Cuando en 2015 falleció su mujer Sara Torres por un tumor cerebral, Fernando Savater se encontró con que la filosofía, la brújula que había guiado su vida, le valía de poco. Le disgustaban los silogismos, las largas argumentaciones, no hallaba consuelo en ellas. Y sin embargo, encontró una vía de escape en la brevedad de la columna periodística, más directa, o como él dice, más estilo ‘cowboy’.
Recopila ahora en ‘Solo integral’ (Ed. Ariel) varios de sus artículos publicados en el diario ‘El País’ en los últimos seis años, y en ellos se aprecia a un Savater más combativo, más político, que se mojó en su día a favor de Ayuso –su columna más polémica- pero que no orilla su tema predilecto, que es la ética, o como él lo llama, el “arte de vivir”.
Pregunta: No halló consuelo en la filosofía a la muerte de Sara.
Respuesta: No me trajo ningún consuelo. No tuve consolación de la filosofía, como Boecio.
P: Entonces, ¿la filosofía no vale para nada?
R: La filosofía no es útil. No nos enseña a pensar, eso es una tontería. Uno ya piensa por sí mismo. Pero lo que sí enseña la filosofía es a pensar de una manera no instrumental: quiénes somos, qué es el tiempo, etc.
P: La asignatura se ha recuperado en bachillerato.
R: Sí, pero depende mucho de quién la enseñe. Si el profesor está inspirado, la filosofía se puede convertir en la mejor asignatura. Pero si es un pelma no. Y hay mucho pelmazo. Y no te digo ya si lo que enseñan es la autodeterminación de género. Eso es peor. Eso es directamente no explicar la verdad.
P: No le convence la autoayuda, eso de “aprende a ser tú mismo”.
R: Eso no es filosofía. La filosofía no está hecha para resolver problemas, sino para planteárselos. No está hecha para salir de dudas, sino para entrar en esas dudas. Los libros de autoayuda te dan soluciones, cosas prácticas, es lo contrario de la filosofía.
P: Critica que esos libros acudan a la neurociencia para despejar la incógnita de la libertad.
R: Sí, la libertad y la responsabilidad se refieren a lo mismo. Una es antes de la acción y otra es posterior. El hombre es sujeto de acciones: es libre antes de hacerlas y es responsable después.
P: ¿Ponemos muchas excusas a nuestra libertad?
R: Sí. Cuando alguien ha hecho algo malo se echa la culpa a la familia o a una borrachera. Pero uno se echa flores si le han dado el premio Nobel.
P: Reivindica el concepto de familia.
R: Quienes menosprecian o marginan la familia son enemigos de la felicidad humana. Los amigos de la felicidad humana refuerzan la familia.
P: “Sin la posibilidad del amor, estamos lejos de nosotros mismos”, leo.
R: El amor es lo que cambia el rumbo de la vida. Muchas veces la vida está enfocada hacia algo (gloria, dinero, sexo, éxito), pero cuando te enamoras esa vida va hacia alguien. La mayor distinción entre las personas es quienes viven para algo y quienes viven para alguien.
P: Cita a Berlanga: “Soy tan egoísta que lucho para la felicidad de los demás, para que no me molesten”.
R: La gente feliz es la que menos da la lata. Ya lo decía Sócrates: nadie racional quiere estar rodeado de gente corrupta, ladrona o mentirosa. Seamos buenos o malos, todos preferimos que los que estén alrededor sean buenos. Siempre sacamos más ventaja.
P: Cierto odio es saludable, confiesa.
R: Depende de a qué. Si el odio está orientado hacia prácticas, sí: odiar el racismo, la violencia contra los débiles, etc. Son odios que mejoran a la personas. Lo malo es cuando odias a una persona, porque ésta siempre tiene capacidad de regeneración. Podemos detestar su conducta, pero tenemos que apreciar a la persona.
P: Los afectos. Reconoce que cada vez tiene menos.
R: Sí. Ahora me doy cuenta de que tengo desafecto a muchas cosas que he considerado como propias.
P: ¿Por ejemplo?
R: El PSOE, sin ir más lejos.
P: Sobre el Gobierno…
R: Creo que nos merecemos algo mejor.
P: No le gustan las etiquetas, 'de derechas' o 'de izquierdas'.
R: Te obliga a una cierta hemiplejia política. Yo creo que es imprescindible que coexistan ambas: izquierda y derecha, liberalismo y socialdemocracia. Son complementarias.
P: Denuncia que esas etiquetas son una caricatura en España: “El de derechas es Gengis Kan y el de izquierdas es Espartaco”.
R: Lo mismo que nadie reconoce que es rico -aunque sea Amancio Ortega-, nadie reconoce ser de derechas. Si alguien lo dice, se le llama fascista. Aquí todo el mundo es de izquierdas.
P: Hablemos de fascismo y comunismo.
R: Me extraña que hoy muchos se declaren comunistas, dado los efectos que esa ideología ha tenido en el mundo. Probablemente ha cometido más crímenes que el nazismo, y de eso es difícil enorgullecerse. Es verdad que el comunismo tiene un carácter universal y es posible que alguien de buena voluntad sea comunista, mientras ser nazi de buena voluntad es inimaginable. Pero a las víctimas del fascismo y el comunismo les da igual que les hayan matado con buena o mala voluntad.
P: Prefiere a Santiago Abascal que a Pablo Iglesias.
R: Yo con Santiago Abascal he estado en muchas batallas en el País Vasco. Le considero una persona cabal, decente, cuyas ideas en muchos aspectos no me gustan, y por eso no le votaría. Pero lo aprecio como persona, algo que no me ocurre con Pablo Iglesias.
P: Noticias recientes sobre ETA: Otegi “siente” el dolor de las víctimas, los presos renuncian a los ‘ongi etorri’ (homenajes públicos a etarras recién excarcelados).
R: Toca poner cara de bueno para sacar a los suyos de la cárcel. Ahora están en esa fase. Me parece una hipocresía interesada.
P: Dos palabras que se escuchan ahora mucho. La primera, el identitarismo.
R: Todos tenemos muchas identidades: padres, amantes, trabajadores. Pero luego hay identidades devoradoras, o criminales. Eliminan todo lo demás: te dicen como tienes que ser, ética, política y laboralmente. Ocupan todo. Y eso es peligroso.
P: La segunda, el sentimentalismo.
R: Es una de las plagas que tenemos ahora. Es una especie de reblandecimiento intelectual. Considerar que la razón es una cosa fría y mala y el sentimiento es un arrebato delicioso. A la gente que tiene vitaminado el cerebro no le pasan esas cosas.
P: Hablemos de Dios. Ironiza sobre las blasfemias de Willy Toledo.
R: Blasfemar es una forma de oración. Eso ya lo decía Unamuno. Willy Toledo debe ser un hombre piadoso y por eso blasfema.
P: Kant –para usted un referente- reconocía que Dios se nos escapa.
R: Hay que ocuparse de lo que la razón abarca. Nuestra razón tiene un alcance limitado. Fuera de eso, poco puedes hacer. Si tienes una visión divina, suerte que tienes. Pero a los demás no nos puedes pedir que nos pase igual.
P: Compadece a la princesa Leonor.
R: Sí, ser princesa es una lata. Hacer una cosa tan seria y dramática. Yo la admiro y a veces que acongojo por ella.
P: Usted era partidario de la república.
R: Yo voté en contra en el referéndum de la Constitución porque no se había discutido monarquía sí o no. Pero luego acepté el resultado.
P: ¿Y ahora qué opinión tiene?
R: A partir del discurso del rey Felipe sobre Cataluña, apoyo fervientemente a esta monarquía.
P: ¿Y sobre el feminismo?
R: Las mujeres no son seres angélicos, ni siempre tienen razón. Son iguales al resto de los seres humanos. No les veo con una excepcionalidad ni para bien ni para mal.
P: ¿No le convence entonces la Ley de violencia de género?
R: Ni a mí ni a la Constitución española, que dice que no puede haber discriminación por género en las leyes.
P: Los toros. “No pueden ser malos si los prohíben los papas y Bildu”.
R: Algo bueno tendrán (ríe). Hay gente que habla como si los animales fueran seres humanos disfrazados. Los animales –afortunadamente para ellos- no tienen deberes, y por tanto no tienen derechos. Tiene utilidad para el hombre, pero no deberes.
P: La educación. Está de acuerdo con la ex ministra Celaá: la educación de los hijos no es propiedad de los padres.
R: La educación debe dar una alternativa a los prejuicios de los padres. Quizá el niño tenga unos padres bárbaros: yo vengo de una parte de España donde los padres decían a sus hijos que había que matar a los guardias civiles. Eso no sirve como educación. A los niños se les educa no solo para vivir en familia, también para vivir en sociedad, y ahí quizá los padres sean los más incompetentes.
P: La ‘cultura de la cancelación’: “Se puede disfrutar de una obra de arte de manera discrecional”.
R: Si escuchas una cantata de Händel, te da igual si este compositor era buen padre de familia o no. A ti lo que te gusta es la música.
P: ¿La gente está psicológicamente cada vez peor, como opinan muchos?
R: No sé, no conozco a toda la gente (ríe).
P: ¿Cuál puede ser el mejor argumento contra los negacionistas del covid y las vacunas?
R: Quien se sube en avión sin miedo, también tiene que ponerse una vacuna sin miedo. Ambas acciones están basadas en principios científicos. Pero luego hay señores que se suben tranquilamente en un avión y a la vez se asustan con la vacuna.
P: “La mayor gratificación de la vida es la alegría”, concluía usted hace 30 años en ‘Etica para Amador’ (Ed. Ariel). ¿Sigue pensando lo mismo?
R: Sí. La alegría es un bien en sí mismo. No sirve para otra cosa. Estar alegre es un premio y una recompensa en sí mismo.