Sergio Ramírez, Premio Cervantes 2018, ex vicepresidente de Nicaragua, en su día revolucionario sandinista contra el dictador Anastasio Somoza, habla de forma lacónica porque todo lo cuentan sus libros.
El último, ‘Tongolele no sabía bailar’ (Alfaguara) novela la revuelta popular contra el Gobierno de Daniel Ortega en 2018, que dejó un reguero de manifestantes muertos, heridos y exiliados.
La novela está prohibida en Nicaragua, pero “aun así se lee” dice el autor, que sabe que no va a volver pronto a su país porque la Fiscalía ha emitido contra él una orden de detención por "conspirar" e "incitar al odio".
Pregunta: “La palabra es más potente que una ametralladora de cuatro bocas”, dice un personaje de la novela.
Respuesta: La palabra también te mete en problemas (ríe).
P: “Los sermones alertan a las ovejas de que el lobo les acecha”, dice otro.
R: Y ese le costó el exilio. Eso lo dice Monseñor Ortez, que se inspira entre otros en Monseñor Báez, que fue enviado a Roma y nunca le dieron ningún cargo. Fue el obispo de más prestigio del país. Ahora está en Miami. Todos estos curas y obispos provienen de la vieja tradición de la opción preferencial por los pobres, la del Concilio Vaticano II, y luego los jubiló Juan Pablo II. El primer laboratorio real de la alianza entre marxistas y cristianos por los pobres se dio en Nicaragua.
P: En cambio, los pastores evangélicos son más “llevaderos”.
R: Sí, tienen acuerdos muy oportunistas con el régimen. Son más dóciles, forman partidos que terminan colaborando con el gobierno.
P: Eso mismo denuncia ‘El Reino’, la polémica serie televisiva en Argentina. ¿Sucede algo similar en Nicaragua?
R: No a ese nivel, pero los evangelistas sí se alían más, son más serviles. En el caso de los católicos en Nicaragua se comprometieron con el cambio revolucionario, formaron pastorales con los más jóvenes en los barrios, y esto ayudó mucho a la atmósfera de la revolución. Estos curas pasaron después a respaldar a los jóvenes que se rebelaron en 2018.
P: En la novela uno de los curas denuncia que hay dos Nicaraguas: la de los que están en el poder y otra donde está el resto.
R: Sí, antes en la Nicaragua de arriba participaban los empresarios. Pero apenas comenzaron las matanzas se pusieron contra Ortega, y apoyaron las huelgas generales y el cierre de negocios. La enemistad ahora es muy grave.
P: Dice un personaje: “La jauría solo cambia de cabeza”. La novela describe unas cloacas del poder llenas de conspiradores y traidores.
R: Que viven saboteando el piso entre ellos. Es un mundo de operadores fieles a la estructura política que representa la pareja presidencial. Quieren estar arriba siempre, sin importar las puñaladas traperas.
P: Hay una broma en el libro sobre la revolución sandinista: “Quisimos montar un muñeco parecido al astronauta Buzz, al grito de “al infinito y más allá”, y salió un Chucky, el muñeco diabólico”.
R: Un Chucky y una Chucky (ríe). (La primera dama, Rosario Murillo, es vicepresidenta de Nicaragua y cabeza ejecutiva del Gobierno).
P: Con sus propios consejeros esotéricos. ¿Qué peso tienen?
R: Mucho. Esta señora (Rosario Murillo, la mujer de Daniel Ortega) se basa mucho en estas teorías esotéricas. Ahora las reuniones oficiales con la pareja presidencial se dan alrededor de una estrella de cinco picos ardiendo, como en un aquelarre. Antes les dio por los “árboles de la vida”, que representan deidades egipcias.
P: ¿Ha valido de algo el sacrificio de los muertos, heridos y exiliados en las revueltas?
R: Los hechos de 2018 todavía pesan y pesarán más. Esos crímenes están documentados por la ONU y la OEA. La forma en que los muchachos fueron tiroteados por la espalda por francotiradores, el ataque a las iglesias, a las tiendas, esos casos nunca fueron llevados ante la justicia.
P: ¿Dónde están esos estudiantes opositores ahora?
R: En la cárcel o el exilio, expulsados de las universidades.
P: ¿Ya no hay ni siquiera una semilla de disidencia?
R: La hay pero es muy latente. No se ve por el miedo, por la represión. Hay una capa de silencio muy espesa, que cubre todo, pero eso se romperá alguna vez.
P: En las revueltas de Nicaragua fueron cruciales las redes sociales
R: Han sido clave, si no el país estaría silenciado. A pesar de la ley de ciberdelitos promulgada por el Gobierno de Ortega, no han podido silenciarlas. La mayoría funcionan desde Costa Rica, Estados Unidos y México.
P: Usted denuncia que Ortega contraatacó con verdades alternativas. Eso está muy en auge.
R: El régimen tiene un aparato completo de 200 personas que se dedican a publicar ‘bots’, noticias falsas, y difundirlas. Pero a pesar de eso la lucha en las redes sociales fue un triunfo.
P: En la novela, uno de los fusiles de los paramilitares viene firmado por Nicolás Maduro.
R: Sí, es un modelo ruso que fabrican en Venezuela.
P: El lenguaje también está al servicio del poder. El “yo que se extiende hasta el nosotros”, dice.
R: Es el nosotros mayestático. Engloba al pueblo, a los combatientes históricos, a los muertos, las madres, toda la tradición revolucionaria.
P: “Tanto paz, amor y reconciliación y fíjate lo que han logrado”, se lee en el libro.
R: Es un lenguaje orwelliano que significa todo lo contrario. Uno de los grandes motores de la represión es el odio.
P: Hay secuencias muy duras en el relato sobre la represión de las revueltas, como la brutal violación de una estudiante. ¿Eso existió?
R: Sí, esa y otras violaciones están todas documentadas. Violaciones hasta cañones de fusiles.
P: ¿Las revueltas tuvieron la repercusión internacional que se merecían?
R: Sí, pero son hechos que desde el punto de vista periodístico son sustituidos por otros. No se puede aspirar a tener la atención continua de la prensa. En ese momento sí recibieron gran atención y hubo informes de organismos de derechos humanos.
P: ¿Está satisfecho con la respuesta del Gobierno de España y sus instituciones culturales?
R: Muchísimo. Los comunicados del Gobierno y los ministerios han sido claros y contundentes. Ayer (por el martes) el presidente Pedro Sánchez me invitó a la Moncloa, desayunamos juntos y me expresó su solidaridad. Me siento muy respaldado.
P: ¿No ha llegado tarde ese respaldo?
R: No, ha llegado de manera muy oportuna, y las respuestas siguen creciendo.
P: ¿Qué va a hacer ahora?
R: No lo sé. Tengo una gira en Europa hasta el 30 de octubre. Entonces regresaré a Costa Rica a definir mi situación futura.
P: ¿No volverá a Nicaragua?
R: No, con una orden de prisión no sería lógico.
P: ¿Se está leyendo la novela en Nicaragua?
R: Sí, a pesar de la prohibición, se está leyendo a través las redes sociales. Abundantemente. Ha sido como un acto de resistencia de la gente.