Marta Fernández: “La tableta abdominal decae, las neuronas no; son una inversión a largo plazo”

  • La escritora y periodista publica ‘No te enamores de cobardes’, un homenaje a la literatura, el cine y la música

  • Es la ficción la que nos construye y la que nos permite soñar: “Todos necesitamos que nos cuenten buenas historias”

  • Por sus páginas desfilan, entre otros, Michael Caine, Steven Spielberg, Leonard Bernstein, David Bowie o Gore Vidal

Marta Fernández, periodista y escritora, comenzó su carrera profesional en Diario 16 y TVE. En 1997 se puso por primera vez delante de la cámara en Telemadrid. Dos años después, pasó a formar parte del equipo fundacional de CNN+. Permaneció en la cadena de información continua hasta 2007. En ese año, fichó por Mediaset, donde permaneció hasta 2016 como presentadora de Informativos Telecinco y Noticias Cuatro. Colabora regularmente con la revista cultural JotDown y con La Ventana de la Cadena SER.

Tras su novela Te regalaré el mundo, publica ahora No te enamores de cobardes (Ed. Círculo de Tiza)No te enamores de cobardes , una loa al cine y a los libros, a los escritores, directores, actores y músicos que son la sal de la vida, los ingredientes que necesitamos para vivir.

Pregunta: Con ellos nos basta, dices. No hay que fiarse de los manuales de autoayuda.

Respuesta: El manual de autoayuda ayuda al autor del manual de autoayuda, que te vende su moto y va a hacer caja con sus consejos absurdos. A mí me ayuda solo lo que amo: el cine, la literatura, los buenos libros y las conversaciones con amigos.

Todos necesitamos que nos cuenten buenas historias

P: El libro empieza con un diálogo algo pesimista entre la literatura y el cine.

R: Pensé que el cine podía pedirle consejo a la literatura, su hermana mayor, que se ha visto amenazada muchas veces. Pero afortunadamente la conclusión es optimista: todos necesitamos que nos cuenten buenas historias.

P: “La cara más hermosa de la mentira”.

R: Leer o ir al cine o ir al teatro es elevar la vida a una potencia superior, la posibilidad de conocer otras cosas, paisajes y personajes. Es la mayor forma de conocimiento.

Hay algo muy atrayente en el cerebro

P: “La telepatía” de Stephen King.

R: Me encanta esa definición sobre la lectura. Es del libro Mientras escribo. Mezcla su biografía con sus lecciones sobre la escritura. El escritor hace telepatía con el lector. Es una forma de comunicación entre dos cerebros situados en lugares y tiempos distintos.

P: “Me gusta cuando lees porque estás como listo”.

R: Hay algo muy atrayente en el cerebro. La tableta abdominal decae; las neuronas no. Son una inversión a largo plazo.

P: A propósito de esto decía John Waters…

R: …“Si vas a casa de alguien y no tiene libros no te lo folles”. Magnífico consejo. Añado: si tiene libros, revísalos. Imagínate que son todos de Paulo Coelho: aquello estará llamado al desengaño.

P: "No te enamores de cobardes": Rick en Casablanca, Spencer Tracy y Katharine Hepburn o Hamlet y su incapacidad de vengarse.

R: Estos personajes tienen miedo a ser infelices, a fallar en el amor, a tomar una decisión. No se atreven a hacer lo que tienen a hacer. Rick obliga a interpretar la Marsellesa Marsellesaante los nazis, pero no soporta escuchar As Time Goes By. Se niegan a vivir algo por temer a fracasar, a perderlo todo o a sufrir.

P: Ahí está el sentido del famoso “ser o no ser” de Hamlet. “Actuar o no actuar”.

R: Es un personaje atenazado por las dudas, por la incapacidad de actuar.

P: "El paraíso perdido" de Borges, el refugio de los cobardes.

R: Los cobardes se niegan incluso a acceder a esos paraísos y se construyen nuevos paraísos a fuerza de prohibirse aquéllos.

Con la corrección política no se podrían leer ni Oliver Twist ni Lolita

P: De prohibir hablamos. Lo políticamente correcto.

R: Si somos lo que somos, una sociedad avanzada, es porque antes hemos sido otra cosa. Hay que ser muy conscientes de lo que hicimos antes. Debemos no olvidar nuestra historia, nuestros fallos, que fuimos más racistas, explotadores. Con la corrección política no se podrían leer ni Oliver Twist ni Lolita.

P: Ni ver La naranja mecánica, que autocensura el propio Kubrick.

R: La gente creía que la película promovía la violencia. Anthony Burgess, autor del libro, se defendía: es como si quien leyera la Biblia emulara a Abraham por intentar matar a su hijo o Hamlet a su tío. Es ficción y es denuncia, en este caso de la violencia exagerada y de los instrumentos de contención de la violencia. Es la catarsis de los griegos. La violencia mejor verla en una película de Tarantino.

Tarantino no tiene neuronas, sino fotogramas

P: Tarantino, por cierto: tiene fotogramas, no neuronas, dices.

R: Su cerebro habría que donarlo a la ciencia. Cuando fallezca y lo diseccionen aparecerán esos fotogramas: desde lo más excelso hasta las películas de serie B.

P: Un fotograma recurrente: el porche en Estados Unidos.

R: La ficción nos construye. Nunca vamos a tener esos porches magníficos que dan a un campo de maíz pero están clavados en nuestro imaginario. Nuestras películas favoritas tienen esos porches, desde Interstellar a Encuentros en la tercera fase. Quién tuviera un porche.

P: O una casa con jardín como en E.T. o Los Goonies.

R: Nuestros suburbios eran muy distintos, pero esos barrios los tenemos interiorizados como si allí hubiéramos pasado nuestra infancia.

P: La nostalgia.

R: Uno siempre creía que la montaña rusa era altísima y con los años descubre que no. O que la piscina municipal era muy honda y ahora vas y haces pie.

P: Directores. David Fincher. Su última película, Mank, no consiguió ningún óscar importante.

R: Es una pena porque es prodigiosa. Copia a la perfección el estilo de Orson Welles. Hasta pone los círculos que indicaban el cambio de rollo en las películas de aquella época.

Spielberg y el arte de la elipsis: pone la mirada del espectador donde él quiere

P: Spielberg: el arte de la elipsis.

R: Es una de las razones de su genialidad. Cómo pone la mirada del espectador donde él quiere: el plano de Jurassic Park cuando el vaso empieza a vibrar antes de aparecer el dinosaurio; también en Tiburón y en El diablo sobre ruedas.

P: Actores. Michael Caine.

R: Es sobrehumano. Una voz sin igual y una sensibilidad para todo tipo de personajes. Con una carrera dilatadísima. Tiene un acento y un físico muy marcado pero siempre da la talla, sabe adaptarse.

P: James Stewart.

R: Era tan normal que resultaba excéntrico. Cuando le concedieron el Óscar se lo dio a su padre para que lo expusiera en su ferretería. Es el americano medio, pero a la vez un héroe de guerra y un galán que de puro bueno te termina seduciendo.

P: John Cazale, Fredo en El Padrino.

R: Es hipnótico. En El Padrino aparece en plano con Al Pacino, Marlon Brando y Diane Keaton pero solo le ves a él. Tenía luz, como dicen los directores.

James Stewart era tan normal que resultaba excéntrico

P: Los músicos. Leonard Bernstein.

R: No entiendo como no se le ha hecho un biopic, probablemente porque no se ha encontrado a alguien con suficiente carisma. Bernstein consigue galvanizar lo más alto y lo más bajo de la sociedad neoyorquina. Cuando su féretro iba camino del cementerio los trabajadores de una obra cercana se despidieron con gran dolor.

P: David Bowie.

R: No sé si es un estilo o una religión. Lo tiene todo: se inventa un estilo, luego un personaje y luego se reinventa. Era buen actor, buen cantante: una supernova en el escenario. Como Cazale, no podías mirar otra cosa.

De los debates originales quitaron a los intelectuales y quedaron solo los insultos

P: Por último, periodismo. Gore Vidal y William Buckley.

R: Estos dos intelectuales de fuste, muy enfrentados políticamente, debatieron durante las primarias republicanas y demócratas de 1968. Su discurso tenía mucha profundidad, pero a la vez eran muy entretenidos. El debate fue un éxito, pero al final Buckley insultó a Vidal y eso disparó la audiencia. Muchos directivos comprendieron lo atrayente de un insulto en la pantalla. Y eso degeneró luego, hasta hoy: de los debates quitaron a los intelectuales y quedaron solo los insultos.