartre, que llegó a justificar el estalinismo.
P: El jazz. Bill Evans.
R: Nadie ha tocado el piano mejor que él. Un estilo muy personal. Pero se enganchó a la droga, fue muy infeliz. También Miles Davis o Charlie Parker. ¿Para llegar a ese nivel artístico hay que ser desgraciado? Yo creo que no.
P: Pero sí sentir cierta insatisfacción. Lo advertía Vargas Llosa.
R: Digamos que las personas felices no escriben. Solo las que somos infelices. Escribir es una manera de conjurar tus frustraciones, en vez de ir al psicoanalista. Para qué vas a escribir si eres feliz.
P: El resultado es un misterio. “El arte deja huella indeleble aunque no sepamos la causa”, dices.
R: Yo pongo el ejemplo de la Pasión según San Mateo, de BachPasión según San Mateo. Genera una especie de emoción que no se puede explicar, inefable.
P: Te pasa lo mismo con Monet.
R: Me fascina, me quedo hipnotizado con sus cuadros. Pero no sabría decirte por qué me gusta.
P: La vejez. Tienes una frase muy dura: “Lo más doloroso es cuando te das cuenta de la propia irrelevancia”.
R: La vida es implacable: el éxito, la juventud, el sexo son pasajeros. Yo tengo una idea pesimista de la vejez. Es una especie de decadencia. Ahora estoy entrando en ella, tengo 66 años. Duermes mal, te cansas, la vida va perdiendo intensidad.
P: ¿Algo positivo?
R: La experiencia. Si llegas a la vejez en buenas facultades mentales, te hace ver las cosas con mayor claridad. Ahora entiendo mejor las cosas, las veo con mayor claridad.
P: Ahí hay cierta contradicción: no podemos saber el sentido de la vida, has dicho antes.
R: Sí, es contradictorio, lo admito. Comprendo mejor las motivaciones humanas, pero admito que eso no hace descubrir el sentido de la vida. En todo discurso hay elementos de contradicción.
P: “Somos granos de arena en la playa…
R: …en la playa inmensa del tiempo”. La galaxia más próxima está a 2,5 millones de años luz. Las dimensiones espaciales y temporales de universo te llevan a concluir que no somos nada.
P: La juventud. "Hay que arriesgarse", dices.
R: Cuando eres más joven debes apostar. Si no corres riesgos estás condenado a la nada. Tienes que apostar en el amor, en el trabajo, en todos los ámbitos de la vida. Yo siempre he corrido riesgos y nunca he tenido miedo. Sartre decía que los seres humanos nos construimos en nuestras decisiones: estamos condenados a la libertad. Tienes que elegir. La vida es una permanente elección.
P: La familia.
R: Hay una crisis de la familia. Yo lo veo de forma negativa porque tengo una educación convencional. Pero lo que está claro que va a haber nuevas formas de convivencia. El gran cambio del siglo XX ha sido la liberación de la mujer. Yo pienso en mi abuela y en mis hijas. Ha sido una revolución copernicana. Antes muchos matrimonios se mantenían en pie por la dependencia económica. Pero la familia convencional también tenía ventajas.
P: El resumen: elogias la quietud. “Tal vez la vida sea más simple”.
R: Al final hay que dejarse llevar. Hay que asumir que muy pocas cosas están bajo nuestro control. No podemos cambiar nuestro destino en buena medida. Tenemos que disfrutar del presente, de un paseo por el campo, de una comida con los amigos, de un buen libro en una tarde de invierno. Al final las adversidades llegan y la vida pasa muy rápido.