Juan Eslava Galán: "Es un gran misterio cómo Hitler se llevó al huerto a la nación más culta del mundo"

  • El prestigioso divulgador histórico publica ‘Enciclopedia nazi contada para escépticos’, una crónica amena del despropósito del Tercer Reich

  • Eslava repasa la vida de Hitler y su camarilla y la complicidad de los alemanes con el delirio de la raza aria y el exterminio de los judíos

  • Conocemos por su nombre a los personajes siniestros de los campos y a algunos de los héroes que salvaron a miles de judíos

Juan Eslava Galán es quizá el divulgador histórico más popular de España. Su serie de libros para “escépticos” son un éxito de ventas por su rigor y amenidad, incluso cuando se enfrentan a temas delicados como la Guerra Civil española o el cristianismo.

Pero el reto que tenía ahora por delante era mayor: escribir sobre el nazismo –que puede pillarnos un poco lejos-, y hacerlo de forma atractiva para el lector español. El caso es que Eslava había acumulado tanta información sobre Hitler y su tiempo que el libro se convirtió en algo más: una ‘Enciclopedia nazi contada para escépticos’ (Ed. Planeta).

Lo más llamativo es que estas 900 páginas se dejan leer de cabo a rabo, porque el hechizo que provoca el llamado 'Reich milenario' (que se quedó en 12 años) es tal que el lector ve difícil parar. Quizá el secreto esté en que uno no termina de entender bien aquella época: el despropósito colectivo de una nación que siguió como un ratón sumiso a un misterioso flautista de Hamelin.

Pregunta: De Hitler se ha escrito mucho, pero todavía es un misterio.

Respuesta: Sí. En realidad es un indocumentado. El tipo fue un vagabundo, sin oficio ni beneficio. Tiene lecturas, pero anárquicas, siempre para afirmar sus prejuicios. Y sin embargo se lleva al huerto a la nación más culta del mundo. Ese es el gran misterio de Hitler.

P: “Es el tonto más sustancioso que he conocido”, reveló el periodista español Eugenio Xammar tras entrevistarlo.

R. Los que le conocen personalmente se decepcionan. Josep Pla, que estaba en esa entrevista, solo se fija en su gabardina sucia. Y se pregunta qué tendrá este tío.

P: ¿Qué tendrá?

R: La explicación es que tenía una virtud: como orador político era insuperable. Además le dice al pueblo alemán lo que quiere oír. Al pueblo se le hizo creer que estaba ganando la I Guerra Mundial y que de la noche a la mañana se rindió. Luego en Versalles los ganadores se ensañan a base de bien con Alemania, sobre todo Francia. La ofensa es de tal calibre que todos se van detrás de Hitler como las ratas detrás del flautista de Hamelin.

Los alemanes miraron para otro lado cuando los judíos empezaron a desaparecer, y luego cayeron como buitres sobre sus bienes

P: Y para ello se servía de la llamada lógica abductiva, basada en conjeturas.

R: Sí, una lógica falsa, pero que a nivel popular funciona.

P: Otro caldo de cultivo para el ascenso del nazismo es el romanticismo alemán del XIX.

R: Sí, que inventa el culto al pueblo y que, mezclado con el darwinismo, da esta monstruosidad de la raza elegida, la raza aria. Se inventa una pseudociencia para apoyar esa supuesta superioridad. ¿Hay mayor despropósito que vaciar la universidad de judíos porque son infrahombres? Pero cómo van a serlo, si ganan todos los premios Nobel. Pero lo hacen y los que se quedan se inventan una física alemana. Es demencial.

P: El judío es el chivo expiatorio.

R: El judío es la envidia de ese vagabundo fracasado (Hitler) que les ve triunfar en la ciencia, en los negocios, en el arte. Algunos son millonarios. En cambio él es un fracasado que ni siquiera ha conseguido entrar en la Academia de Bellas Artes de Viena. Si pudiera volver atrás le diría a su profesor que lo aprobara, porque a la postre ese suspenso nos va a hacer unos desgraciados a todos.

P: Los nazis incluso tenían complejo sexual con los judíos.

R: No entendían cómo señoras estupendas se iban con judíos, que eran considerados infrahombres. Entonces decían que los judíos eran como animales, y por eso tenían el pene más grande.

P: También se inventan excusas para explicar los triunfos del negro Jesse Owens en las Olimpiadas de Berlín en el 36.

R: Sí, pero ahí hay algo interesante. Owens tiene un amigo alemán que le ayuda a ganar, que le recomienda no pisar la raya en el salto de longitud. Era la nobleza contrastada con la locura de otros.

P: De muchos otros...

R: Esa es una de las partes más oscuras del pueblo alemán. Miran para otro lado cuando los judíos empiezan a desaparecer, y luego caen como buitres sobre los bienes que no se han podido llevar, como los negocios y los puestos universitarios. Los judíos dejan de ser de la noche a la mañana funcionarios del Estado. Imagínate las vacantes que dejan.

Hitler tenía una virtud: como orador político era insuperable

P: Luego la cosa se pone más serie: comienza la eugenesia.

R: La eugenesia no sólo era cosa nazi: también Estados Unidos y los países nórdicos la practican, pero los nazis los llevan al extremo: hay que suprimir a los racialmente inferiores y hacer granjas de arios puros para mejorar la raza. Por cierto, la madre de la pelirroja de ABBA es producto de una granja nazi.

P: El ideal de la mujer nazi, las tres k: Kinder, Küche, Kirche Kinder, Küche, Kirche(niños, cocina, iglesia).

R: Y muchas mujeres se dejan convencer, por la grandeza del país. Se alecciona a las chicas jóvenes: hay que casarse con un ario puro y tener muchos hijos.

P: Justo cuando antes, en la República de Weimar, Alemania fue un “desparrame”.

R: Sí, el cabaré, la libertad sexual, la Bauhaus, la meca del cine europeo.

P: Vamos con los personajes de la camarilla de Hilter. El jefe de las SS, Himmler.

R: En su casa era un calzonazos absoluto. Fue un perturbado desde el principio: acomplejado por sus fracasos, hasta que se hace con el control de las SS. Está obsesionado por hacer una religión aria previa al cristianismo.

P: Goebbels, su ministro de Propaganda, "apenas metro y medio de estatura, cabezón, redrojo, feo, paticojo o zopo".

R: Nunca se había comido una rosca. Pero cuando llega al poder empieza a triunfar con las mujeres y va anotando en su diario cada casquete que echa. Por cierto, Lutero también lo hacía.

Himmler, el jefe de las SS, era un calzonazos absoluto en casa y un perturbado acomplejado

P: Otra perturbada, Ilse Koch, mujer del jefe de un campo nazi. Leo que se hacía guantes y bolsos con los tatuajes arrancados a los internos ejecutados.

R: Se había conseguido extirpar toda noción moral al pueblo. Entonces cualquier perturbado tenía cabida en el nazismo. Por eso muchos acaban mandando en los campos de concentración, lugar idóneo para practicar sus locuras.

P: Como los experimentos del doctor Mengele, que murió ya anciano ahogado en Brasil.

R: Dios tuvo que hacer el trabajo porque el Mossad no lo consiguió (ríe).

P: Sigamos con los campos. Recuerda que eran miles, no cientos.

R: Claro, porque siempre pensamos en los campos de exterminio, pero había también campos de concentración, de trabajo, de reeducación, donde incluso meten a la oposición democrática para protegerles de los comunistas… ya hay que ser cínico.

P: Leo: “Un oficial nazi podía haber matado a un bebé por la mañana pero por la noche disfrutaba escuchando una sonata de Schubert”.

R: Para ellos era compatible. Sin principios morales, sí lo era.

Goebbels, el ministro de Propaganda, va a anotando en su diario cada casquete que echa

P: Luego llega la llamada desnazificación desnazificacióntras la guerra.

R: Cuando en el último año de la guerra Churchill ve las intenciones de Stalin, Alemania se convierte en un Estado tapónstado poderoso. Había que ayudarla. Es una cuestión semántica: se dijo que nazis y alemanes eran distintos. Los primeros son malos, los segundos fueron sometidos. Los mismos oficiales de la Gestapo pasaron a la policía alemana democrática.

R: Y andando el tiempo, eso generó el llamado conflicto de historiadores.

R: Sí. Algunos historiadores pensaron que el nazismo fue solo un tropiezo, y otros les recordaron que había sido mucho más. Actualmente, quizá sibilinamente, quizá por instinto, se dice en Alemania que aquella época fue una desgracia para el pueblo alemán. Pero se olvidan de que la provocaron ellos.

P: Pero sí parece que Alemania ha hecho bien el deber de la memoria.

R: Solo hasta cierto punto. A nivel personal, de cada alemán, no tanto. Hace 42 años yo vivía en Inglaterra. Un grupo de alemanes amigos me echaron en cara la Inquisición. Y yo me quedé mirándoles perplejos. No estaban enterados de su propia historia. No sabían nada de la guerra. Sus padres no se la habían contado.

P: Otro personaje de la ‘Enciclopedia’: Lazar, el agregado de prensa nazi en España.

R: Una inteligencia privilegiada. Se llevaba al huerto a todo el mundo. Tenía un presupuesto altísimo de propaganda. Había comprado a todos los directores de los periódicos españoles. Y la gente se mataba por asistir a una de las cenas suculentas en sus palacetes de la Castellana y el Viso.

P: Incluso dictaba las crónicas de los corresponsables españoles en Berlín.

R: Sí. Tenía una oficina en Madrid con un corresponsal ficticio. Y todos copiaban esas informaciones. Al final Lazar se termina suicidando y decide enterrarse en La Almudena.

P: Franco. Se ve cierto apadrinamiento de Churchill al Caudillo en la conferencia de Postdam, al final de la guerra.

R: Se dice que a Franco le ayudaron a ganar la guerra los alemanes y los italianos, pero también fueron los ingleses y americanos, que permitieron la llegada del petróleo a España. Franco se fue ladeando hacia quienes iban ganando la guerra. Un tipo astuto.

Tras la guerra, se dijo que nazis y alemanes eran distintos, porque se necesitaba a Alemania para tapar a Stalin

P: Nazismo y fascismo.

R: No es lo mismo. Les diferencia sobre todo la obsesión por la raza del nazismo. Pero el nazismo bebe mucho del fascismo en cuanto al aparataje exterior.

P: Mussolini.

R: Hitler bebe de Mussolini, y Mussolini de D'Annunzio.

P: ¿Franco conoció el Holocausto?

R: Seguramente sí. Había algunos informes diplomáticos, pero es verdad que no cabía en ninguna cabeza humana el sacrificio industrial de cientos de miles de personas. Hasta que los aliados entraron en los campos.

P: ¿Y Pío XII?

R: El Vaticano siempre está mejor informado que nadie.

P: Cómplice además en la fuga de algunos nazis.

R: La gente se cree que los nazis se escaparon por España. Pero la principal ‘ruta de las ratas’ fueron los monasterios y conventos de Italia.

P: Vamos terminando, pero antes, dos entradas de la 'Enciclopedia' que me han llamado la atención: Babi Yar.

R: Era un barranco en Ucrania, que los nazis utilizaron como fosa natural para 70.000 judíos. Eso era ya la muerte a escala industrial.

P: Y el Pervitín.

R: Al principio de la guerra sorprende el avance alemán. Parece que los soldados no se cansan. Estaban drogados por Pervitín, una metanfetamina popular antes de la guerra, aunque después el Ejército lo fabricó en grandes cantidades. Los rusos y americanos también tuvieron sus propios estimulantes. En nuestra guerra también se usó un coñac para dar más valor: le llamaban el asaltatrincheras.