“¿Qué le diría el Ken Follett de ahora al que publicó ‘Los pilares de la Tierra’ hace más de 30 años?”, le preguntamos al autor galés. “Le diría que no se preocupe, que no haga caso a nadie, que todo va a ir bien”, nos responde por videoconferencia desde su casa en Hertfordshire, Inglaterra.
Cierto que no le ha ido mal. El escritor ha vendido 178 millones de ejemplares de sus 36 libros, publicados en más de 80 países y en 33 idiomas. Ahora publica en Plaza & Janés su nueva novela, cuyo título, ‘Nunca’, es sobre todo un deseo: que no haya una tercera guerra mundial, nos confiesa.
Al presentarnos esta novela, mezcla de suspense y geopolítica, Follett avisa que esa guerra mundial “mucho más destructiva y mortífera” que las anteriores porque conllevaría “el fin de la humanidad”, por el empleo del armamento atómico.
El escritor 'superventas' cree que el mundo es “mucho más peligroso ahora” porque estas armas han proliferado, a pesar de la esperanza sobre su posible reducción en los años 80 y 90 del pasado siglo. “Ese momento pasó y el peligro ha vuelto”, sentencia. “Toda mi vida he vivido con la amenaza de una nueva guerra mundial, de una guerra nuclear”, confiesa.
Con todo, confiesa que es sorprendente que no se haya usado una bomba nuclear desde 1945. "En parte es suerte, pero tampoco damos nunca gracias a los políticos y a lo mejor deberíamos hacerlo por no haberlas usado", afirma. Pero el escritor cree que "es probable que antes o después" se utilizarán las armas nucleares en conflictos.
Es un temor mayor que una nueva pandemia o el cambio climático. “El problema es que ahora hay muchas amenazas, pero la peor de todas es la amenaza nuclear”, insiste. A Ken Follett le preocupa el proceso “lógico” que llevaría a la declaración de una nueva guerra. “Cuando me documentaba para mi anterior novela, ‘La caída de los gigantes’ me impactó darme cuenta de que la Primera Guerra Mundial fue una guerra que nadie quería. Ningún líder europeo de ninguno de los dos bandos tenía intención de que sucediera”, afirma. “El espantoso pensamiento que se me ocurrió fue: ¿podría volver a ocurrir?”. De esas “decisiones ingenuas que pueden llevar a una conclusión terrorífica” surgió ‘Nunca’.
Ken Follett no es optimista. Ve escasa voluntad de acción y decisión en los dirigentes actuales, como ha ocurrido en la cumbre del clima de Glasgow. “Hay demasiados peligros que tenemos que afrontar y somos muy lentos para atajarlos. Parece que nunca vamos a hacer las cosas que tenemos que hacer”. Sostiene que esa indolencia es compartida por los propios ciudadanos. “Sobre todo me llama la atención la actitud despreocupada de la gente ante estos peligros”, remacha.
En esa actitud negligente quizá esté la explicación del auge de los populismos y los nacionalismos. “Sigo sin comprender por qué la gente vota a líderes que lo que hacen es acercarse más al fascismo. Me deja patidifuso”, dice. “Ambos fenómenos son muy agresivos y belicosos. Son como esos hombres que siempre quieren pelearse en un bar. Odian parecer débiles”. Eso ocurrió con el Brexit, dice, y ahora estamos pagando los platos rotos. “El Reino Unido está peor. Muchas de nuestras empresas tienen problemas de suministro y de exportación. El Brexit fue mala idea de partida”, reconoce.
Pero lo que sí fue buena idea, y sigue siéndolo a juicio del autor, es Europa. “La idea de Europa es muy sólida. Europa ha hecho que todos seamos más ricos. Ahora es muy improbable que haya una guerra entre europeos. Es impensable y es gracias a la Unión Europea. Estamos tan contentos vendiéndonos unos a los otros las cosas que fabricamos que sería de locos meternos en una guerra”, explica.
A la vez cree que el Viejo Continente es un actor cada vez menos relevante en la escena internacional. “No veo que Europa pueda hacer nada, ni bueno ni malo. Por eso no hay dirigentes europeos en mi nueva novela”, revela.
Resta importancia a los problemas de algunos miembros, como Hungría y Polonia –“eso no puede destruir la UE”-, aunque “es horrible” lo que está pasando ahora en la frontera con Bielorrusia.
Le preguntamos a Ken Follett cómo vivió la pandemia y reconoce que tuvo algún efecto positivo. “No tuve otra cosa que hacer que escribir. No podía ir ni al teatro ni al cine. No podía viajar. Escribí ‘Nunca’ en la mitad de tiempo que mis otros libros”, revela.
Ahora bien, insiste en que el coronavirus ha acentuado su sensación de que el mundo está en peligro, y a la par ha propiciado el mejor ambiente para escribir sobre una posible nueva guerra, que no sabremos si se declarará hasta la última página del libro. “No desveléis el final”, nos pide el autor, que a renglón seguido, a modo de pista, recuerda que la realidad siempre supera a la ficción: “La ficción tiene que ser lógica, si no el lector no se la cree”.
Sí puede desvelar que en su novela es una mujer quien está al frente del gobierno de Estados Unidos. "Quería retratar a este dirigente como alguien razonable. Esto era más convincente si era una mujer, porque los hombres siempre están más dispuestos a meterse en peleas", explica con cierta sorna.
Precisamente sobre el presidente de Estados Unidos descubrió algo interesante al documentarse para 'Nunca': "En todo momento, de día y de noche, lleva consigo una tarjetita, como una tarjeta de crédito, en la que se imprime un código que cambia a diario", cuenta. "El presidente tiene que romper su funda de plástico para poder leerla. Es el código que tendría que usar para confirmar su identidad cuando telefonee al Pentágono para ordenar un ataque nuclear".